Los Testigos

Capítulo: 26

Cayden fingía una sonrisa mientras las cámaras disparaban a su dirección. 

—Estamos haciendo todo lo posible porque el corporativo Tremblay sea una opción más viable de lo que jamás ha sido en nuevas ramas como lo es la medicina...— había ensayado aquel discurso por demasiado tiempo ya; sabía donde tenía que tomarse más tiempo para un mayor énfasis y en que instante se dispararían las preguntas, —Nos hemos preguntado las inquietudes y los...—

Su celular vibraba en su bolsillo y aquello jamás había ocurrido en los ensayos. 

—Un segundo— pidió sacando este y mirando a la pantalla. 

Rascó un poco su ceja y soltó un suspiro. 

—Lo siento, creo que deberé de ser un poco breve, ya que... surgió algo— no necesitaba mirar a Imogen para saber que estaba frunciendo su entrecejo. —El ser humano desperdicia aproximadamente un noventa por ciento de su cerebro, ya que no sabe como utilizarlo y es ahí donde nosotros entramos.

*

—De verdad lo siento— volvió a disculparse Aydan como por quinta vez desde que Cayden había llegado a aquel lugar. 

El rubio pasó nuevamente su mano por su rostro restregándose un poco, estaba algo frustrado, pero sabía que aquello tenía solución. 

—¿Ya le hablaste a tu seguro?— preguntó.

El otro solo asintió mientras Cayden revisaba el daño en la camioneta de este; apenas si había roto uno de los faros, no entendía cómo había logrado golpearse de aquella manera. 

—¿Cómo demonios no viste el carro de enfrente?—

—No estaba prestando atención— admitió.

Cayden miró al más joven con una expresión evidente de molestia en su rostro, hasta que se percató que Aydan articulaba palabras mientras mordía sus uñas. Estaba rezando. 

—¿Ocurre algo?—

—Acabo de chocar— señaló el rubio restándole importancia, Cayden empezó a caminar rodeando la camioneta y 

—Te muerdes las uñas— insistió. 

Aydan apartó su mano y soltó un suspiro. Cayden lo conocía bastante bien, era el hermano que no había tenido. Sabía cuando este mentía o le ocurría algo. 

—Mi madre desapareció— Cayden dejó de caminar cuando su primo dijo aquello, —No tengo ni la menor idea de donde puede estar—

—¿Se llevó el auto?— Aydan se limitó a negar con la cabeza. —Significa que no fue lejos—

—Puede ser—

—Tú tranquilízate— 

Aquel siempre había sido su consejo. Incluso podría decirse que era su marca personal. 

Cayden intentaba no afligirse por cosas que él no pudiese controlar. Creía que aquel era el error principal en su familia.

Además de aquel juego interminable de búsqueda de poder. 

Toda su familia quería conseguirlo sin arriesgar. De acuerdo con Cayden, él era el único que se arriesgaba lo suficiente como para asegurar que estaba cerca de conseguirlo. 

—¿E Imogen?— le preguntó el rubio, 

—Esta molesta conmigo— admitió, 

—¿Ustedes pelean?—

—Más de lo que me gustaría admitir últimamente—

—¿Tengo algo que ver?—

—Esta vez si— confesó, —Generalmente es por no sentirse parte de la familia—

—¿Quién se siente parte de esta familia?—

Cayden apretó un poco sus labios. 

Cayden volteó a observar a su primo. Siempre lo había sentido como el hermano menor que no había podido tener, pero al igual que Morgan había crecido demasiado en un abrir y cerrar de ojos, por lo que él ya no podía seguir interfiriendo en sus vidas. 

Solo le quedaba escacharlos y apoyarles. A pesar de que ellos no quisieran. 

—Venga Aydan, que si no te sientes parte de esta familia tendré que pedirle a Marisol que hable contigo—

—Muy gracioso— Aydan fingió estar molesto y aquello únicamente provocó una sonora carcajada en el mayor, —¿Los interrumpí en algo importante?—

—Estaba frente a la prensa—admitió, 

—¿De verdad?—

—¿Recuerdas que te dije que estaba haciendo algo tan grande que dejaría una marca en la historia?— Aydan asintió, —Se suponía que daríamos un pequeño avance—

—Lo siento, yo...—

—Está bien, Aydan—

No se sentía ni molesto, ni preocupado. Habían peleado muchas veces y sabía que aquella no sería la última. Lo que se podría manifestar que despertaba su curiosidad eran las múltiples llamadas que había estado negando aquella semana y que se habían intensificado. 

Cayden había caído en la desesperación a un inicio de su investigación al no tener los suficientes inversores para llevarla a cabo; fue un trato arriesgado, pero que pronto dio los frutos que esperaba. 

Un pequeño desliz que de acuerdo con él no importaba demasiado. 

Pagaría el dinero antes de la fecha pactada, por ello le extrañaban las llamadas y la insistencia de estas. 

Aplaudió un poco para sacudirse aquella tierra que se había adherido a sus manos después de pasar estas por los autos. 

El rubio miró a su primo. 

—¿Y Marisol?— 

—¿Te conté que tenemos una cita?— 

Cayden miró a su primo sorprendido, este intentaba no sonreír, pero las comisuras de sus labios lo traicionaban. 

—Vaya, ¡Que avance!— exclamó entre risas mientras sentía que el frío de aquel otoño se colaba a sus pulmones. Se acercó a Aydan y le dio un leve apretón en su hombro. 

Cayden intentaba estar ahí para Aydan. 

En sus caídas y momentos en los que su padre se había negado a estar. Desde pequeño sentía aquella responsabilidad en sus hombros, sin embargo no tenía quejas al respecto. El rubio siempre le había agradado ser la cabeza entre su familia; quien de verdad pensaba las cosas y siempre avanzaba con el pie derecho.

Claro que recientemente había tenido un pequeño tropezón, no obstante no era del todo su culpa. Era lo que las acciones de sus padres y tíos habían desembocado. Lo único que hacía a su parecer era evitar que aquello se derrumbara. 

Nadie era perfecto, pero al menos él no era de los que abandonaban. 




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