Una cansada sonrisa adornó el rostro de Harrison.
-Katie está bien. Sus signos vitales están en orden.
-¿Y la pierna?
Hemos arreglado lo que hemos podido, hicimos un clavado intramedular que consiste en insertar una varilla metálica en el canal del hueso del fémur para mantener la fractura en posición y alineada. La varilla sirve de soporte al hueso hasta que sane. Esta misma se inserto tanto en la cadera y rodilla y se utilizan tornillos para fijarla en la parte superior e inferior del fémur y lo hemos recompuesto todo junto.
Natalie dejó escapar la respiración que había estado conteniendo y prácticamente se dejó caer contra Estefan. Él le pasó un brazo por el hombro, como si también necesitase alguien en que apoyarse.
A los ojos de Natalie asomaron lágrimas de alegría.
-Ves... ¿Qué te dije? Todo salió bien, ella va a estar bien -le dijo a Estefan sollozando-. Ha sido el mejor regalo de cumpleaños.
-Le quedará una cicatriz- les advirtió Harrison-. Y probablemente cojee un poco: había muchos tendones y nervios dañados.
-Pero podrá caminar y nadar - reafirmó Natalie.
Harrison asintió.
El joven médico, que aún mantenía a Natalie agarrada, dio un paso al frente y le tendió la mano al cirujano.
-No sé cómo darle las gracias.
Harrison sonrió.
-Es lo menos que podía hacer. Estará en terapia intensiva por esta noche -dijo después en un tono más brusco-, así que váyanse a casa y descansen.
-Quizá sea mejor que me quede.
-No -dijo Natalie con firmeza-. Katie me ha pedido que te cuide en su lugar y eso pienso hacer. -Volveremos mañana a primera hora.
-Me imagino que ya habrá notado lo obstinada que es mi hija -le dijo Harrison.
Los hoyuelos de las mejillas de Estefan reaparecieron por primera vez en muchas horas.
-Sí, señor, ya lo sé. ¿Puedo ver a Katie un minuto?
Harrison asintió. Evidentemente entendía la necesidad de Estefan de asegurarse de que su hermana estaba en buen estado.
En el momento en que él salió de la sala, ella se giró hacia su padre y lo abrazó.
-Papá, te lo agradezco tanto...
-¿Ya vuelves a hablarme? -dijo él bromeando,
Ella sonrió.
-Sí, eso parece. Pero ojalá no hubieses obligado a Estefan a ir a Rocky Hills.
Harrison suspiro.
-Yo tampoco estoy especialmente orgulloso de mi forma de actuar. Pero en aquel momento estaba dispuesto a hacer cualquier cosa, y la hice.
-Después de lo que le ha ocurrido a Katie, esta noche entiendo mejor tus razones. Aunque sigo sin estar de acuerdo en cuanto a los métodos.
-No quise hacerte daño, Natalie. Lo único que quería era estar ahí si necesitabas ayuda. Eso es todo.
-¿Qué le enviabas en aquel sobre? Así fue como me enteré: estaba con él cuando llegó tu carta.
El se rascó la cabeza, la cual llevaba aún cubierta.
-Una carta de recomendación. La misma que había usado para chantajear lo. Me lo pensé mejor, especialmente después de enterarme de tu descubrimiento de la causa de esa epidemia. Tu madre tenía razón: no necesitas que te ayude -hizo una pausa-. Me ha costado mucho admitirlo.
Ella le sonrió.
-Hay, y siempre habrá, momentos en que te necesite. Como ahora mismo.
-Bueno, eso no me molesta demasiado -contestó Harrison-. Estefan tendrá que aprender la misma lección que yo. Si no me equivoco, él también es muy sobre protector, tanto con su hermana como contigo.
Natalie jugueteó con un mechón de su pelo. -Lo hacia siempre que estaba nerviosa.
-No sé si estará interesado...
Harrison le puso una mano sobre el hombro a su hija.
-Confia en mí lo está. Se nota en sus ojos lo enamorado que está. Te lo digo yo qué tenía esa mirada cuando salía con tu madre. Por cierto, hablando de ella ha dejado aquí el coche para que puedas ir con él a casa. Espero que la próxima vez que te vea ya lo hayas arreglado todo con Estefan.
-Lo intentaré - dijo ella abrazándolo por la cintura.
Cuando Estefan reapareció, las arrugas de su cara se habían suavizado.
-Tiene buen aspecto -dijo.
Natalie tomó el coche y se dirigió a la casa de sus padres, en Cedar Park Drive, en el tiempo mínimo necesario y casi sin hablar. Ya había aclarado las cosas con su padre pero aún había algún asunto espinoso que tratar con Estefan. Repentinamente se sintió incómoda. Le había resultado fácil olvidar sus propios problemas mientras había estado tan preocupada por Katie pero, ahora que ésta ya estaba fuera de peligro. Natalie tuvo que hacer acopio de valor para hablar de la situación entre Estefan y ella.
Decidió ocuparse de aquel tema a la mañana siguiente ya que estaba demasiado cansada. Al llegar lo guió del garaje a la puerta de la cocina.
-Ven, te voy a enseñar dónde vas a dormir - le dijo encaminándose a las escaleras que estaban en la sala.
Las siguientes palabras de él sonaron sin aviso previo y la hicieron quedarse inmóvil.
-Todo lo que te dije sobre ti y nosotros era verdad. Puede que omitiese algún detalle pero no te he mentido nunca.
Natalie se giró para darle la cara.
Estaba clavado junto al mostrador de la cocina, alto y seguro de sí mismo.
-Yo quería confesarte por qué fui a Rocky Hills. Pero no pude. Primero porque temía lo que tu padre pudiera hacer de mi futuro profesional. Luego, a medida que nos fuimos conociendo, por otras razones.
-Natlalie asintió con la cabeza...
-Contártelo hubiese sido el fin de tu relación con tus padres. Y me negué a hacer de malo de la película. Ya tenemos bastantes problemas en la vida... Nadie debería pasar por ellos sin el apoyo de la familia.
-Ojalá no te hubiese obligado a cuidarme -dijo ella con la voz rota-. Me hace sentirme fatal, no sólo porque mi padre haya caído tan bajo como para usar esas tácticas, sino porque tú no conseguiste abrir la consulta donde querías.
-No, no sigas. Harrison ya se ha disculpado.
-¿De verdad? ¿Cuándo?