10 preguntas.
Me quedo viendo a Brayden jugar con su perro en el sofá.
Su llegada en mi vida me hizo querer salir del acojonamiento de la sombra de Adrián, aun no sé si eso es bueno o malo, pero ya tengo pensado lo que le diré a la policía de L. A.
Para la hora del almuerzo, frente a toda su familia sentada en la mesa, Brayden dijo:
—No, abuela, no hagas tanta comida; mañana en la mañana tengo que llevar a Nova.
— ¿¡Por qué?!
Tanto como la abuela, su tía, su hermana y hasta la madrasta se pusieron de acuerdo para reclamarle, dejándolo casi acorralado. Él me lanza una mirada estupefacto mientras yo me tomo el juguito.
—La tengo que llevar a su casa —se defendió.
Yo revolví el cereal con una sonrisa pasiva mientras que por dentro estaba igual de wtf.
—Oh —suelta Nora algo decepcionada—. Me hubiese gustado que te quedaras más tiempo.
—Podemos seguir en comunicación.
Pero que metida de pata.
La metí hasta el ombligo.
— ¡Una estupenda idea! —Exclamó Gabriela—. Diana, anota.
—No tengo el teléfono.
— ¡Ni pa' eso sirves!
Casi escupo la leche con la expresión boquiabierta de la rubia que mira a su madrastra buscando papel y lápiz, su padre le palmea el hombro y ella me lo extiende haciéndome anotar mi número.
Lo que quedo de la mañana Diana me había prácticamente secuestrado en su habitación para que leyera con ella la nueva creación de Megan.
—Pero Novicia no podía quedarse así. Era la reina, la descendiente de Afrodita. Nadie podía dudar de su poder porque el miedo era su mayor arma, la fidelidad de los soldados su fuerte; pero el simple hecho de que Brandon despertara en ella el deseo que no sentía desde hace... ¡QUÉ RARO SE SIENTE ESTO! —Chilla—. No puedo seguir leyendo sin pensar en mi hermano.
—Recuerdo haberte dicho que no lo hicieras —reprocho sin separar la mirada de mi teléfono.
— ¡Pero acaba de actualizar!
— ¿Y? Sabias muy bien que esa mierda trata de Brayden y de mí, ¿cómo querías que lo describieran? ¿Negro con pelo rojo?
Se inclina a tomar al zorrillo.
—Jamás pensé imaginármelo y ahora con la escena en el calabozo ¡AAAAAH!
Se me cae el teléfono en la cara con la entrada repentina de su hermano.
— ¡Deja de gritar que pareces mandrágora! Nova, acompáñame.
— ¿Disculpa? —Espeto—. No soy un perro.
¿Pero qué se cree este?
—Por favor —bate las pestañas y el ojo me comienza a temblar.
Diana hace una arcada en tanto yo me levanto y lo sigo escalera abajo.
— ¿Qué quieres? —Sus manos me cogieron por la cintura atrayéndome hacía él y pronto su boca dejándome en shock.
—Nada realmente, mamá me mandó un mensaje. Nos toca hacer el almuerzo.
De repente, él se agacha ligeramente y me levantan en el aire. Brayden me colocó sobre su hombro,
—¡Woo! Bájame.
—En el tiempo que nos conocemos ¿Cuándo te he hecho caso?
Nunca, y por eso estamos en esta situación.
— ¿Quieres papas fritas o haces dietas?
— ¿Solo papas? —pregunto mientras sigue bajando las escaleras conmigo encima.
—Podemos hacer hamburguesa.
Al llegar a la cocina Brayden sacó los ingredientes al mismo tiempo que yo me encargaba de la carne. Él picaba las papas, Zeus dormía a mis pies haciéndome estornudar a cada nada.
Entonces, de la nada, Brayden pegó un grito y soltó la papa.
— ¿Te volviste a cortar? —me aproxime para revisarlo, con lo idiota que es muy capaz que se haya cortado una vena.
— ¡Hay un gusano!
Me inclino a recoger la papa y un pequeño gusanito se removía en ella. Miré a Brayden aferrado a la mesa, luego al gusano... y se la acerque a la cara haciendo que pegara otro grito y rodara por encima de la isla llegando al otro lado.
Pero qué hombre.
Ni Debrah era tan escandalosa, ni Jess tan dramática como Brayden McCarthy. El chico más cotizado de Belmont y la piedra en mi zapato que le tiene miedo a un gusano.
Más fue lo que reí que lo que comí con los disparates que salían de su boca.
«Dame unos días más. Ya tengo un plan.» Le digo a Luke antes de apagar el teléfono con el retorno de Brayden que se sienta en el sofá junto a mí y acuesta la cabeza en mis piernas.
— ¿Me ves cara de almohada? Quítate —intento apartarlo, pero él se hace más pesado.
Lo dejo estar, lo ignoro y vuelvo a mi conversación con Jess que me manda screenshots de su conversación con Isaac; me rio internamente al leer lo empalagoso que se ha vuelto.
El témpano de hielo inexpresivo resultó estar más calenturiento de lo que pensé.
—Ahora que estas sobria... ¿quieres hacerlo?
Lo tiro del sofá con un empujón que lo manda de boca al piso. Se sienta en el suelo con las piernas flexionadas a mis pies.
—No creo que aguante más, Brayden, es media noche.
— ¡No, no, no! —Se levanta, lanzándose de rodillas al sofá encima de mí—. No te duermas, no quiero que vomites en mi carro.
Lo aparto con la mano en el pecho, obligándolo a sentarse como una persona normal que respeta el espacio personal de los demás.
—Cuéntame algo —propongo ya que por el mismo tema de mantenerme despierta y dormirme durante el viaje no me dejó descansar en la tarde.
— ¿Qué cosa?
—No sé. Lo que sea.
—Mejor cuéntame algo tú a mí —entrecerré los ojos.
—Nunca te callas y ahora que te pido que hables prefieres no hacerlo —se encoje de hombros con una pequeña risa
—Mejor juguemos a las diez preguntas.
— ¿Qué acaso tienes ocho años? —me froto la cara.
—Eso es un sí, y cuenta como pregunta —me dice con rapidez, esbozando una sonrisa que me hace reír con amargura—. Me toca.
No entiendo cómo es que no tengo los ojos como un camaleón por tanto rodarlos.
Editado: 27.04.2024