Los testigos

No mas Dudas, Por favor.

Luego de que Cristian se fuera, estando sola me puse a pensar encima de mi cama y no puede evitar que la llamada volviera a ocupar mis pensamientos. Las palabras volvían a retumbar en mis oídos como si fuera en el presente que las estuviera escuchando "mereces saber la verdad", "no eres quien piensas que eres, no eres quien te hacen creer que eres", "necesito tu ayuda".

 

La piel se me erizo y un escalofrió recorrió desde mis pies hasta mi cabeza, tan lento y a la vez tan rápido que creí que me desmayaría.

 

Comencé a alistar todo para acostarme a dormir, lo hacía poco concentrada, pues más de la mitad de mi aún estaba pensando en todo aquello que estaba pasando en mi vida en ese momento. Me empijame, me recogí el cabello y me dirigí al baño.

 

Frente al espejo en el que me reflejaba perfectamente, comencé a divagar en mi mente, ¿acaso estaba perdiendo la cordura? ¿Me estaba volviendo loca?, aunque no lo quisiera,  cabía la posibilidad de que todo fuera producto de mi imaginación.

 

Cerraba los ojos y todo se tornaba tranquilo, me relajaba y me sentía bien. Cuando los abría, dentro de mi sentía  y sabía que eso realmente estaba pasando, que debía afrontar la verdad sin importar lo poco creíble que era.

 

De repente una sensación de estar sumergida en un pozo de agua negra y sin salida alguna me invadió, el aire se iba y mi organismo no respondía, mi piel se puso pálida y el borde de mi vista se tornó oscuro.

 

Di dos puños a la pared y sentí mi cuerpo caer debido a la fuerza; del impacto, calambres recorrieron desde mis pies hasta mi espalda y comencé a perder el control de mi cuerpo. Veía mis manos moradas y la desesperación dentro de mi sobrepaso su umbral inmediatamente.

Llevaba más de medio minuto luchando por respirar y aun no podía hacerlo; mi vista se terminó de nublar completamente y perdí el conocimiento.

 

Soñé con destellos de luz brillante a mí alrededor, una playa y una mano sosteniendo la mía mientras caminaba a mi lado contemplando el entorno oscuro que se veía por todos lados. Desperté a media noche, exactamente a las 12:32 minutos, estaba acostada en la cama con la mente confusa y mil temores debido a lo que me había pasado.

 

Me quede toda esa noche pensando incansablemente en todo lo que estaba sucediendo; aun me asombraba que Cristian fuera “diferente”, luego estaba la llamada y la nota, todo era tan extrañamente aterrador que lograba quitarme el sueño; como si no fuera suficiente, me aterraba pensar en que algo malo me estaba ocurriendo. Desmayarse sin motivo ¡NO ES NORMAL!

 

Miraba al techo, luego a la ventana medio iluminada, luego nuevamente al techo y así hasta que amaneció. Mi rostro parecía expresar que mi cuerpo estaba cansado, y sin duda alguna, así se sentía. Cuando baje a desayunar, mi abuela no tardo en notarlo.

— ¿Qué te sucedió?—pregunto afanada, luego prosiguió a medir mi temperatura corporal tocándome la frente con su mano derecha. Conseguí evadirla cariñosamente y me senté en el mismo puesto de todos los días.

Ese día hubo jugo de mango y cereal con yogurt, decidí solo comer el cereal con yogurt, esos melocotones me habían despertado el hambre con solo mirarlos.

Concentrada y totalmente sumida en la comida no pude notar que todos me observaban, incluso julio que se encontraba de pie en la puerta del comedor.

-has actuado muy raro Lida- comento mi madre con aire de no tener importancia.

Levanté la ceja derecha con exasperación  claramente notoria en la respiración.

- No es algo que deba preocuparte- eche un poco de cereal a mi boca y luego le dediqué una sonrisa sínica que al parecer la ofendió.

 

Se iba a levantar de la mesa para retirarse pero fui más rápida y me levante, di las gracias, cogí el plato de cereal y salí del comedor. No supe que expresión puso en su rostro, no sé si hablaría al respecto con los demás, solo sé que al entrar a mi habitación luego de todo eso, me derrumbe emocionalmente y sin controlarme, el agua comenzó a brotar de mis ojos con tal frecuencia que me desespere de la impotencia que sentía al no poder detener el flujo de lágrimas que sin duda alguna expresaban mi frustración.

 

David entro después de un rato, yo aún estaba enojada con él y su actitud pero él no lo sabía. Se sentó a los pies de mi cama, me miro y me dijo lentamente: ­— Si sigues con ese comportamiento con tu familia, lo único que conseguirás es que te traten con indiferencia—.

Lo estaba ignorando, no quería ni verlo a los ojos, el carraspeo su garganta y me cogió por los hombros fuertemente para que le mirara.



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En el texto hay: enigmas, magia antigua, romance

Editado: 08.06.2018

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