Se oyen gorjeos bajo broncíneas nubes, como en presagio de hecatombe, entonces cientos de Golondrinas arriban, cual flechas del griego Odiseo. Ruidosas y prestas a cazar, comienzan a cortar los aires, así los insectos caen como el dios Promoteo ante el Águila.
Más allá de las alturas se erige El Cable, la mejor zona para perchar bichos; las aves del Estinfalo buscan reposo, mas de imprevisto aparece Heracles, el Tirano Pirirí, rey indiscutible del lugar; rubio es su pecho y gris su manto; en la trompeta es versado, la entona con ternura, mientras las plumas para y las alas engalana. Pero todo el espectáculo no es en son de juglar, porque le enceguece el egoísmo, de modo que repudia al prójimo ¡Aun a los de su misma casta!
Ahí los más gallardos permanecen, uno a uno hasta quedar a quién llamar Único, así las Golondrinas del Estinfalo huyen pavorosas.
–Bzzz –suena y su cabeza se torna en caos.
El rey tirano brinca, e inmediatamente alza la capa de plata. Ave de trueno, que con sus sables negros percha una avispa ¡Manjar para el descanso! Tras un rato el monarca se aburrirá, por tanto alzará vuelo a la vigilia de sus demás dominios, y los Pinzones Mexicanos curarán las heridas de guerra con amorosos cánticos.
Editado: 08.04.2019