Ya pasaron seis meses desde que cumplí los tres años y según lo que mis padres habían acordado, cuando ya cumpliera los tres iban a enseñarme a usar la espada y, ¡la magia! Realmente estoy muy entusiasmado. Anoche madre me dijo que iba a tomar mis lecciones de magia.
De los siete días que tiene la semana, tres serían tomados por madre y otros los otros tres, seria esgrima con padre. Así dejando un día de descanso. Vaya semana, ¿no?
En este momento estoy sentado en el sillón de la sala esperando a que madre termine sus quehaceres, de verdad, no puedo aguantar la emoción. Me siento muy inquieto, mi cabeza está por las nubes e inevitablemente no puedo dejar de sonreír.
Por fin madre termina con sus deberes del hogar y se para frente a mí. Sonriente coloca sus manos en su cintura e hinchando su pecho, dice:
—Entonces… ¿Quieres aprender a usar magia?
La manera en que pregunto hizo que las llamas de mi entusiasmo se avivaran aún más.
—¡Sí!, ¡claro que quiero aprender a usarla! Por favor, mamá, ¡enséñame!
Madre muy contenta, asienta la cabeza.
—Muy bien, ese es el entusiasmo que quería oír.
Estando en el mismo lugar comienza a explicarme los fundamentos de la magia. Según sus palabras, dijo que el maná era la base de la magia.
El maná es un tipo de energía que existe en el interior de cualquier cosa, ya sean minerales, plantas, humanos, animales, etc. En sí, no es tan sorprendente. Pero lo que sí, es el saber reunirlo y usarlo a través del poder mágico.
El poder mágico es el conductor del maná, es decir, canaliza y traslada, eso hace que pueda expandirse fuera del cuerpo. De ahí nacen los hechizos y los circuitos mágicos, estos deben de abastecerse de maná para poder ser usados. Sin maná, no sirven.
En conclusión, poder controlar tu maná ayudará al rendimiento del poder mágico. Eso mejoraría tanto la eficiencia como la velocidad de los hechizos, pero madre dijo que me explicaría eso luego.
Dejando a un lado la teoría del maná. La magia se conforma en cuatro tipos: espiritual, elemental, neutral y sagrada.
La magia espiritual, como dice su nombre, usa el poder de algún espíritu que esté dispuesto a prestar su fuerza. Los espíritus son un tipo de seres que viven en otro plano terrenal del mundo.
Su forma siempre suelen ser orbes de colores, a esos se les conoce como espíritus menores, los cuales tienen un poder mágico bajo; en cambio, a los que llaman espíritus mayores, suelen tener la forma de bestias y su poder mágico es gigantesco.
Esta magia es usada más comúnmente entre elfos o hadas, aunque eso no significa que otro tipo de raza no pueda usar esa magia.
Dentro de ese tipo de magia, hay una clase de mago, el cual se llama invocador. Un invocador es aquel que forma pactos con ciertos espíritus, los cuales llegaron a vivir tanto en el mundo de los vivos como el mundo espiritual.
Ser un invocador requiere tener cierto grado de habilidad aparte de una inmensidad de maná.
Ahora, la elemental, a comparación de la espiritual, puede ser usada por la todas las razas; al igual que la neutral. La magia elemental se concentra en el poder usar los elementos naturales: fuego, aire, rayo, tierra, etc.
Y la magia neutral en elementos que causa efectos en el mundo, como: la luz, la gravedad, la materia, la oscuridad. Esta se adiestra más en trabajos como la herrería, construcción, manufactura de materias primas, etc. Aquí se utilizan los circuitos mágicos para poder manejar bien estos.
La magia sagrada es muy especial, ya que no solo usa maná para efectuarse, sino también energía vital. Esto hace que los hechizos tengan un gran impacto sobre el usuario.
En cada tipo de magia surgen sus propias ramificaciones, las cuales aprendes conforme el tiempo.
—Entonces… ¿no podré usar todos los tipos de magia? —pregunté un poco decepcionado.
—Humm. Eso es ser muy ambicioso, aunque no imposible; pero, para poder utilizar todos los tipos de magia debes tener una gran cantidad de maná y un supercontrol del poder mágico —contestó un poco frívola.
Rayos, de verdad quería poder usar todos los tipos de magia, pero usar por lo menos una me bastará. Si la vida te da limones, has limonada ¿no? Aunque su explicación fu bastante amplia, aún tenía muchas dudas, pero creo que se resolverán llevándolo a la práctica.
—En fin. Dejando eso de un lado, te enseñaré como canalizar tu maná y usar el poder mágico. —Extendió su mano para tomar la mía, después de eso, agregó—. Aprieta mi mano y cierra los ojos.
Hice lo que me dijo.
—Ahora te trasladaré un poco de mi maná para que puedas percibir el tuyo.
Comencé a sentir una calidez que atravesaba mis manos y se centraba en mi pecho. Fue una sensación increíble.
—¿Puedes visualizar la forma del maná?
—Sí. La veo, parece como una pequeña flama.
Soltó mis manos y mantuve los ojos cerrados. La flama desapareció en el momento en que me soltó.
—¡La flama desapareció! —grité sorprendido.
—Ahora trata de imitar esa sensación que tuviste en tu pecho, y podrás volver a ver esa flama.
Traté de replicar esa sensación, pero creo que será muy difícil.
¡¿Hugh!? Quedé sorprendido porque pude lograrlo en un instante después de que estaba de pesimista. Realmente no me costó nada replicarlo, fue muy fácil.
—¡Pude hacerlo!
—¡Que bien! —exclamó madre— ahora extiende esa flama al resto de tu cuerpo.
Hice lo que me dijo madre, hacerlo también me costó muy poco. La calidez que causaba el maná, podía sentirlo en todo mi cuerpo. Podía sentir como fluía dentro de mí, era muy extraño pero satisfactorio a la vez.
—Se siente increíble —mencioné asombrado.
—¿Puedes incrementar su tamaño? —agregó—, por favor inténtalo.
Probé hacerlo. Visualice una línea que seguía la forma de mi cuerpo, la línea era delgada y tenue, trate de hacerlo más ancha y densa. Y funciono, pude manipular perfectamente la circulación de mi maná.