⇝ CASI PRINCESA ⇜
"Ella era una flor raramente hermosa, pero broto en el lugar equivocado."
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Mi padre, el Rey, murió cuando yo apenas tenia 5 años de edad.
Entonces quede completamente sola, en manos de aquel que presidio a mi padre.
El reinado inmediatamente fue tomado por el hermano menor de mi padre, Blas Valerius, el ultimo hijo del Gran Emperador Vicent Valerius, fundador del Reino de Akra.
El Rey Blas, junto a su esposa, la Reina Ylenia y su primogénito el Príncipe Kaled se encargaron de hacer mi vida un infierno, uno real, hasta que, para evitar que algún día reclamara la corona que por derecho me correspondía, decidieron entregarme al General al mando de tropas, Dominick. Evitando así, mi coronación como princesa, primera heredera al trono.
Los siguientes 15 años, fui reconocida ante la sociedad como la hija adoptiva del General Dominick, como la hermana menor de su único hijo, Zeth y aun en contra de las peticiones del General, como Dama de II generación de la Corte Real.
Desde entonces, la princesa Evanía, Princesa heredera al trono, había muerto para todos.
Dos años antes de mi cumpleaños 20, Zeth y el General a quien ahora llamaba padre, tuvieron que marcharse del Reino por asuntos oficiales. Yo, entonces, volví a quedar sola, nuevamente en manos de aquellos que me habían hecho daño. Ese ultimo año, yo reviví toda la miseria que ellos habían estado guardando para mi.
- ¡EVANÍA! - Un grito atravesó la puerta de mi habitación. - !Despierte ya señorita¡
Abrí la puerta y observe a Lilibeth, la encargada de la casa del General.
- ¿Que sucede Lilibeth? ¿Porque tan alarmada? - Ella se lanzo en un fuerte abrazo hacia mi.
- A llegado una carta del General para usted. - Sonrió ampliamente, entregándome el pequeño sobre en las manos.
No podía creerlo, había esperado desde hace 7 meses noticias del General.
Trate de mantener la calma, pero mis manos temblaban tratando de abrir el sobre, olia a él, a mi padre. Contuve las lagrimas de alegria ante sus palabra:
Mi pequeña Evanía.
Disculpa mi retraso en responder la docena de cartas que sin duda me haces llegar.
Los días sin ti son realmente solitarios, pero ya pronto estaremos de nuevo sentados los 3 junto a la chimenea disfrutando de tus maravillosos postres y de interesantes conversaciones que no tengan nada que ver con el millón y cada uno de los problemas que tu viejo padre tiene que resolver sobre el Reino.
En un par de semanas, la tropa regresara a casa con buenas noticias para el Rey, de esta manera ya no tendré porque volver a dejarte sola en casa.
Cuídate y come bien.
Te ama, tu padre.
Pd: Zeth, esta bien. No te preocupes tanto por él.
No lograba disimular la sonrisa que en mi rostro se enmarcaba, lagrimas cayeron por mis mejillas, de felicidad; abrazaba la carta a mi cuerpo fuertemente mientras ansiaba el momento en volver a ver a aquellas únicas dos personas que hacían la diferencia en mi vida, mi padre y Zeth, aquel por quien mi corazón latía.
- ¿Zeth no respondió ninguna de tus cartas? - Pregunto Lilibeth.
- No. - Sonreí tristemente. - Pero eso ya no importa, él volverá y tendrá que enfrentar la miseria que le haré pasar. - Reí.
- Esta bien. Ahora termina de alistarte y ve a cumplir tus tareas en el palacio. - Rodeo los ojos.
- Me iré de inmediato. - Guarde la carta en un cajón de mi habitación.
- No dejes que te humillen. - Me advirtió seria.
- ¡Oye! No te preocupes, nada podrá arruinarme este día. - Le guiñe el ojo antes de marcharme.
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Cumplir con los caprichos en el palacio como Dama de la corte era mi tarea. Sin embargo solo era el juguete de la Reina y el Príncipe Kaled, el motivo de burla de todos los presentes ante tales humillaciones de su parte.
Después de la socialización real que se realizaba en el salón del palacio cada domingo, para aclarar las acciones y deberes que debíamos realizar en la siguiente semana en el palacio, donde estaban presentes desde los trabajadores de mas baja categoría hasta el alto mando y los gobernantes, todos debíamos ir inmediatamente a cumplir ordenes.