Los trillizos del gobernador

Capítulo 9: Nada le importa

Artur:

Llegamos a la casa . Los niños murmuraban algo entre ellos cuando bajaron del auto y se quedaron parados frente a mí como si quisieran decirme algo. Los miré atentos y uno bajó la mirada.

—¿Queríamos preguntarte…? —se sintió apenado, y yo me agaché frente a ellos.

—Puedes preguntarme lo que sea—dije captando su atención.

—Si quieres jugar con nosotros —acabó diciendo su madre tosió—luego de que hagamos la tarea—dijo al ver que los ojos de su madre estaban sobre él.

—Por supuesto, me gusta mucho jugar a la pelota —respondí acariciando el cabello de los tres mientras entramos en la casa. Clara no estaba en casa, yo imaginaba que había salido de compras con sus amigas como era costumbre en ella. Los niños hicieron su tarea muy rápido y yo aproveché la tarde para jugar con ellos. Eliza se limitaba a observarnos sentada desde uno de los asientos que había en el jardín, aunque llevaba ropa deportiva. Eran las seis y estaba sentado a la mesa cenando con los niños cuando Clara entró furiosa al comedor.

—Llevo toda la tarde esperándote—dijo irritada y llevé mi mano a la cabeza, olvidé que era el cumpleaños de su madre y habíamos acordado vernos allí.

—Mi vida lo olvidé por completo —me miró enojada, casi bufando. Luego miró a los niños y a Eliza pero no dijo nada se limitó a subir corriendo las escaleras y yo fui tras ellaella, sabía que estaba enojada y con razón, llevaba días repitiéndome lo del cumpleaños de su madre.

—Clara—pronuncié entrando a la habitación, ella estaba en la cama sentada fumando un cigarrillo, cosa que casi nunca hacía salvo cuando estaba muy enfadada.

—Era el cumpleaños de mi madre y lo olvidaste. Llevo semanas planifficando todo al pie de la letra para que saliera perfecto y no fuiste. Incluso la prensa estaba allí todos esperando que llegaras pero no, no fuiste, seguramente va a salir en las noticias y todo el mundo sabrá que no te preocupas por mí—dijo llorando.

—Si me preocupo, sabes que olvido algunas cosas. Sabes que costeé todos los gastos de la fiesta eso es señal que si me preocupo por ti.

—Me lo estás sacando en cara —exclamó.

—Para nada. Solo quiero que sepas que si me importas. Ahora cámbiate y baja para que cenes con nosotros.

—Ya cené —respondió—. ¿Es en serio Artur? ¿En verdad tenemos que vivir con tu exmujer y esos tres niños? Entiendo que tengas tres hijos pero tienen su madre y resulta muy molesto para mí tener que vivir con ella también. Tienes suficiente dinero para comprarle una mansión a esos niños y su madre y pasarle una pensión millonaria para que vivan felices y contentos lejos de nosotros.

—Te recuerdo que estás refiriéndote a mis hijos...

—Pero vienen con su madre también. Nadie ni el hombre más descarado del mundo tiene a su mujer y a su ex viviendo bajo el mismo techo—se cruzó de brazos.

—Eliza quiere vivir aquí.—le expliqué.

—¿Y por qué vas a hacer lo que ella quiere? ¿Por qué? Tú que nunca haces lo que otros te dicen—cuestionó.

—Eliza me amenzó: Si no vivo con ella y con los niños va a exponer delante de todos que esos niños son mis hijos y que le pedí que se deshiciera de su embarazo en el pasado siendo algo ilegala. Mi carreta política estaría acabada. El pueblo me aprecia, me quiere, si se enteran de esos detalles perdería su favor.

—Perdón no tenía idea de eso—dijo abrazándome—no te preocupes cariño saldremos juntos de esta difícil situación.

Los niños se durmieron y yo estaba en mi despacho haciendo una llamada. Eliza bajó a la cocina, tomaba un vaso de jugo de fresa cuando Clara llegó a donde ella estaba. También se sirvió un vaso del mismo jugo, Eliza iba a colocar su vaso en el fregadero cuando Clara interrumpió sus pasos.

—Me cansa esta situación ya—afirmó captando la atención de Eliza. Ella la miró y suspiró sin siquiera responder.

—Eres una cualquiera, solo viniste a esta casa con esos bastarditos a arruinar mi matrimonio y la vida de mi marido pero no te lo dejaré fácil. Tus días en esta casa están contados —exclamó tirándose el jugo en la cara y colocando el vaso en el fregadero.

—¡¿Por qué hiciste eso?! ¡Para! ¡Me estás lastimando! —gritó intentando llamar la atención de todos mientras se desordenó el cabello, yo que iba saliendo de mi despacho corrí hacia donde estaba toda desaliñada.

—¿Qué coño sucede aquí? —cuestioné mirando a Clara que tenía el pelo hecho un desastre, Eliza suspiró y negó con la cabeza.

—Me tiró el jugo encima y me haló el cabello —gimoteó Clara—quiere que me aleje de ti. —Eliza sonrió con sarcasmo.

—Eliza este es el colmo ¿no dirás nada? —pregunté, ella me observó se acercó a Clara y le pegó una bofetada en el rostro dejándome helado, Clara no hizo más que llevarse la mano a la cara en donde le habían dado el golpe.

—¿Querías que te hiciera algo? —preguntó dirigiéndose a Clara—Aquí está, tienes de que culparme. No le tiré el jugo, ni le halé el cabello pero si le di una bofetada —me dijo suspirando—Sabes bien que estudié defensa personal Artur, nunca le haría a alguien algo tan tonto como solo halarle el cabello. Eres baja y manipuladora ya no te quiero en esta casa al lado de mis hijos—dijo señalando a Clara y saliendo de allí tranquilamente. Clara se sentó en una silla del comedor a llorar y yo me quedé helado. Esa maldita mujer estaba loca. Hacía lo que quería sin importarle nada ni nadie. Parecía que ya nada le afectaba, que nada le importaba.

—No hiciste nada para defenderme—reclamó Clara.

—¿Te tiraste el jugo verdad? —pregunté, ella me miró ofendida

—Esa mujer empieza a lograr lo que quiere, te está poniendo en mi contra y tú estás cayendo en su juego fácilmente.




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