No sabía durante cuanto tiempo habría sido capaz de continuar con esa vida tan superficial si no lo hubiera ido a ver Marissa Bisek, la doncella que resultó gravemente herida del incendio. Si esa mujer no se hubiera cercado para pedirle ayuda financiera, ctenía que aún seguiría siendo un mujeriego y degenerado. Le avergonzaba pensar en el tipo de hombre que era en ese entonces. Todo mundo se había derrumbado al mirar al mirar a esa pobre doncella, que había sufrido quemaduras aún más graves que el, y que seguía sintiéndose agradecida con el por haberla salvado.
Se había sentido tan culpable entonces que se había visto obligado a reconocer la verdad, no era el héroe que todos creían que era incluyendo la propia Marissa. Estaba convencido de que las feas cicatrices que cubrían su cuerpo eran una especie de castigo divino por el crimen cometido durante su adolescencia. Después de ese conmovedor reencuentro con Marissa, le habían entrado ganas de desaparecer para siempre, de esconderse del resto del mundo. Pero ver que la mujer no sentía comparación por si misma no había hecho que avergonzado más. Se había dado cuenta entonces de que tenía otras alternativas. Podía quedarse sintiendo lástima de si mismo o podía cambiar de vida y hacer algo que valiera la pena.
Eso fue lo que le llevó a fundar una organización benéfica de ayuda a otras víctima de quemaduras y durante los últimos ocho años se había dedicado a recaudar fondos para esa causa. Le entristecia ver que no era ningún héroe, pero al menos había cambiado lo suficiente para hacer algo con lo que expiar los pecados de su pasado.
Por un momento, trato de imaginar cómo reaccionaría Sophie Ashdown si le contará la verdad. EEstaba seguro de que lo miraría con asco y que se volvería a Londres para decirle a Su jefe que Nicolo Chatsfield no tenía ningún derecho moral a participar en el negocio hotelero de su familia.
Estaba deseando que se fuera de su casa, pero no se atrevía a contarle la verdad. No quería correr el riesgo de ver la misma expresión de horror en sus ojos que había observado cuando Sophie vio las cicatrices que cubrían un lado de su torso. Como en el cuento infantil bajo su ropa era lo más parecido a una bestia y estaba seguro de que bella se iría corriendo si viera como era en realidad.