Luces y Sombras - Enhypen

03

 Jihyun se reencontró con su madre y hermana, aun sin soltar la mano de quien es su prometida. Gigi mantenía su semblante inexpresivo, bloqueada, mientras lágrimas violentas se deslizan como cascada por sus mejillas.

 Se encontraban en una especie de túnel amplio y oscuro. Jihyun palpa las paredes en busca de una antorcha, para que con sus habilidades de supervivencia crear chispas y encenderla.

 El espacio fue iluminado y allí se pudo observar mejor quienes fueron los sobrevivientes de aquella masacre. Solo había diez personas, una escogida de la tercera generación, dos chicos de los doce seleccionado, Jihyun y las seis mejores amigas.

 Edith abrazaba a Gis y Mary a modo de protección, y Daphne había logrado salvarse con la ayuda de un muchacho que la tomó a tiempo. Claire se sujetaba a su madre y Gigi permanecía al lado de Jihyun.

 El ambiente estaba sumido en una espesa tensión.

 —Debemos avanzar –dice Jihyun mirando a su madre–. Llegaremos en menos de una hora al refugio si caminamos ya.

 —Lo sé, mi amor –contestó Jenah con un suspiro cansino–. Guía el camino, por favor.

 Él asintió y se dispuso a ir delante de todos, indicándoles a todos el camino. Hizo ademán de soltar la mano de Gigi, pero esta solo afirmó su agarre sin decir absolutamente nada. Jihyun miró con dolor su rostro en shok y sujetó firmemente su agarre para emprender el camino.

XXX

 El príncipe observaba el panorama con satisfacción. Toda su vestimenta teñida con sangre le hacía ver absolutamente peligroso, contrastando con el rojo de sus ojos y las leves salpicaduras del fluido rojo en su piel.

 Había cumplido lo planeado. Exterminó a la raza más poderosa del mundo. Vengó la muerte de ciento de vampiros caídos en la última guerra.

 Los otros príncipes llegaron a su encuentro después de asesinar al último cazador en pie.

 —¿Se aseguraron de no dejar a uno solo con vida? –inquirió Jungwon.

 —Despejado, hermano. –afirmó uno de ellos, Sunoo era su nombre.

 —Inspeccionen otra vez. Si es posible derribemos el palacio, pero no quiero saber que se les ha escapado un maldito cazador. –ordenó pasando su mano sangrienta por su pelo desordenado.

 —Podrías hacerlo tú y dejar de regodearte sobre una victoria que no fue solo tuya. –replicó un príncipe de actitud altanera. El príncipe Jay.

 —Te recuerdo que el plan fue mío.

 —Y estuvimos de acuerdo porque también queríamos acabar con los cazadores –se encogió de hombros Jake–. Pero fuera de eso, ninguno obedecerá otra orden absurda tuya siendo los mayores. A excepción de Niki, claro.

 —Ni siendo el menor de todos obedecería a nadie. –se enfurruñó el mencionado.

 —Me importa una mierda lo que sean, hagan lo que les digo –golpeó el aire con su mano, harto de la actitud de sus hermanos–. Padre me dejó a cargo de esta…

 —Padre es un maldito loco –le interrumpió Jay–. Le obedecemos porque es nuestro rey.

 —Y pronto yo lo seré.

 —Tú no serás un carajo si te mato ahora mismo. –le retó Jake, sus ojos tomaron un color carmesí.

 —Inténtalo –se acercó a Jake, no dejándose intimidar–. Sabes que de los dos, yo soy el más poderoso.

 Jake apretó sus puños, aguantando las terribles ganas de golpearlo con todas sus fuerzas, pero tenía bien claro que nadie se metería realmente con Jungwon, no cuando su poder ponía en desventaja a todos.

 —Esto es innecesario –bufó el mayor de los hermanos, Heeseung–. Hagamos lo que tengamos que hacer y vámonos de aquí.

 Jungwon sonrió triunfante cuando Jake se apartó, respondiendo positivamente a las palabras de su hermano mayor.

 —Destruyamos todo –continuó Jungwon con otra orden–. Vamos a dejarles el mensaje a los habitantes del imperio de que sus dioses ya no estarán para protegerlos.

 Renuentes y a regaña dientes se devolvieron a inspeccionar nuevamente el gigantesco lugar y a destruir toda la estructura. El príncipe Heeseung miró extrañado a su hermano menor Sunghoon, el cual tenía la mirada ida y sus movimientos eran automáticos como un Zombie.

 —¿Te sucede algo? –preguntó una vez se le acercó. Sunghoon se espabiló apenas le habló.

 —¿Yo? Nada, solo me siento algo débil. –señaló con un suspiro pesado.

 —Pues aliméntate –solucionó refiriéndose al montón de cuerpos sin vida que se encontraban regados por todas partes–. Ahora terminemos esto antes de que me entren ganas de arrancarle la cabeza al hala bolas de Jungwon.

 Y se alejó de él, permitiéndole a Sunghoon volver a perderse en sus pensamientos. Su corazón había dejado de latir ya hace un rato, solo que la sensación de ese órgano bombeando fue nueva e inesperada para él. Más inesperado fue que sucediera justo cuando hizo contacto visual con aquella chiquilla rubia.

 Debía investigar más de esto. No se quedaría con la duda.

XXX

 Todas se hallaban descansando, hacía horas que llegaron a una gran casa oculta con magia de brujas en el bosque que rodea al imperio de Rot. Jihyun y su madre se prepararon para regresar al palacio, partiendo con los dos jóvenes entrenados una vez dejaron a las chicas dormidas.

 —¿Gigi-unnie? –Susurró muy bajito la voz de Claire–. ¿Estás dormida?

 No lo estaba. No podía dormir por la terrible opresión que sintió aplastar su pecho al verse desprendida de su padre, de la única familia que le quedaba. Tendida sobre las suaves mantas estrujaba sus brazos, buscando mitigar el dolor interno que la comía viva.

 —Gigi, amiga, estamos aquí para ti. –se acercó Edith para envolverla con sus brazos.

 Las demás hicieron lo mismo segundos después, provocando que la pelirroja rompiera en llanto, soltando chillidos ahogados y temblorosos. Las otras acompañaron a su amiga, llorando la misma pérdida: sus padres.

 Claire se sentía muy mal por sus amigas, ella tenía a su mamá y hermano con ella ahora, a salvo. Se sintió de alguna forma excluida, el no experimentar el mismo dolor que la demás la descompuso.



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Editado: 25.06.2024

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