Love Sonets

Capítulo 12. Una cena llena de expectativas.

Yoongi.

Creí que me costaría un poco más de trabajo hacer que Carol aceptará una cena conmigo, pero no lo fue, tal vez tuve suerte. Hice una reservación en un restaurante al aire libre, apuesto a que va a gustarle, o al menos, eso es lo que espero, no quiero que se sienta presionada o incomoda.

Fui a mi armario, sacando un traje negro, camisa blanca y una corbata roja. Me vestí de manera tranquila, pensando lo que tendría que esperar de esta cena. Mentira, yo sé que es lo que espero: ver que tanto puede llegar a sentirse cómoda en un lugar donde nadie nos está observando.

Quiero ver que tanto puedo llegar a descubrir de ella, que tanto me dirá y que tanto le diré, porque las cosas pueden dar un giro inesperado, sin siquiera proponérmelo. Terminé de anudar mi corbata, colocándome un poco de colonia y peinando mi cabello con algo de cera. Me miré al espejo y sonrió, me siento complacido con mi vestimenta.

Veo la hora en mi reloj de mano. Genial, voy puntual, ya casi es hora de recoger a Carol a su casa. Salgo de mi habitación, tomando mi celular y cartera, caminando hacia la puerta. En la sala, me encargó de meter las llaves del auto a mi bolsillo, además de tomar un abrigo negro que previamente había preparado.

Salgo de mi casa, caminando hacia mi auto, y al entrar, agarro el control remoto que controla el portón, activándolo para que se abriera. Vuelvo a leer el mensaje que Carol me envió con su dirección, para asegurarme de ir en la dirección correcta.

Conozco bien la zona, así que arrancó el auto, saliendo de mi residencia, cerrando el portón con el control, encaminándome hacia los condominios donde vive. La música clásica inunda el auto, haciendo que tamborileara los dedos de vez en cuando, siguiendo las notas.

No tardé mucho en llegar a mi destino, hoy no había mucho tráfico. Apagó el auto, tomando el celular del portavaso, para enviarle un mensaje.

“He llegado, estoy aquí frente al edificio. ¿Subo por ti?” fue lo que envié. Unos segundos más tarde, llegó su respuesta.

“No hay necesidad, ya voy bajando.”  Asentí, colocando el celular en el portavaso.

No me hubiera molestado subir por ella, pero tampoco voy a presionarla. Salí del auto, rodeándolo para quedar del laso de copiloto, cuando su imagen me impactó de lleno. He visto a muchas mujeres atractivas en mi vida, de distintas nacionalidades y edades, pero Carol González es más que eso. Ella es realmente despampanante, con un aura de fuerza y seguridad increíbles, porque no muchas mujeres usarían un vestido como el de ella.

A simple vista, parece exponer mucha piel, y puede que así sea, pero en mi opinión, creo que es la necesaria para causar un impacto muy grande, mostrar que nada es imposible para ella y lo cómoda que se siente con su cuerpo. Maldita sea. Si ella fuera el pecado en carne propia, con gusto me vuelvo pecador.

–Buenas noches, Yoongi –saludó, inclinando un poco la cabeza.

–Buenas noches, Carol. Gracias por aceptar esta cena –respondí con voz más ronca, pero no hice nada por aclararla.

–No es nada, sólo es curiosidad de ver qué sucede hoy.

–Espero llenar tus expectativas –respondí con una leve sonrisa.

–Esperemos –fue todo lo que dijo.

Abrí la puerta para ella, y aun cuando me miró incrédula, entró, murmurando gracias. Cerré la puerta, aclarando la garganta, ahora que no me veía, para subir a mi puesto.

» ¿A dónde iremos? –preguntó, encendiendo el motor del auto.

–A un restaurante que no está muy lejos, pero creo que va a gustarte.

–¿Crees? –me alcé de hombros por su cuestionamiento.

–Puedo equivocarme, no te conozco lo suficiente para saber que te gusta.

–Esa fue una buena respuesta –felicitó, con una ligera sonrisa.

–Gracias.

–A ti, por considerar que podría gustarme.

–Supongo que yo también podría llegar a ser bueno, ¿no?

–Esa no es mala idea –concedió, haciendo que la mirará de reojo.

Puedo notar algo distinto en ella, no está esa irritabilidad con la que suele hablarme, tampoco la mirada de fastidio, parece como si esta fuera la oportunidad de mostrarme como soy, pero no tengo idea, si eso también apliqué en ella. Como quiera que sea el motivo, me agrada mucho.

No hablamos mucho durante el trayecto, la música era la única que se escuchaba en el auto. No me sentía incómodo por el silencio, al contrario, era relajante, no necesitábamos hablar todo el tiempo, o al menos, eso es lo que yo creo. Llegamos al restaurante, así que me detuve en la entrada.

Uno de los empleados ayudó a Carol a salir, para luego darle las llaves del auto, entregándome una tarjeta con un número. Guardé la tarjeta en el bolsillo de mi pantalón, caminando hacia la entrada, donde nos pidieron mi abrigo y una especie de chal que Carol llevaba.

–Buenas noches, sean bienvenidos a nuestro restaurante, Paradise. ¿Tienen alguna reservación? –preguntó la mujer en la recepción en coreano.




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