Luces de Medianoche

✨Capítulo 7: Cuando el Amor Se Vuelve Noticia✨

París, dos días después.

La ciudad seguía siendo hermosa, pero Evelyn ya no la miraba con los mismos ojos. Después de ver a Henry Whitmore y a Margaret Stanford en la ópera, su corazón vivía en constante sobresalto. Sabía lo que venía. Lo había vivido antes. Solo que esta vez no iba a desaparecer sin luchar.

Nathaniel, en cambio, parecía distinto. Más firme. Más decidido. Como si estar a su lado le hubiera devuelto algo que creía perdido.

—No me importa lo que digan —le dijo mientras caminaban por el Puente Alexandre III—. Esta vez, no pienso esconderte. Ni pedirte que te vayas. Si el mundo tiene que arder, que arda. Pero contigo de mi lado.

Evelyn lo miró con mezcla de ternura y miedo.

—Solo prométeme que si esto se vuelve insoportable… no te olvidarás de por qué empezamos.

Nathaniel detuvo el paso. La tomó del rostro.

—¿Cómo olvidarlo? Te amé incluso cuando no sabía cómo respirar sin ti.

La noticia apareció dos días después.

Titular en el New York Herald Tribune:

“Nathaniel Whitmore, heredero del senador, fotografiado con cantante exconvicta en París. ¿Romance o escándalo diplomático?”

La foto era clara. Tomada desde la distancia, pero inconfundible: Evelyn en su vestido negro, saliendo del teatro con Nathaniel del brazo. Bajo la imagen, un subtítulo:

“Evie Rose, antes conocida como Evelyn Dubois, implicada años atrás en un caso judicial que desapareció misteriosamente.”

En cuestión de horas, los diarios franceses empezaron a replicarlo. Algunos con morbo. Otros con veneno.

Y uno en particular… con un enfoque peligroso:

“¿El amor de un político pondrá en jaque los acuerdos internacionales entre EE.UU. y Europa?”

Evelyn sintió cómo su mundo se tambaleaba. Estaba acostumbrada a las miradas, a los murmullos. Pero esto era otra cosa. Una maquinaria.

—Mi padre filtró la información —dijo Nathaniel, furioso, arrojando el periódico sobre la mesa—. Él o Margaret. Quieren desacreditarme. Hacerme ver como un hombre débil, escandaloso. Incontrolable.

—¿Y tú qué harás? —preguntó ella, en voz baja.

Nathaniel respiró hondo.

—Dar la cara.

Esa noche, en una conferencia diplomática en el Hotel Ritz, Nathaniel interrumpió el discurso de bienvenida. Con micrófono en mano, y frente a periodistas, embajadores y empresarios, dijo con voz firme:

—Antes de hablar de política, quiero hablar como hombre.
Quiero hablar del amor.

El murmullo fue inmediato.

—Durante años he sido parte de una familia que me enseñó a negociar, a callar, a actuar con prudencia. Pero también aprendí lo que significa perder a alguien por no tener el valor de luchar. Y no pienso repetirlo.
Ella no es mi vergüenza. Es mi verdad.
Y si eso significa perder mi apellido, mis contratos, mis títulos… entonces bienvenidos sean. Porque prefiero perderlo todo antes que volver a perderla a ella.

Silencio. Inmenso. Tenso.

Hasta que alguien aplaudió.

Y otro.

Y otro más.

El salón estalló en un aplauso prolongado, incierto, pero poderoso. Había confusión. Reacciones divididas. Pero una cosa era clara: Nathaniel había elegido el amor… en público.

Horas después, Evelyn lo esperaba en casa. Tenía los ojos enrojecidos. Cuando él entró, no supo si golpearlo o abrazarlo.

—¿Estás loco? —susurró.

—Sí. Por ti.

—Te van a destruir, Nathaniel.

—Tal vez. Pero esta vez... tú estarás conmigo para verlo.

Ella lo abrazó. Lloró. No de tristeza, sino de alivio. Porque después de todo, no habían luchado en vano.

Pero lejos de allí, Margaret cerraba un periódico con gesto gélido. Henry servía whisky sin decir una palabra.

—¿Lo dejamos? —preguntó él.

Margaret se levantó.

—¿A ti te parece que una simple confesión pública limpia a una mujer con pasado criminal y lo hace apto para la política internacional?

Silencio.

—No. Si quiere jugar con fuego… le mostraremos lo que realmente puede arder.

Y así comenzó el siguiente paso: el ataque directo a Evelyn.

La historia estaba lejos de terminar.

Lo que venía no era solo una guerra mediática. Era una guerra de reputaciones, de verdades a medias, de secretos que aún no habían sido revelados.

Y en el centro, Evelyn… y su pasado, que aún tenía muchas cosas que contar.




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