El secreto de la reina.
— ¿Qué quieres desayunar?
—Yo no desayuno—Diana me pisa los talones mientras bajamos as escaleras.
— ¿Quieres jugo de mango? ¿Café?
Se me tuerce la sonrisa.
—Agua—le encontré un uso útil a Diana McCarthy.
Ella se dirige a la cocina mientras yo me acomodo en el sofá a la espera de que mi nueva sirvienta me traiga lo que le pedí.
Que divertido, hacía años que no tenía un lambiscón.
Ya veo porque Megan la adoptó.
—Gracias—recibo el vaso
—Buenos días—llega Brayden con una amplia sonrisa.
Solo el perro le responde.
Sigue con el mismo pijama de anoche, su cabello rubio está hecho un desastre y algo en él se nota aún más despierto cuando se pone de perfil. No, esperen... no está despierto.
Wao.
Apago el teléfono cuando él se sienta a mi lado y yo intento enfocar mi mente en otra cosa.
—Lamento lo de anoche, Dayana no se quería dormir así que le conté un cuento para que se durmiera, intenté escapar, pero se despertó y le volví a contar otra historia que... —lo miro cansada—. Deberían de sacarte el palo.
¿Acaso me insultó?
Es que ya no hay temor de Dios en esta familia. Jeremy me trata como su igual, Diana como su amiga y Brayden... Brayden le chupa un huevo mi reputación.
El teléfono vibra con un mensaje de Sombra que confirman todas mis sospechas del paradero de Christian McCarthy y une las piezas del rompecabezas. ¿Cuánto me tarde? ¿Un día y medio en saber el secreto que los McCarthy guardan por pena?
Peino mi cabello para atrás, ocasionando que el sinvergüenza de su perro se me acerque a olerme.
—Quítame a tu perro o te juro que... —estornudo antes de culminar la amenaza.
— ¿A que más eres alérgica? —Toma al perro del collar y lo aparta—. Digo, para que tampoco me estornudes en la cara al igual que Jeremy
Idiota.
Una idea se me pasa por la mente cuando miro al perro sentado frente a nosotros con la legua afuera y a Brayden mirándome con una boba sonrisa. Ambos se parecen demasiado; rubios, enormes y enérgicos tal cual un niño pequeño.
— ¡Muy buenos días, Aurora! —Jeremy sale de la cocina bastante contento, pasa por al lado de su primo golpeando su cabeza con el brazo mientras me extiende una taza de café.
— ¿Gracias? —lo miro extraña, luego el café y por último al perro que inclinó la cabeza igual de desconfiado que yo.
Ni loca me tomo esto. La última vez el hijo de perra le puso sal.
Brayden al darse cuenta que no tenía ni la mínima intención de tomarme el café se lo agarra para él con toda confianza.
Diana a lo lejos me sonríe.
—Y que no le gusta, ¡sí, claro! —murmura provocando que Brayden se risa por encima de la taza.
Vuelvo a encender mi teléfono y el google maps me manda a las coordenadas en donde se encuentra el mayor de los McCarthy, Estados Unido - California.
— ¡NO JODAS! —di un respingo que casi me hace soltar el teléfono cuando Brayden salió corriendo.
La curiosidad me gana haciendo que camine hasta la cocina donde lo vi empinarse la garrafa de agua con desespero.
Me muerdo el labio para resistir la risa y apoyo los brazos en la isla de mármol.
— ¿Qué le pusiste? —Jeremy me muestra una botella de picante—. ¿En serio me creíste tan idiota como para tomarme el café después de la última vez?
—Contaba con que tú lo rechazaras.
Levanta la mano esperando que la choque, pero en vez de celebrarle la bromita hice a un lado al rubio que se estaba poniendo rojo y le sirvo un vaso de leche que calma en segundos el picor.
Un minuto después Brayden está encima de Jeremy peleando y derrumbando todo a su lado. Diana se posa a mi lado con una taza de café para ver a los dos idiotas revolcándose en el piso.
— ¿Segura que no quieres un sándwich?
—No, gracias. Estoy bien.
Brayden estampa la cabeza de su primo en el piso mientras este le lanza una patada en el estómago.
— ¿Esto es normal? —le pregunto.
—Lo de todos los días, y eso que no estas presente en los cumpleaños.
Ni espero estarlo.
— ¿¡Busco la chancla?! —La Sra. Nora entra a la cocina parando la pelea al instante—. ¿Cómo amaneces, mija?
—Soñé que me había convertido en hombre.
—Se lo pregunté a Nova—sonreí al ver la reacción de Diana.
—Muy bien, Sra. Nora ¿y usted?
—Lo mismo de siempre, yendo al baño cada cinco minutos—esta gente no conoce la palabra vergüenza.
— ¡Estas enfermo, Brayden! ¡La cabeza me sangra!
—Tampoco es como si hubiese algo allí dentro —Brayden se limpia el labio.
Jeremy se larga furioso mientras que su abuela va detrás para sanar la herida de su frente.
Diana hace sonar un sorbo a mi lado, Brayden la mira, ella lo mira a él y al final dice:
—Si quieres que me vaya, solo dilo. No tienes que echarme mal de ojo.
Y se largó dejándome con el sarnoso y Zeus.
—Mamá me pidió que te preguntara si quisieras ir con ella.
— ¿A dónde?
—A buscar los vestidos de madrina, creo que irán a un spa y esas cosas. Pero si no quieres, te puedo llevar al cine o...
—De acuerdo.
— ¿En serio? —su rostro se iluminó.
—Me refiero a ir con ellas—su sonrisa se apaga—. ¿Crees que vine para interpretar el papel de parejita adolescente?
—Siendo sincero, sí.
Aprieto los labios, pero la risa me sale sola por semejante estupidez.
—Para ir contra de Adrián necesitaba salir de la ciudad—le recuerdo.
—¿Y ya tienes algo?
Asiento.
—Te diré todo cuando vuelva.
—¿Y por qué mejor no nos quedamos? Estaríamos solo...
Le respondo un claro NO con la mirada.
— ¡Okey! Ya entendí, iré a bañarme. Ven, acompáñame.
— ¿Qué? —abrí los ojos.
—Se lo decía a Zeus—explica en un tono insinuante—. Pero si tú quieres...
Editado: 27.04.2024