Lovath

Corre, corre, corre…

Abeagul Village.

Estoy acostada en medio de mi habitación ya que no puedo dormir, en lo único que he pensado estas tres semanas es en si debo o no enviar mi proyecto a la universidad.

El plazo de entrega termina en una semana.

Siempre dejando las cosas para último momento.

Odio ser una joven adulta, creí que la etapa más difícil fue mi adolescencia pero no es nada comparado al caos que está siendo mi vida ahora, supongo que dentro de 10 años pensaré lo mismo, diré que me estaba ahogando en un vaso de agua.

Ya no estoy segura de que es lo que quiero para mi vida, siempre me apasionó el cine y la música, me imaginaba siendo una exitosa cineasta o una gran cantante.

Trasmitir mis emociones, sentimientos, contar mi historia, las batallas que he ganado, las lecciones que he aprendido, hablar sobre mis errores es algo que me entusiasma ya que así podría ayudar a otras personas.

Miro a mi alrededor y me siento tan sola aquí entre estas cuatro paredes, no tengo a quien contarle como me siento. La única persona que ha estado conmigo desde pequeña es Ekain pero evito contarle mis penas porque no quiero contaminar a la única persona que ha estado a mi lado.

Después de la pelea que tuve con él no lo he vuelto a ver, siempre respetamos nuestras emociones y sé que me está dando mi espacio.

Respiro hondo y trato de imaginarme una vida diferente a esto, nunca he sido de quejarme, he tratado de verle el lado bueno a las cosas, pero llega un momento en el que empiezas a cuestionar todo lo que te pasa

¿Por qué a mí no me sucede esto?

¿Por qué estoy atrapada aquí?

¿Por qué veo como todos avanzan mientras yo siento que estoy en reversa?

Sacudo mi cabeza para eliminar esos pensamientos y evitar que se apoderen de mí.

Me estoy quedando dormida cuando un golpe fuerte hace que mi cuerpo se sacuda, me incorporo rápidamente pero el silencio vuelve a reinar.

Golpes fuertes y rápidos hacen que me sobresalte y me acerco a gatas a la puerta para no hacer ruido.

Miro por debajo de la puerta intentando ver alguna sombra pero no hay nadie, me pongo de pie y abro.

Hay un paquete en el suelo el cual contiene mis datos personales, lo miro sorprendida, volteo mi cabeza a ambos lados pero en la acera no hay nadie, me acerco despacio y lo empujó con el pie.

Me agacho para escuchar si no suena porque puede ser una bomba, lo levanto una voz hace que suelte el paquete al piso.

—¡Epale!—se queja Ekain—ya empezamos la fase de arrojarnos cosas. —bromea.

—Tarupido me asustaste.

—¿Tan feo soy? —preguntó sorprendido.

—Olvídalo —volteo los ojos—, agarra el paquete y entremos a la casa.

Ekain hace lo que le digo sin quejarse y ahora estamos sentados en el piso de la sala jugando piedra, papel o tijera para ver quien de los dos abre el paquete.

—Sabes que si el paquete contiene una bomba no importaría mucho quien lo abra ya que explotaríamos juntos.

—Lo sé, pero siempre se sacrifica primero al burro. —bromeo.

—¿Gracias?, viniendo eso de ti debe ser un halago. —dice orgulloso.

Me armo de valor y tomo al toro por los cuernos, yo misma abro el paquete Ekain empieza a morderse los dientes y me queda viendo dubitativo.

—Ten cuidado no vaya a ser una bomba. —grita.

—Deja tu paranoia, no es una bomba —abro la caja, la cual contiene otra caja—, ¡ush!, es tu turno —le entrego la caja más pequeña.

—¡Claro!, aquí debe estar la bomba.

—Hombre no hay ninguna bomba, ábrela rápido. —le ordeno.

Ekain abre los ojos como platos y ladeo mi cabeza esperando una respuesta por parte de él, no dice nada y saca un celular de la pequeña caja junto con una tarjeta.

—¿Quieres que lea la tarjeta o prefieres hacerlo tú? —me pregunta.

—Adelante —lo animo.

En la vida las oportunidades se dan una sola vez vas a dejar que esto se vaya.

Lo miro confundida ya que no tengo ni idea de dónde viene ese celular, ni quien fue la persona que escribió la tarjeta.

—Tal vez se equivocaron.

Le indicó la caja que tiene mis datos.

—No sé —se toca su barbilla—, no me huele nada bien, nadie regala celulares así porque si.

Asiento con la cabeza.

—Tienes razón, podrías investigar si el celular tiene alguna especie de GPS o qué sé yo.

—Con el número de serie, podríamos saber quien y cuando lo compró. —dice mientras revisa el celular.

—Puedes encargarte de eso ya sabes que yo no sé nada sobre celulares.

—Tengo algunos contactos que me pueden ayudar con eso —sonríe—, cambiando de tema, vine a verte porque quería hablar contigo.



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En el texto hay: misterio, novela juvenil, romance

Editado: 27.09.2021

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