Carol.
Este es uno de los mejores amaneceres que he tenido en mi vida, porque lo primero que veo, es a Yoongi a mi lado. Duerme plácidamente al otro lado de la cama, con un rostro tan relajado y sereno, que me quedó observándolo por un rato. Aun no puedo creer el modo en que aceptó mis secretos, como consoló mi dolor y me hizo sonreír ante la idea de un futuro mejor.
Futuro, una palabra que no asociaba a mi nombre, pero que ahora no parece tan mala. Giró boca abajo, cruzando mis brazos encima de la almohada, para recargar mi mejilla en ellos, sin dejar de observarlo. Es tan liberador no tener más secretos, tener una confianza recíproca con alguien que es increíble, conocerlo y que te conozca es una sensación burbujeante.
No sabía que el amor podría ser así de hermoso, tranquilo y sereno, pero ahora lo sé, y con uno de los mejores hombres que he conocido. Decidí quedarme con él, porque tenía la suficiente fatiga para volver a casa, y cómo él es un hombre considerado, me dejó quedar. No, no tuvimos sexo o alguna clase de manoseo, sólo conversamos y fuimos a dormir, nada que se considere subido de tono.
Cierro los ojos, suspirando un poco. En unos pocos días, es la inauguración de la galería, algo que me pone un poco nerviosa, pero emocionada, ya que muchas personas tendrán la oportunidad de conocer el arte en un nuevo nivel. No creí que, al aceptar este proyecto, me encontraría con el escenario en el que vivo actualmente, pero no se siente mal, se siente como lo correcto.
Al abrir los ojos, me encuentro con la típica mirada felina de Yoongi, que pareció encontrar algo adorable en mi expresión.
–¿Y esa mirada? –pregunté curiosa.
–Este es uno de los pocos momentos en los que te ves adorable –respondió, acercándose a mí.
–Pensé que ya te lo había dicho, pero no entró en la categoría de personas adorables.
–Eso dices, pero yo logró notar una chispa de ello en alguno de tus gestos.
–Sí tú lo dices –mascullé, escuchando mi celular sonar.
Giré para estar boca arriba, tomándolo de la mesita de noche, sin fijarme en quien me llamaba.
» ¿Hola?
–Hola, cariño, soy yo. Lamento que te molesté, quería saber dónde dejaste el contrato para Carson, vino a buscarlo, pero no sé dónde lo dejaste –dijo Lauren, de manera apenada.
–Está en uno de los cajones de mi cómoda en mi habitación.
–Gracias, cariño. Por cierto, dice que está muy ofendido porque no le pediste permiso para dormir fuera, y que quiere que traigas a tu novio a cenar.
–¿Estás hablando en serio? –pregunté incrédula.
–Sí, incluso dijo que él iba a cocinar.
–¿Esta es otra de sus apuestas?
–Claro que no –respondió, pero algo en su tono de voz, no me hizo creerle del todo.
–De acuerdo, veré si puede asistir…
–¡Nada de si puede! –interrumpió Carson de un grito –¡Viene porque sí! –exigió, haciéndome consiente de que escuchó la conversación.
–Ya lo escuchaste, cariño –intervino Lauren.
–Desafortunadamente, lo he hecho. En fin, te mando un mensaje para avisarte.
–De acuerdo, cariño, nos vemos más tarde –se despidió, colgando la llamada.
Ah, Carson suele ponerse bastante pesado cuando se trata de conocer a mis citas, o en todo caso, a mi novio, pero intuyó, que va más hacia una apuesta que ha hecho con Lauren, que eso. Lo ignoraría y crearía una excusa, pero mejor lidiar con esta situación ahora.
–¿Y esa cara de frustración? –preguntó Yoongi curioso, llamando mi atención.
–Bueno, quien ha sido mi representante y amigo por cinco años, te ha invitado a cenar esta noche a mi departamento –le comenté, dejando el celular en la mesita de noche.
–¿Tu tía estará ahí?
–Claro, pero no creas que toda su emoción radica en conocerte, bueno, una parte sí, pero lo demás radica en una apuesta.
–¿Apuesta?
–Sí, ellos suelen apostar sobre casi todo, un mal hábito en ellos.
–Uhm, suena como un reto bastante interesante –meditó, acariciando su barbilla –. Me apuntó, voy a ir.
–¿Seguro?
–Por supuesto, sería como conocer a quienes criaron a esta mujer maravillosa e increíble de la que me enamoré, así que estoy listo –sonreí ante sus palabras tan seguras.
Eso fue muy bonito, incluso tierno, así que me acerqué, para darle un beso corto en los labios.
–Bien, cena esta noche con quienes podrían fungir como mis padres.
–De acuerdo, pero como aún tenemos tiempo de sobra… –comenzó a decir, abrazándome para girar en la cama, quedando debajo de él, mientras reía por su acción –¿Qué te parece quedarte aquí el resto de la mañana, antes de que vayas a prepárate?
–Me parece bien, si me traes el desayuno en la cama.
–Tus deseos son órdenes –susurró en mis labios, atrapando mi labio inferior entre los suyos, mordiéndolo y jalándolo suavemente, para luego soltarlo y salir de la cama.