Lovesick girls: Viraha

Capítulo 4: Seducción /El chico del recreo. pt2

−Hola− Elizabeth lo saludó en el receso, pero, no recibió respuesta alguna, siquiera, una simple mirada de Joan. El joven reía y se paseaba del brazo con otra muchacha, en aquellos momentos, los sentimientos de la joven de ojos marrones estaban confundidos, revueltos, no sabía quién de los dos jóvenes, Dylan o Joan, le gustaba ¿podrían gustarle los dos al mismo tiempo? No hace mucho, hemos tocado aquel tema, parece que me gusta revolver sobre su pasado. Ella me sugirió que llegó a la conclusión de que Joan jamás le gustó más que como un amigo, nada más que eso. Llegó a querer engañarse de tal manera, que casi lo logra.

Al entrar al aula, Elizabeth se acercó a la ventana, mientras observaba la vereda una lagrima cayó de sus ojos tristes. Andrea, que la contemplaba, la abrazó − ¿Qué pasa? – acarició su espalda.

− ¿Por qué estas cosas siempre me pasan? ¿qué hago mal? –sollozó.

−Todos son unos idiotas –le respondió sin dejar de abrazarla.

− ¿y si me gusta él también? ¿qué voy a hacer? –según me dijo, esos sentimientos mezclados la hacían sentir una angustia infinita.

−No creo que él te guste, estás confundida – suspiró – por un lado, Dylan es tu primer amor –hizo una pequeña pausa – por el otro, Joan es el primer chico que se fijó en ti de esa manera –decía todo con un semblante pensativo –pero cuando se ven tus ojos al mirar a Dylan y cuando te veo mirar a Joan, la diferencia es abismal. –acariciaba el cabello de Elizabeth, quien tenía una cara de reocupación. Un profesor que entró al aula las miró con total desprecio, al año siguiente, ese docente terminó siendo su profesor y, como de costumbre, Elizabeth terminó siendo su favorita.

 

 

−Creo que la confesión del señor Darcy es sin dudas de otro nivel –señalaba Olivia.

−Hola – Joan interrumpió la conversación, posicionándose al lado de Elizabeth, pasando su brazo por el hombro de la misma.

−Hola –Andrea devolvió, más bien en un tono inquisitivo que de saludo, como si examinara algo en el comportamiento del joven.

− ¿De qué están hablando, che? – intentaba adentrarse él en la conversación.

−De un libro –argumentó Lizi.

−Ah – u silencio incomodo los rodeo − ¡qué lindos ojos tenés! – se dirigió a Lizi− un color hermoso.

−Son simplemente marrones – no sabía cómo responder a los halagos, pero, menos ese, porque los ojos marrones eran el color más común en su país –Los ojos de Andrea son más lindos –se encogió de hombros – tiene ojos verdes.

−Y yo también tengo ojos marrones – hizo ojitos Olivia.

−Sí, no, no – tantas objeciones lo habían confundido –Pero ella – señaló a Lizi con un dedo – tiene marrones lindos.

 

 

 

Ese año, Lizi cumplió dieciséis años, al año siguiente estaría en quinto. Ese año también, Joan terminó la escuela secundaria y se marchó a la capital a estudiar derecho. De todas formas, ellos siguieron intercambiando mensajes de vez en cuando, pero, ya no podían verse o tomar algo, ya que él estaba muy ocupado. La diferencia de sus tiempos era enorme. Aunque, él de vez en cuando pasaba por la puerta de la escuela, fingía causalidad, pero era más bien causalidad.

−Ya llegó el acosador –rio Olivia, intentando susurrar.

−Ya viene, vamos, vamos – Andrea tomó del brazo a Olivia.

−Hola Eli ¿cómo estás? – la saludaba el chico desde unos metros.

−Hola, yo estoy bien ¿vos? – se acercó Elizabeth.

−Chau – saludó Olivia que estaba detrás del chico, junto a Andrea. Ambas hacían como que daban besitos, mientras se alejaban bailoteando y tomadas de la mano. Elizabeth les dirigió una mirada de muerte.

−Bien, wau – expulsó una bocanada de aire – no puedo creer lo que creciste –se rascó la nuca – estoy de paso por acá.

−Sí, pasaron unos cuantos meses – el aire era frío –lo mismo digo, no nos vemos desde que terminaste la secundaria.

−Bueno, estás tan linda como siempre – el generador de silencios incomodos le decían− bueno, me voy de nuevo a la capital, vine a ver a mi familia.

−Ah ¡genial! – sonrió – todo un universitario, eh.

−Sí – largó una risa – venía a dejarte esto – le entregó un ejemplar de Alicia en el país de las Maravillas –un regalo.

−Wau, increíble. Muchas gracias.

−Recuerdo que te gustaba mucho leer –metió las manos en el bolsillo de su cárdigan.

−Aun me gusta leer – leía la contratapa del libro. Su personaje favorito seria el Gato de Cheshire, porque era un personaje que intenta llegar a conclusiones lógicas y nunca da nada por hecho, cuestiona todo y siempre intenta llegar a la verdad. Además, ella leyó que Cheshire pertenece a la corriente surrealista, lo que le resultaba interesante. Entre otras cualidades, aquel gato podía aparecer y desaparecer cuando él quisiera.

−Bueno, tengo que irme – le dio un beso en la mejilla.

−Adiós – ella sabía que iban a la misma parada de transporte público, pero lo dejó ir solo. Un beso y un adiós.

 

 

Años después, durante una situación de pandemia tuvieron una video llamada. Elizabeth ya estaba en la universidad de arte y él ya estaba cerca de recibirse de abogado, incluso tenía novia.

−Te acordas esas épocas – le decía, estaba vestido con traje negro y una corbata gris, detrás se podía apreciar un librero repleto, delante, un escritorio de madera, muy sobrio, sobre él un libro del código penal de la nación.

−Fue hace bastante, pero sí –ella tenía un vestido y las manos manchadas con pintura.

−Cuando te regalé un libro – rio – era un verdadero mujeriego, las cosas que hacía. Pero ahora, me siento cómodo con Mariela. –Mariela era la novia de Joan – me dio la paz que necesitaba. Siempre está vigilándome – lanzó una risotada, pero a Elizabeth no le parecía nada chistoso.

−Qué bueno que hayas encontrado alguien que te haga feliz – muy hipócrita de su parte, porque como lo contó, le parecía una relación un poco toxica.



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En el texto hay: romance, drama, amor

Editado: 08.05.2021

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