Libre.
Por primera vez en mucho tiempo me siento liviana. Algo de mi conciencia se limpia luego del vomito verbal que le solté a Brayden.
Tarde o temprano tenía que saberlo.
Entrar en nuestro grupo de amigos era fácil, ganarse la lealtad es otra cosa.
Que Isaac lo ayude a saber de mí, que Nayet lo alcahuetee, que Rafa no lo moleste, que Debrah bromee con él, que Megan escriba sobre él y que Ashton lo quiera tanto es porque algo bueno tuvo que hacer.
Conseguir su confianza es rudo debido a todo por lo que hemos pasado, darse la espalda es como dársela a un hermano.
Por eso me dolió tanto alejarme de ellos. Hacerlo fue la decisión correcta. Las múltiples casa hogar por la que Isaac tuvo que pasar no le fue nada nuevo a Brayden, él ya lo sabía, por lo que me sentía más cómoda cada que soltaba un secreto tras otro.
Otro trueno suena mientras yo sorbo la taza de té esperando el momento que el rubio se largue.
—Esto no es una simple lluviecita, Nova —Comenta mamá
Levanto un poco la cabeza para darme cuenta que Brayden se está poniendo su chaqueta de jeans.
—Se ve un poco peligroso... —no me gusta el tono que va adquiriendo su voz—. Brayden, cariño, si quieres puedes llamar a tu madre y pedirle permiso de quedar esta noche.
Me ahogo con el té.
¡Esto no es posible!
—No hay espacio—es todo lo que digo cuando logro recuperarme.
Mamá se detiene a pensarlo por un segundo.
—Se puede quedar en la habitación de invitados
— ¡NOO!
— ¿Está segura? —salta el idiota.
—Claro, es lo mínimo que puedo hacer después de cuidar a esta huraña —me voltee a verla—. Y no creo que a Nova...
—Por mí que le dé hipotermia—me levanto del sofá para despedirme de Brayden.
—Que amorosa—se ríe él—. Y no se preocupe, iré en mi carro.
Eso a mamá pareció ofenderle.
— ¡Eso es mucho peor! Es un diluvio lo que hay allá afuera ¿¡Sabes cuanta gente está muriendo ahora mismo por la lluvia!? Algo te puede pasar en la carretera y no quiero cargar con la muerte de otro adolescente.
Brayden asiente y yo resignada, sabiendo a dónde llevará la propuesta de mamá, me encaminó a las escaleras.
—Espere, ¿dijo otro?
—Haré chocolate caliente —lo ignora mamá—, ¿quieren?
—No—respondo por ambos.
Una vez solos, Brayden me mira como perrito faldero.
— ¿Qué? —escupo en seco.
—Yo si quería chocolate.
Ruedo los ojos, aunque en el fondo me cause gracias. Subo a acomodar la habitación de huésped.
Pasan de las once y la lluvia no cesa, Mamá está encerrada en su cuarto, Beta perdida por la casa y el metiche acostado en el sofá con las luces apagadas, tiene la tele encendida con Iron Man, pero con la atención fija en el teléfono.
—Dame acá —le digo.
— ¿Ah?
—El teléfono, dámelo, ya.
—Déjame borro los nudes —sonrío tomando su teléfono—. No les escribo a otras si es lo que te preocupa. El papel de tóxica lo hace mi hermana.
Me río. Nada de eso me importa, aunque sí encuentro a una chica desnuda sería bastante interesante ver que explicación daría.
—Te estoy poniendo la contraseña del wifi, no seas payaso.
—Ah —hizo una mueca—. Y yo ilusionándome. ¿Cuál es? ¿Beta1234?
Cerca.
—Beta1303.
— ¿Trece de Marzo? ¿El día que nos nombraron parejas? —Se sienta de un salto—. ¿Esa es al fin una declaración de amor?
Le golpeo el hombro sentándome a su lado al mismo tiempo que le devuelvo el teléfono.
—Disfruta mientras puedas de tu plan porque en cuanto termine de llover te largas.
— ¿Qué plan? —se hace el loco.
—Precisamente el día que vienes a mi casa el cielo se cae, que coincidencia ¿no? —Asiente como un niño—. El noticiero predijo lo de la tormenta esta mañana y aun así decidiste venir a meterte.
Me muestra la fila blanca de sus dientes igual a los de un ratón.
Me tiro en el espaldar del sofá cambiando la tele. Nos quedamos un rato hasta que me arrebata el control y la apaga dejándonos a oscuras a excepción de la luz de luna que entran por la cocina.
—Al dar la quinta vuelta iban a estar los mismos canales —me reta.
—Es que a esta hora todo es aburrido.
—Yo estaba cómodamente tranquilo viendo Iron man 3.
— ¿Y por qué la apagas en vez de volverla a prender? —contraataco.
—Porque nunca he besado a una chica en la oscuridad.
De un momento a otro lo tengo encima, arremetiendo contra mis labios.
Naturalmente intente quitármelo, pero me estrechó con fuerza, como si no estuviera dispuesto a dejarme escapar. Esto no podía quedarse así. Yo ni siquiera le había dado permiso, no importa si de repente me sentía confundida o lo disfrutaba, mi orgullo está por delante y aun estando mínimamente enamorada del idiota alce mi rodilla clavándosela en los genitales.
— ¿Pero por qué siempre ahí? —rodó hacia el suelo.
No pude evitar reírme mientras me sentaba en el sofá y él seguía retorciéndose.
— ¿Por qué tu sí y yo no? —me reclama, recuperando en aire. Creo que me pase.
—Porque yo no te salto encima como un animal.
— ¿Y qué hago? —se sienta—. ¿Te pregunto primero como un retrasado?
—Retrasado ya eres, mal no te vendría ser educado.
— ¿Puedo...?
—Ni se te ocurra preguntar —deslizo mi cuerpo al suelo sentándome a su lado.
Se queda quieto por un minuto, recargo mi peso en el sofá.
—Oye —deja su mano en mi rodilla y su calor me eriza los brazos—, necesito saber si... tuviste algo que ver con lo que pasó el otro día.
Lo mire directo a los ojos, no tarda en apartarla cuando mi atención cae sobre él como un balde de agua caliente que lo hace arrepentirse de sus palabras.
Su oración tiene un peso significante ya que inocente o no, sospecha de mí.
Editado: 27.04.2024