A veces te encuentras al borde de la madriguera y ni siquiera lo sabes…
Tu mundo se te antoja predecible, plausible… y el caos puede rozarte sin trastocarte, sin siquiera verlo aunque su figura se refleje en tu mirada: está cerca pero a la vez lejos.
Tu corazón y tu cuerpo viviendo realidades diferentes: uno inconsciente, el otro ajeno; para ambos invisible aunque perfectamente visible…Eso era, inexistente aunque presente.
Aquella vez sin saberlo tuve lo que ambos luego por mucho tiempo quisieron: mi cuerpo tenerlo cerca, mi corazón tenerlo lejos.
¿Quién sabría? ¿Quién supondría que a solo horas estaba de caer en picada por la madriguera del conejo? Llevándome al mundo de lo opuesto, el reflejo en el espejo: mi corazón teniéndolo cerca, mi cuerpo teniéndolo lejos.
Eternamente presente aunque irremediablemente ausente.