Y aquí estoy, al tiempo en el que no debería; y por 1era vez le tengo a conciencia frente a mí, en el lugar en el que se supone no le pertenece
— ¿Quién es?
— Solo alguien más
Me pregunto y respondo; añadiendo una teoría suficiente para dejar atrás toda curiosidad, en un esfuerzo de mi consciente de no dejarlo entrar; como si intuyera, como si supiera que las cosas simples se pueden volver extraordinariamente complejas.
Sin embargo mi subconsciente se aferra al extraño, empezando así su propio juego de dados:
Me descubro espiando, escuchando diálogos ajenos, guardando con cuidado las frases, cazándolas al vuelo.
— “Si no encaja en el perfil que creí… ¿Quién es…?
—Ok, olvídalo, igual ni debe saber que aquí estás…”
Otro intento, otra estocada, corazón y razón retándose en su eterno duelo; desenterrando oportunidades para tenderse trampas, guardándose secretos, ignorando a posta la existencia de ellos; buscando justificaciones “razonables”, pintándolas de lógica…
¿Estaría verdaderamente preocupada y aterrada? ¿O era mi corazón camuflajéandose entre la cordura y la razón para silenciosamente echar a andar la rueda de las probabilidades?
Unas pocas palabras, una inocente petición general, ante una aún más inocente necesidad, un dado al azar:
Una acción con trampa con un callado mensaje, invitándole de forma indirecta, retándole a aceptar, aunque de todos fuera el menos probable…
— No es nada, igual es alguien que para mañana nunca más existirás, sólo guardar para ti que también te vio… sin nombres, ni contactos, un segundo, un pequeño favor de un "para siempre extraño"— mi consciente apostando cruz; un eminente final como basa para su seguridad.
Mi inconsciente tentando en silencio, callando esperanzas —¿Quién sabe? Quizá salga cara…— lanzando las cartas como quien escarba entre las nubes; buscando un trozo de cielo que lo invite al vuelo. Sin saber que, con ello, se jugaba las que podían otorgar el poder de cortarle las alas.
***
Miradas compartidas— ¿quién va?”
1, 2, 3… ¡¡ya está!!! Con un paso al frente se materializa otra de “las pequeñas coincidencias” abriéndose aún más el juego de la probabilidad, uno en el que nunca sabes cómo acabará, ni cuánto de verdad vas a arriesgar…