Los Telepatas

Capítulo 13

Yael

Ya hace varios días que habíamos llegado al refugio de Kara y nosotros aún nos estábamos adaptando a cómo funcionaba este lugar, creo lo que menos nos agradaba era estar encerrados, lo cierto es que mi refugio es muy activo, el hecho de que muchos son bastante menores hace que siempre estén jugando o haciendo cualquier cosa por lo que cuando estábamos en Chile salían a la calle o se ponían a correr dentro del miso refugio, para la mala suerte de esos pequeños aquí todos son adultos que desean tener un momento de paz por lo que ya se habían formado alguna que otra discusión por las actividades de los chicos.

Ya había hablado algunas veces con mis refugiados para que buscaran lugares donde jugar o correr sin molestar s los adultos, pero era complicado ya que los únicos espacios que estaban más tiempo desocupados eran donde se entrenaba y ya habíamos llegado a un acuerdo entre mi hermana y yo, de que mientras un grupo no usara el espacio el otro podía usarlo, por lo cual si nosotros no estábamos entrenando los del grupo de mi hermana lo hacían.

Por el momento seguirían peleando los adultos con los chicos hasta que encontráramos una solución viable ya que ir afuera no era opción y menos ahora que se adentraba el invierno. Y aunque había peleas entre grupos debía decir que el refugio es bastante espacioso y cómodo, cosa que no pasaba en Chile, a pesar de todo estábamos bastante mejor que antes.

Ahora estaba en el comedor del refugio tomando algo para desayunar ya que me estaba muriendo de hambre, tomé un vaso de leche y un pan bastante contundente, la verdad es que estaba cansada ya que en la noche no pude dormir muy bien, tuve un sueño que hace mucho no tenía y, de hecho, se me había hasta olvidado, pero para mí mala suerte había vuelto. Siempre que soñaba con ese lugar oscuro y con esa voz femenina repitiéndome una y otra vez lo mismo, terminaba muy cansada, supongo porque mi cerebro no descansa.

Estaba comiendo cuando escucho a una persona gritando mi nombre, me giro y veo a Sara corriendo a mí con una sonrisa en los labios, al llegar a mi lado me abraza muy fuerte.

—¡Feliz cumpleaños! – dice bastante emocionada abrazándome – Dios mío ya tienes 18, eres legalmente una adulta, ¡Estás vieja amiga! – solo me pude reír por las ocurrencias que tenía, aún no me soltaba y yo solo quería seguir comiendo.

—Oye solo soy un año mayor que tú – hable, ahora si me soltó para sentarse junto a mi – así que no me trates de vieja.

—Tal vez solo sea un año, pero seguiré siendo más joven que tu – me daba mucha risa sus comentarios de este estilo – por lo que seguiré diciéndote vieja.

Desde mi cumpleaños número 13 que Sara estuvo a mi lado, ella siempre me dio esperanzas de volver a juntarme con mi hermana y mi prima, siempre me decía que volviera a encontrarlas, lamentablemente Lydia ya no estaba, pero al menos tenía a mi hermana de vuelta. Sara era una gran amiga y también una excelente kinesis, ella me ayudo cuando tome el liderazgo del grupo luego de que pasara toda esa emboscada y que todos los menores quedáramos a la deriva, luego de que los adultos de nuestro grupo fueron asesinados o llevados a prisión; por esa razón creo que le tengo tanto aprecio, ella ha estado cuando más la he necesitado y cuando solo nos reímos de cosas tontas.

Recuerdo cuando ella supo que era una bioquinesis y yo al tiempo presente mis kinesis, al principio me repetía que ella me curaría mis heridas que en ese momento tardaban meses en sanar, sé que siempre se ha preocupado por mí y sabe que no me gusta que sea así, pero de todas maneras lo hace; cuando me enteré que su madre no la había ayudado a ocultarse luego de una pelea que había tenido con unos chicos que eran sus vecinos en ese entonces, yo estuve ahí para ella, recuerdo esas noches cuando intentaba llorar en silencio, yo la escuchaba e iba para abrazarla y consolarla; no hemos tenido vidas fáciles y sé que seguirán siendo un completo desastre, pero sé que siempre estaremos la una para la otra cuando estemos mal y cuando no lo estemos también.

Pasamos toda la mañana juntas, hablando de cosas varias, recordando cuando nos conocimos, es divertido porque al principio no nos llevábamos bien y ahora no podemos estar sin la otra, también se acordó cuando casi la dejo ciega luego de que me asustara en un entrenamiento, desde esa vez que ya no me asusta.

Luego de pasar la mañana juntas fui a entrenar un rato, fue justo luego de comer y hoy mis chicos para celebrar mi cumpleaños se iban a tomar el día libre, no sé porque hacían eso, pero yo los dejo descansar, aunque yo no lo haga. Baje al cuarto piso donde estaba todo lo necesario para el entrenamiento físico, utilice un maniquí para entrenar con mis armas, yo normalmente llevaba una lanza, un par de cuchillos y una espada, lo que menos uso es la espada porque me resulta un poco tediosa, pero de todas formas me gustaba entrenar con ella y eso hice. No sé cuánto tiempo estuve practicando frente al maniquí, volví a la realidad cuando siento a alguien acercarse a mí, me giro levemente para ver quién es y para mi sorpresa es Zigor.

—¿Cuándo llegaste? – pregunté al verlo llegar a mi lado, yo solo seguí entrenando.

—Estoy hace un rato, pero no quería interrumpirte – desde que habíamos llegado al refugio note que estaba más tranquilo, solo que a veces, cuando salía el tema de mis kinesis se tensaba lo que me resulta extraño.

—Gracias – dije acabando de usar la espada y centrándome en él – aunque tarde que temprano me daría cuenta de que estabas aquí.



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En el texto hay: poderes, profesias, conflicto

Editado: 14.03.2022

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