Love Sonets

Capítulo 25. Desorientación. Parte 2.

Carol.

¿Alguna vez han sentido en su pecho, una oleada de paz y tranquilidad? Es como si algo los abrigará, como si tuvieras un manto invisible que te reconfortará y hace sentir seguro. Mis ojos aún se encuentran cerrados, mi respiración era lenta y pausada, mi cuerpo relajado y cómodo, todo era un paraíso.

Cuando estuve un poco más consiente de mi alrededor, lo primero que escuché, fueron los latidos de un corazón. Era un corazón fuerte, suave y sereno, un suave arrullo, así que supuse, que estaba en el pecho de alguien. Ese alguien acariciaba mi cabeza, sus movimientos eran suaves y tiernos, me hacían sentir en confianza, calma y armonía. Mi última memoria era algo borrosa, pero las sensaciones seguían presentes.

Volví a intentar abrir los ojos, y cuando lo logré, noté que estábamos en una especie de jardín. El olor a flores y hierba inundó mi nariz, haciendo que la arriscará. Mis manos se encontraban recargadas del pecho de esa persona que me sostenía, y cuando alcé la mirada, lo entendí todo. Él me sonreía de modo dulce, mientras me preguntaba cómo habíamos llegado y dónde estábamos.

No dijo nada, yo tampoco, intentaba recuperar mis últimas memorias, y al hacerlo, sentí el sonrojo cubrir mis mejillas, lo que me hizo querer escapar. Me vergüenza y pena se encontraban al límite, no sabía en qué momento me desmayé, tampoco como quedamos en esta posición, yo encima de él, mientras me abrazaba por la cintura.

Me fui incorporando de a poco, sin dejar de observarlo, sentándome a su lado, momento que aprovechó para tomar mi mano y entrelazar nuestros dedos. Volví a sonrojarme por ese pequeño acto, mis defensas no existían aquí, y eso lo sabía, por lo que rio de manera profunda, haciéndome estremecer de pies a cabeza.

Su mano de deslizó por mi cintura, y no sé cómo lo hizo, pero me arrastro de tal modo, que quedé sentada entre sus piernas, mi espalda chocando con su pecho, sus manos pasando por mis costados, entrelazando sus dedos frente a mi estómago, su barbilla recargándose en mi hombro, soltando un suspiro tan largo y profundo, que me hizo sentirlo como un soplo de vida.

De a poco, volteé a verlo, chocando con la vista de un rostro pacífico y sereno. Sus ojos se encontraban cerrados, pareciendo disfrutar de mi cercanía. Admiré su rostro varonil, su cabello desordenado y rebelde, sus labios finos, su piel pálida. Dios, ¿cómo podía gustarme tanto? ¿Cómo sólo al ver su rostro, podía llegar a sentir un millón de emociones en mi pecho?

¿Qué es lo que haces con mi corazón, Min Yoongi?

–¿Dormiste bien? –preguntó, sin abrir los ojos.

–¿Por qué estaba dormida encima de ti, donde estamos y por qué no me sueltas? –lo ataqué.

Sí, pensé que ya había pasado la etapa de estar a la defensiva, pero estoy tan sensible ahora, que sale como si fuera alguna clase de mecanismo de defensa.

–Contesta mi pregunta, y tal vez contesté las tuyas –entrecerré los ojos, desviando la mirada a unos árboles.

–Dormí bien, gracias por preguntar –respondí de manera seca, haciéndolo reír –. Ahora, contéstame –exigí.

–Pasé por ti, como habíamos quedado, pero no esperaba que te desmayaras frente a mí. Te cargué y te traje a mi casa, para que pudieras descansar, y este parecía ser el lugar más tranquilo. Te acurrucaste en mi pecho, apenas llegamos, así que decidí no quitarte de ahí, esperando a que despertarás –fue su explicación.

Malditos deseos, me han traicionado. Su aliento chocó en mi oído, paralizándome de repente.

» Contestando tu última pregunta: no te suelto porque me gusta sentirte cerca, un artista no puede mantenerse lejos de su musa.

–Aun después de esa escena patética, las cosas que te he contado, incluso como te he contestado, ¿sigues llamándome así? –pregunté curiosa, intentando no flaquear por su voz.

–Tu sabes porque lo hago –susurró, mordiendo de manera ligera mi oreja –. Eres mi inspiración –murmuró, dejando un leve beso en mi cuello –apreté mis dedos en la tela del pantalón, afectada por su intensidad.

Maldito infierno, Min Yoongi es un peligro que constantemente me tienta. ¿Hasta cuándo voy a soportar tal tentación sin seguir cayendo? Sí, la respuesta no es necesaria, porque sé que quiero caer por él, que quiero llegar muy lejos y profundo, pero ahora no es el momento, debo tranquilizarme.

–Es bueno saberlo, tú también eres la mía –aclaré, dejándome caer en su pecho, para que me abrazará más firmemente.

–No hay de qué. Necesitabas ayuda, y claro está, que no iba a negártela –sonreí por su comentario, colocando mis manos encima de las suyas.

–Tuve una discusión con Allison Banks –comencé –. Ella quería golpear a Jhoath, exigiendo un respeto que no merece, así que salí a defenderla. Le dije que era una basura de personas y cosas así, por lo que me abofeteó fuertemente en la cara.

» Eso me hizo recordar momentáneamente el pasado, así que me comencé a sentir desorientada, pero no lo suficiente, para dejarle en claro que no iba a permitir que nadie fuera maltratado por ella. Ni siquiera sé cómo llegué a la salida, es lo último que recuerdo –finalicé, suspirando y dejando caer mi cabeza en su hombro.

–Esa mujer sólo se está ganando mi desprecio y odio –masculló Yoongi –. Ayer se me insinuó en la oficina, pero fui claro en decirle que no me interesaba. Ella no me agrada, no tiene historiales limpios de negocios, tengo mis sospechas sobre que intenta hacer lo mismo aquí, pero si lo hace, no dudaré en destruirla.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.