Novia.
Después de la escenita que armó mi estómago, Brayden redujo la velocidad.
Aproveche de dormir un rato, pero no duró mucho cuando sentí que empezó a picarme el hombro con su dedo como si tuviera miedo, luego tomó la osada decisión de sacudirme como trapo viejo.
—¡PARA!
—¡No despertabas!
—¡No soy un pez de feria!
Bajo del auto desquitándome con la puerta.
Observo la enorme casa frente a nosotros, me duele el cuello y no sé si es por quedarme dormida en el carro o por mirar tanto tiempo hacia arriba.
Comienzo a bajar mi maleta cuando escucho la puerta principal abrirse y de ella (como bolsa de plástico en el aire) sale Diana McCarthy.
Ella camina con gracia, acompañada de un asqueroso perro igual de rubio. Trae un vestido azul de tela delgada que se moldeaba a su figura, su cabello en una trenza cae a un lado de su hombro.
Me sentí extrañamente impresionada. Se veía tan hermosa, angelical y refinada, que si no la conociera... igualito pensaría que es la misma basura roba novios.
Ella todavía no ve... y muero porque lo haga.
Una cálida sonrisa nace en su rostro al ver a su hermano y el perro no tarda en salta hacia los brazos de Brayden.
— ¡Zeus! —se arrodilla a abrazarlo.
Una mueca tuerce mis labios al ver que los tres son extrañamente similares.
Diana llega hasta Brayden, él abre sus brazos con alegría hacia su hermana y con la misma sonrisa amorosa le lanza una patada en la entrepierna.
Salgo del carro sorprendida y apoyo mis brazos en el techo.
Esto se puso bueno.
— ¡Por hacerme viajar con la ladilla de Jeremy!
—Maldita... loca —dijo lo más que pudo.
—¡A ver, dímelo en la cara!
—¡¿En cuál de las dos, bruja!?
La risa de Diana se corta al verme, sus ojos se agrandan a tal punto de parecer salir de sus cuencas, en ellos veo reflejado miedo; reúno todo mi esfuerzo para no reírme.
Me encamino a Brayden y lo ayudo a levantarse, ella da un paso hacia atrás y eso me confirma que tengo un dominio en ella que me resulta encantador y favorable.
Tal vez mi estadía aquí no sea taan mala después de todo.
En ese mismo momento una anciana con largo cabello canoso acapara la atención de Brayden y luego de los 15 minutos que la vieja se tomó para bendecir y quitarle los demonios, ella por fin nota mi presencia.
— ¿Hola?
Enarco una ceja detallando a la vieja, es baja, si a lo mucho me llega por el pecho y pese a la edad que creo calcular se ha conservado muy bien, ni mi abuela tiene ese cutis semi libre de arrugas.
Brayden tose y a la señora le entra una repentina luz de entusiasmo hacia mí.
—Soy Nora, la abuela ¿cool? —Mira a Brayden buscando aprobación y él levanta ambos pulgares—, tú debes de ser la famosa Noah.
Igual que Jeremy, cambiándome el nombre.
—Nova—me presento con una sonrisa—. Nova Thompson—extiendo mi mano, pero rápidamente pasa a la deriva cuando la anciana también se me abalanza, abrazándome con mucha fuerza dejándome paralizada.
La vieja es idéntica a Brayden, tampoco entiende el término espacio personal.
—Mi nieto me habla muuucho de ti con esa cosa... teléfono—escucho las risas a mi espalda—. En las fotos te ves muy seria, mi niña.
— ¿Fotos?
Miro a Brayden buscando alguna explicación, pero él sale corriendo a esconderse dentro de la casa.
Con que fotos ¿Eh? Con razón me sentía más observada que nunca. Esto me rectifica que Brayden McCarthy aparte de metiche, es un acosador.
—Mi hija me contó que la novia de Bry iba a venir...
—No soy su novia.
De inmediato miro a Diana que había tosido exageradamente. Ella se tensa y desaparece sorprendentemente rápido dejándome sola con la enérgica abuela.
—Claro, entonces solo son "amigos"—esto último lo resalta bailando las cejas.
Asiento.
— ¡No me vengas con eso, niña! Un hombre jamás le presenta una chica a su familia sino está seguro que es la indicada—mentalmente me golpeó la frente con el capo del auto—. Vente, hija, no te quedes parada. Debes estar cansada del viaje.
Cansada estoy de su nieto.
—Siéntate en el sofá—me empuja con fuerza, pero con toda la amabilidad que una vieja puede tener—, ya te traigo una agüita.
Esta señora tiene más energía que yo.
No tardo analizar la casa—o por lo menos dónde me encuentro—, está hecha un desastre, ropa por todos lados, el olor a perro impregnado en cada rincón y la estancia parece un museo por la cantidad de fotos.
En una logro reconocer a la profesora Fiby junto con la Sra. Yahaira, la madre de Jeremy, y otros dos hombres alrededor de la Sra. Nora.
Deben ser sus hijos. Uno de esos hombres debe ser el progenitor de mi dolor de cabeza.
Entre todas las fotos, una en específico llama mi atención, se ve a Brayden abrazado a otro chico, igual a él, solo que más grande, da ese aire atrayente de madurez, con facciones más marcadas y fuertes.
Diría que es el tipo de chico que le gustan a Jess.
Justo cuando tomo la fotografía de tres niños rubios, descubriendo así que son tres hermanos McCarthy, la abuela de Brayden se sienta a mi lado extendiéndome el vaso de agüita.
De repente, coloca su mano en mi pierna.
—Oye, hija—volteo a verla sin cambiar mi expresión mientras bebo—. ¿Le vas a Satanás?
Casi escupo el agua, la carcajada salió por si sola.
¿A qué se refiere con irle a Satanás?
— ¡Jajaja, no! No, señora.
No puedo creer que crea que soy satánica.
—No soy nada de eso—digo sin parar de reír—. Mi madre es católica.
—Ah... eso es bueno... Digo, nosotros no les rezamos a estatuas, pero tenemos el mismo Dios ¿No?
Que vieja tan agradable.
En ese momento un grito muy agudo seguido de cosas metálicas cayendo se escuchó desde la cocina, espantándonos.
Editado: 27.04.2024