Los trillizos del gobernador

Capítulo 1: Señor gobernador sus hijos están aquí

Artur:

La junta terminó y todos salieron, quedé solo en esa oficina y miré hacia fuera, estaba nevando y este tiempo me hacía sentir bastante solo a pesar de que casi no tenía tiempo ni siquiera de pensar, pues hacía poco más de cinco meses había ocupado el cargo de gobernador. Sentí unos toques a la puerta y acto seguido entró mi asistente:

—Señor gobernador, sus hijos están fuera —

—Yo no tengo hijos—respondí sorprendido —debe ser una broma de mal gusto.

—Hay tres niños, de cinco años, muy parecidos a usted diciendo que son sus hijos, es que mírelos...—dijo sorprendido cuando tres pequeños de unos cinco años se colaron en mi oficina.

—¿Ustedes quienes son? ¿Cómo burlaron a seguridad? ¿Dónde está su madre? —pregunté sorprendido mientras los miraba asombrado y ellos también a mí, quien fuera que estuviera haciendo esta broma de mal gusto, había buscado trillizos bastante parecidos a mí.

—Artur, yo soy su madre—escuché esa voz que de algún modo me resultaba familiar y quedé helado cuando la vi. La mujer que una vez amé tenía tres hijos y eso solo significaba una cosa.

—Eliza—pronuncié a la vez que hice una seña a mi asistente para que saliera. —Estos niños, ¿son tus hijos? —pregunté y ella sonrió. Llevaba un vestido rojo, justo al cuerpo, un poco más abajo de la rodilla, con un escote pronunciado. Se veía malditamente bella, parecía que el tiempo no había pasado para ella. Aunque hacía más de cinco años que no la veía, estaba igual, incluso más linda.

—Nuestros hijos—respondió colocando sus manos sobre dos de los niños.

—Chicos les presento a su padre, ustedes son los hijos del gobernador . —dijo con simultánea tranquilidad.

—Eso no puede ser—respondí. Lo que menos quería en mi vida era tener hijos. No quería uno, imagina tres.

—Artur, no hice lo que me pediste aquella vez, cuando te conté que estaba embarazada y nacieron estos tres preciosos niños, idénticos a ti—dijo sonriente como si esa fuera una noticia maravillosa para mí y coloqué mi mano en la frente.

—¡Tenemos que hablar a solas! —exclamé algo estresado, esta situación me estaba volviendo loco, ella sonrió con tranquilidad.

gobernatur

—¿Vayamos a casa? —propuso.

—¿A casa? ¿Qué casa?

—A tu casa Artur, a la casa que por derecho le corresponde a tus hijos. —Afirmó.

—Estoy comprometido, vivo con mi novia y no pueden quedarse allí, y... ¿A qué has venido? ¿A qué? Han pasado cinco años, esto no me lo esperaba—exclamé mirando a los pequeños que me observaban fijamente y la verdad es que sí, se parecían bastante a mí. Eso sin contar que cuando terminé con Elisa fue porque estaba embarazada y le pedí que abortara.

Ella no quería hacerlo, me dijo que su sueño era ser madre, tener una familia numerosa y en ese momento me di cuenta de que ella no era para mí ni yo para ella, quería todo lo que yo temía y tomé la mejor decisión para ambos: terminar ese embarazo y terminar la relación para que cada uno tomara su camino y fuera feliz a su manera. Para que pudiera ser madre como ella quería pero lejos de mí y que el padre de sus hijos fuera otro hombre,alguien que si deseara tener hijos y que pudiera ser un buen padre para ellos,no alguien como yo. Le di el dinero para el aborto mientras ella lloraba y no volví a verla, nunca más.

—Artur—suspiró—he visto en las noticias últimamente, como el nuevo gobernador ha creado escuelas nuevas, ayuda a niños desamparados e incluso, incluso creo leyes severas para proteger la infancia, como sanción severa de incluso prisión a los padres que no se ocupan de sus hijos.

—No sabía... —iba a explicar que yo no tenía la menor idea de que esos niños existían.

—Sabías que estaba embarazada—me interrumpió —pero ya el pasado no importa.

—¿Por qué ahora? ¿Por qué después de más de cinco años? ¿Qué te traes entre manos Eliza? ¿Quieres dinero? ¿Es eso? —dije sacando un cheque y poniendo la enorme cifra de tres millones de dólares—ten, si es lo que quieres, nada le faltará con esa cantidad y cuando se les acabe, puedo darles más. —ella sonrió, lo tomó, lo rompió en pequeños pedazos y lo tiró contra mí, me estaba desesperando.

—Quiero que ocupes el lugar que te corresponde en la vida de mis hijos, que seas un padre, uno bueno, que los conozcas, vivas con ellos y los saques a pasear los domingos. Quiero que seas el padre que mis hijos se merecen...

—Te estás comportando de forma irracional—la interrumpí. La verdad no podía hacerme cargo de esos niños, incluso luego del incidente con Elisa me había esterilizado para no tener hijos, no quería ser padre y aunque sonara cruel era la verdad.

—De lo contrario, todos conocerán la verdad y como has estado fingiendo ser alguien que no eres, ser una buena persona, amar a los niños. Como te has burlado de toda esa gente que te apoya, te ama e incluso te idolatra. Piénsalo Artur, eso haría mierda tu gobernatura.




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