Los vigilantes de Marte

Capítulo 5: Dolores del cuerpo y abrazos reales

06 de septiembre del 2023

 

Valerie West

 

—¿Estas nerviosa? —la voz de Alexander me saca de mis pensamientos, de inmediato recuerdo que me encuentro masticando mi sándwich con la mirada perdida.

 

—Esta debe ser la decimoquinta vez que lo preguntas —le respondo en voz baja mientras me fuerzo a pasarme el sándwich.

 

Por una razón que todavía no comprendo del todo, Alexander se encuentra haciéndome compañía. Usualmente almorzamos en la cafetería como el resto de los estudiantes. Hoy me encontraba más nerviosa de lo normal así que vine a las gradas de la cancha de beisbol, pensé que pasaría mi almuerzo completamente sola mientras trataba de ponerle orden a mis pensamientos. Para mi sorpresa Alexander se unió a mí un minuto después.

 

—Es que tu cara cada vez se ve peor —se limita a responder mientras sigue robándome papas fritas de mi plato.

 

—Eso es justamente lo que todas queremos escuchar, Alex.

 

—Luego me lo agradeces —dice con su habitual voz tranquila y desinteresada, sin siquiera mirarme. Es hasta ese momento que lo veo directamente, había estado tan metida en mi propia cabeza que ni siquiera me había fijado en mi amigo.

 

Está usando, como de costumbre, un pantalón de mezclilla oscura. A petición de todos, o más bien porque Isaac lo obligó, Alex está usando una camiseta gris completamente lisa de mangas cortas. Su paleta de colores hace que le resalte aún más la piel pálida.

 

—¿Qué estás haciendo aquí, de todas formas? —le pregunto, sin apartar la mirada de él.

 

—Las pruebas con las animadoras comienzan en veinte minutos —responde a secas, frunzo las cejas, eso no responde a mi pregunta —. Vine a acompañarte.

 

Me quedo más confundida que al principio. ¿Alex vino a acompañarme?, ¿El mismo Alex que no fue a visitar a Isaac cuando se quebró el brazo porque dijo que estábamos romantizando demasiado la situación?

 

Instintivamente extiendo la palma de mi mano hacia su frente. Alex voltea a verme de inmediato, aun con una papa frita entre los dedos y con el ceño fruncido.

 

—¿Ahora que mierda te pasa? —La irritación se filtra en su pregunta, aun sin apartar mi mano en su frente. No tiene la piel caliente, ni está temblando.

 

—¿Hablas en serio? —frunce aún más las cejas ante mi pregunta —¿Viniste a acompañarme solo porque sí?

 

—¿Por qué no lo haría?

 

—Alex yo… te quiero, ¿De acuerdo?

 

—¿Te drogaste o algo? —Alex cada vez se escucha más confundido, es hasta ese momento que aparta mi mano con la suya.

 

—No me voy a molestar o te voy a querer menos si me dices que Adam te obligó a estar aquí a cambio de ¿Qué? ¿Diez dólares? —hablo apresuradamente, está por responder cuando continúo hablando: —. Está bien si quieres irte, debes tener cosas más importantes que hacer.

 

—¿Por qué me iría?

 

—Porque cualquier interacción social te pone nervioso y dices que el grupo de las animadoras solo sirve para desviar fondos de la escuela a grupos que no aportan nada a la preparatoria.

 

—¿Quieres tranquilizarte? —me dice, mientras usa su mano para pasársela por la cara en un gesto de frustración —. Jesús, Valerie. Nerviosa eres incluso más fastidiosa que Daniel.

 

—Lo que estoy tratando de decir es… —trato de explicarme, ahora un poco más lentamente, aunque no sé si sea porque ya he sacado un poco de mis nervios o porque me acaba de llamar fastidiosa —, que no tienes que estar aquí, si no quieres.

 

—¿Quieres que me vaya?

 

—¿Tú quieres irte?

 

—Mejor sigue comiendo, Valerie —se limita a contestar, volviendo al mismo timbre frustrado.

 

—Sí, de acuerdo —vuelvo a concentrarme en mi sándwich a medio comer mientras extiendo el plato en su dirección para que siga robándome las papas fritas.

 

El silencio se extiende entre nosotros mientras seguimos comiendo, así mismo observo a los estudiantes dispersándose cada vez más por la zona. Además de ser las pruebas de las animadoras, hoy también son las pruebas para quienes quieran entrar al equipo de beisbol, por lo que, además, tendré una vista directa a Adam.

 

Como si no fuera ya suficiente.

 

Como si de una invocación se tratase, observo a los integrantes del equipo de beisbol salir por la puerta que está debajo de las gradas. Todos están usando el pantalón deportivo de la escuela y la playera del equipo, la cual incluye el apellido y el número del jugador en la parte trasera.

 

No hay más de siete personas, ya que la mayoría del equipo se graduó y es por eso que tienen que hacer las pruebas. Todos se ven igual, excepto uno. El número siete, Stell. Es el único que se distingue entre todos debido al cabello dorado.

 

Tan dolorosamente guapo como de costumbre.

 

Me fijo en su apariencia detenidamente, no solo porque sea Adam sino porque hago eso con todos, lo juro. Está usando un pantalón deportivo en color gris, en la parte de arriba está usando la playera del equipo en color azul, me fijo también en cómo se le extiende en los hombros debido a los músculos y le cae un poco más holgada por el abdomen. No le gusta que las camisetas se le ajusten al cuerpo, prefiere que le queden grandes.

 

Adam no cae en cuenta de nuestra presencia ya que se encuentra hablando animadamente con sus compañeros. Con esa soltura y amable sonrisa en la cara que lo ha caracterizado siempre. La misma sonrisa con la que consigue citas con chicas. La misma sonrisa con la que me pidió a mí una cita.

 

—Si tanto te gusta, ¿Por qué lo rechazaste? —suelto un grito ahogado cuando Alex rompe el silencio de repente, no solo por lo que dijo sino porque no esperaba que hablara.



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En el texto hay: youngadult, amisad, young love

Editado: 23.02.2024

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