Natalie se llevó la mano a la boca y acto seguido echó a correr por los pasillos desesperada mientras oraba para que Katie estuviera bien.
Entró como un torbellino en urgencias y preguntó en enfermería:
-¿Dónde está Katie?
-Me alegro de que hayas llegado -le dijo una de las enfermeras. Está preguntando por ti. Ve a la habitación uno.
-¿Cómo está?
-Tiene varias costillas rotas y moretones por todo el cuerpo. Lo peor es la pierna: fractura múltiple del fémur derecho.
Natalie se apresuró hacia la habitación y allí se encontró a Estefan y al médico de urgencias, además de varias enfermeras. Inmediatamente se acercó a acariciarle la frente a Katie al tiempo que trataba de no llorar.
-Hola, pequeña.
-Natalie, has venido... -contestó katie débilmente.
-Claro preciosa -dijo con la voz entrecortada-. No pienso apartarme de ti.
Katie se humedeció los labios con la lengua.
-Gracias. ¿Es grave? -Voy a poder nadar de nuevo?
Natalie echó una breve mirada a la masacrada pierna y sintió que le subía la bilis por la garganta. Alzó los ojos para mirar a Estefan y la angustia que vio en sus ojos se lo dijo todo.
-No tiene buen aspecto -le dijo a Katie.
-¿Dónde está el ortopedista? - preguntó Estefan al aire.
Entró otra enfermera corriendo.
-El doctor Sullivan estaba hoy de viaje. Acabo de llamar a su casa pero todavía no ha vuelto.
Estefan lanzó una maldición.
-Tenemos que amputar- sentenció el doctor Thomas, el canoso médico de urgencias.
Natalie abrió la boca.
Katie comenzo a llorar.
Estefan, impasible, miró al otro médico.
-Tenemos que hacerlo, hijo -repitió Thomas-. No podemos reparar tanto daño. el doctor
¡NOO! -gritaron al mismo tiempo Natalie y Katie.
-NO- repitió Natalie con seguridad.
Cinco pares de ojos se clavaron en ella.
-NO -dijo por tercera vez-. Que la lleven en avioneta a Denver. Allí hay buenos cirujanos de ortopedia. Podrán hacer más allí de lo que podemos hacer nosotros.
El doctor Thomas dudó.
-Puede ser, pero...
-El doctor Pike le salvará la pierna - afirmó Natalie. Es el mejor en reconstrucción ósea.
El doctor Thomas asintió pensativamente.
-Si hay alguien que pueda hacerlo, ese es él -dijo. ¿Pero cómo vamos a conseguir que acepte operarla? Selecciona sus casos...
-Lo hará. Lo sé -replicó ella, confiada, ante el escepticismo de los demás.
En aquel instante su deseo de ayudar a Katie significaba más que su intención de mantener en secreto la identidad de su padre.
Miró a Estefan y dijo sin vacilar:
-Es mi padre.
-¿Que es qué? -corearon cuatro o cinco voces.
La mirada de Natalie no vaciló cuando tomó la mano de Katie.
-Lo que tú decidas -le dijo Katie a su hermano.
Estefan no dudó un instante.
-Llámalo.
Natalie corrió hacia el teléfono rogando que su padre estuviera en casa. Cuando Harrison contestó ella casi gritó de alivio.
-Papá, soy Natalie. Necesito que me hagas un favor muy especial. La hermana de Estefan ha tenido un accidente de coche y tiene una fractura múltiple de fémur. Aquí dicen que no podrían salvarle la pierna, nuestro cirujano de ortopedia está de viaje. ¿Podrías...?
-¿Está ahí Alexander?
Natalie le pasó el auricular a Estefan.
-Tiene un shock -le informó a través de la línea- pero, aparte de la pierna, nada grave. Se la ha roto en cinco puntos distintos y los rayos X muestran que uno de los fragmentos le presiona la arteria hizo una pausa y continuó-. Sí, podemos moverla.
Unos segundos después, Estefan colgó.
-Va a enviarnos una ambulancia aérea desde allí. Llegará en media hora.
Natalie estuvo a punto de romper a sollozar. La media hora siguiente pasó como en un sueño mientras el personal de urgencias preparaba a Katie para el vuelo. Nadie puso en duda el derecho de Natalie a permanecer junto a la paciente tomándole la mano y susurrándole palabras de ánimo.
Se mantuvo junto a katie quien ya estaba sedada hasta que la introdujeron en el helicóptero.
-Todo va a salir bien, pequena- le dijo dándole un breve beso en la mejilla-. Mi padre va a ayudarte. Y no te preocupes: estaré allí cuando te despiertes.
Katie asintió, soñolienta.
Estefan se inclinó sobre ella. ¿Estás bien, pequeñaja?
-Sí... -murmuró-. Oye, Estefan... No dejes que... me corten la pierna por favor.
-Katie -dijo él con un nudo en la garganta-, no te lo puedo prometer.
Natalie intervino.
-Te lo prometemos- dijo devolviéndole a Estefan la desafiante mirada.
Puede que no supiera mucho de aquella especialidad, pero confiaba en su padre y su capacidad.
-Natalie... -habló una vez más Katie-.¿Puedes cuidar de Estefan por mí?
Las lágrimas aparecieron en los ojos de Natalie al mirar Estefan, que se encontraba en el mismo estado.
-Lo haré. -Te lo prometo
-Tenemos que irnos, doctor -le recordó el médico a cargo de la ambulancia aérea a Estefan.
Estefan y Natalie dejaron ir a Katie a regañadientes para ver cómo la introducían en el helicóptero.
-Lo siento, no hay espacio para ustedes. Pero no se preocupen: irá directamente al quirófano. El doctor Pike ya está listo y esperándola junto con un cirujano vascular.
La puerta se cerró y ambos vieron perderse el helicóptero en el negro cielo nocturno. Las parpadeantes luces rojas brillaban en la oscuridad.
-Tenemos que llegar allí -dijo Estefan cruzando el césped de vuelta al hospital-. Ve a casa, toma algo de ropa y yo te recogeré allí.
Natalie asintió pero, antes de que tuviera tiempo de moverse, uno de los del equipo de urgencias, Walter, se les acercó corriendo.
-Doctor, mi hermano tiene una avioneta y puede llevarles a Denver si quieren.
-Gracias -dijo Estefan con toda su alma.
-Está en el aeropuerto -dijo Walter-. Lo llamaré para avisarle de que van ustedes para allá.