Decidí acompañar a Adora a su departamento o donde sea que se esté alojando. El miedo me recorrió las venas cuando Scorpia me dijo que se había desmayado. Es increíble el como sólo recordarla del orfanato me trae tantos lindos recuerdos. Dormíamos juntas, comíamos juntas, nunca nos separábamos... hasta habían veces que nos bañábamos juntas con los juguetes. Una sonrisa se escapó de mis sentidos, esos preciados recuerdos que yo nunca querría olvidar, los únicos años de mi infancia que no me gustaría borrar.
—¿A que viene esa sonrisa?—dijo ella, asomándose a ver quién sabe qué... ¿mi rostro? Quizás.
—Nada, sólo recordaba nuestros años juntas de pequeñas.
—¿Ah sí? Que coincidencia, yo también... —dijo sonriendo. —Cuéntame qué ha sido de ti en estos largos años.
—Nada interesante. Una pareja me adoptó para presumir el ser una familia amorosa cuándo no lo éramos... no es lo mejor que me podría haber pasado, pero hay peores.
Sí, hay peores. Hay niñas y niños que viven la violencia continua, incluso violaciones de sus propios progenitores. Tuve la suerte de que tal vez no fui deseada, pero no por eso me dieron una vida de mierda... Tal vez es lo mejor que mi madre biológica podría haber hecho por mí.
Esos pensamientos optimistas me los inculcaron mis amigas, quiénes sí fueron correctamente criadas y llenas de amor... por lo cuál suelo envidiarlas a veces, pero las amo por ayudarme a ser una mejor persona.
—Uh.. eso no se escucha del todo bien. Yo fui adoptada a los 11. Desde que te fuiste, no la pasé tan bien en el orfanato..
—¿Porqué? ¿Qué sucedió?
—Pues.. hubo un tiempo en el que te extrañé mucho, me sentía muy sola dado a que eras mi única amiga y había dejado de comer y cuidarme, pero llegó un niño al rescate. Sus padres eran profesores allí, así que él venía a jugar conmigo. Me refugié en los libros y Octavia me comenzó a molestar por ello. Pero nada relevante. A los 11 me adoptó una señora, bastante grande para ser mamá, pero muy amorosa. Ya había adoptado una niña del orfanato, quién tenía 18 cuando fui a casa por primera vez. La pasé bien por esos 4 o 5 años, hasta que llegué aquí.
—Tuviste un poco de suerte al menos, pero me alegro de que estés bien —dije siendo sincera. Estaba contenta de que al menos al pasar un mal rato en el orfanato se le compensó los años siguientes.
—Cambiando de tema. — Se la veía un poco incómoda al tocar el tema, así que decidí cambiarlo. — ¿Qué estás estudiando? ¿Y en qué universidad?
—Pues, estoy estudiando medicina, en unos días comenzarán las clases. Estoy en la universidad de medicina, cerca de aquí.
—Nosotras estudiamos allí también. Vivimos en el edificio cercano —dije entusiasmada. El destino nos juntó otra vez..
—No habían más lugares en la residencia, no? Pasamos por ello también con mis amigos.
—¿Amigos?— Giré mi rostro, desconcertada del plural.
—Sí, ¿recuerdas que te dije que un niño vino a mi rescate en el orfanato?—No pareció captar mi reacción ante lo que dijo y prosiguió. —Pues, ese niño. Su nombre es Bow, es una gran persona.
—¿Estás viviendo con él en el departamento?
—Sip, y junto a Glimmer también. Una amiga nuestra de la primaria...
Un suspiro salió de mis labios, pero igual seguía consternada. Puede ser muy buena persona, pero seguirá sin agradarme la primera impresión de que viva junto a dos mujeres en un departamento.. en plena edad puberta.
Levanté la mirada, viendo que estábamos en la puerta del edificio.
—¿Es aquí?— pregunté curiosa. Es el edificio donde vivo..
—Si. Es aquí.
Entramos al edificio con las llaves del hall y subimos al ascensor.
—Piso.. 12
Decidí quedarme muda. No puede ser que seamos vecinas y me acabase de enterar..
Llegamos y al bajar vi que sólo había dos puertas. (Cosa que a la mañana no había notado por el cansancio del viaje.)
—¿Quieres pasar?
—Con permiso— dije entrado. Noté que era un gran departamento y que, curiosamente, era igual al mío. Como si un espejo fuese puesto en la pared divisioria.
Pude ver a un muchacho viendo televisión y comiendo palomitas en lo oscuro.
Adora me hizo seña de silencio, cosa que sólo asentí y me quedé en mi lugar, viendo como sigilosamente se acercaba de puntitas a su espalda.
De repente frenó de golpe y se tapó la boca, volviendo a la entrada de la misma forma.
—Debemos irnos... —susurró precavida.
Asentí y salimos del lugar.
—Lamento ese lío de recién.. no esperaba ver a mis mejores amigos en pose de tortolitos..
—Que más da.. por lo menos fuiste buena y no los asustaste.— Como yo habría hecho... —¿Quieres entrar a mi departamento?
—Claro...— Levantó una ceja en muestra de confusión, pero siguió mis pasos a pesar de ello.
Fuimos a la puerta de al lado y la abrí. Invitando a Adora a sentirse como en casa.
—¿Somos vecinas? Un poco más y el destino nos pegaba con pegamento...— rió levemente. Que bello sonido.
Entramos al departamento y la invité a sentarse en el sillón.
—¿Deseas tomar algo?
—Tal vez un poco de agua. Gracias, Catra.
Tomé dos vasos y serví agua, viendo como ella prendía la televisión.
Buscó un canal, hasta que llegó a uno donde transmitían películas. Estaban dando "Alicia en el País de las Maravillas".
Un recuerdo me brindó una repentina sonrisa en mi rostro.
Flashback
—Sabes, no deberíamos estar haciendo esto.
—¿Porqué no? Va a ser divertido.
—La directora se va a enojar, Catra...— Adora tenía leves lágrimas en sus ojos, el miedo parecía recorrer su rostro y cuerpo. Acaricié su cabeza con palmaditas —Todo estará bien, Adora. Seguro podremos pedir un deseo o, incluso, hablar con esta flor.
Estábamos terminando de colocar la semilla cuando llegó la directora, Light Hope, y nos envió a nuestra habitación.