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Claire salía de aquella panadería, muy contenta con su ración de magdalenas glaseadas, cuando escuchó que en el local de enfrente había un alboroto.

—¿Esa que se oye es Daphne? –inclinó su cabeza confundida y volvió a oír otro chillido de parte de su amiga–. ¿Qué rayos está haciendo esa chica?

Guardó su preciada magdalena en la bolsa donde se la entregaron, subió su capucha cubriendo bien su rostro y entró tomando todo el valor del mundo a ese nido de mariposas.

—Adelante, principito de mie…

—¡Oye, oye, oye! –llegó hasta ella corriendo para taparle la boca a su amiga antes de que se le escapara otra grosería–. ¿Qué haces? ¿Estás peleando con ellos? ¿Estás loca?

—Están deteniendo la fila –acusó Daphne ignorando las señas de su amiga que le pedían que se callara la boca–. Tardaremos una eternidad aquí si los dejo pasar y no conseguiremos la medicina para Gis.

—Sólo estamos haciendo nuestro trabajo –habló Heeseung con voz suave–. Inspeccionaremos nada más. La única que está deteniendo la fila con un escándalo eres tú, cazadora.

Daphne hizo ademán de querer golpearlo pero Claire la detuvo nuevamente tomando sus manos, las cuales sujetaban peligrosamente sus cuchillos.

—Basta, Daphne –susurró en advertencia con cierto temor–. A Gigi-unnie no le gustará nada que nos hayamos metido con ellos sin que nos atacaran primero.

La mayor sostuvo la mirada de su compañera, no estaba dispuesta a ceder, pero Claire tenía razón. Aunque quisiera matar a esos dos vampiros Gigi fue muy clara, y si desobedecía sus órdenes el plan se irá al demonio.

—Solo quiero la medicina de Gis. –dijo un poco más tranquila. Su compañera suspiró aliviada por no tener que lidiar con una Daphne endemoniada.

—Señor Zaygen –volvió a hablar Heeseung, llamando la atención del nombrado, que se levantó inmediatamente–. Busque la medicina que ella está pidiendo, por favor.

Ambas chicas se miraron entre sorprendidas y extrañadas. Y no fueron las únicas, Sunghoon miró a su hermano mayor aturdido por su repentina amabilidad.

—Por supuesto, señor. –el boticario hizo una reverencia a los príncipes y salió corriendo al estante donde estaba dicho medicamento.

—Gracias –dijo Daphne a Hee oyéndose algo tosca, a lo que Claire le da un codazo–. Y lo siento. Por el escándalo.

—Está bien, sé que no lo sientes y te ha encantado hacerlo –responde el más alto, sonriendo burlón–. Ha sido lo más entretenido de la tarde.

Daphne se sonroja y desvía la mirada con una sonrisa maliciosa. Claro que le ha gustado hacer aquel escándalo, verse autoritaria e intimidante le otorgaba atención y respeto de otros.

—Cielos, es muy lindo –susurró la rubia mirando al elfo buscar en su estante–. Tenías razón. Los elfos son las criaturas más hermosas de todas.

La mayor rió al ver el sonrojo de Claire. Sin embargo, la rubia dejó de sonreír cuando una mariposa de alas azules voló muy cerca de su rostro, con claras intenciones de escabullirse dentro de su capucha.

—¡Quítateee! –chilló espantada.

Dio un brinquito e hizo aspavientos para alejar aquel insecto. Retrocedió varios pasos para que la mariposa no la tocara, provocando que se estrellara contra el pecho de alguien, el cual la sostuvo firmemente.

En el proceso la capucha de Claire calló y en cuanto subió la mirada, para ver a su salvador, sus ojos se encontraron con unos sorprendidos ojos acaramelados.

Sunghoon sintió su pecho arder. Su corazón estaba frenético y cada centímetro de su cuerpo hormigueaba debido a la cercanía de la chica.

—Bendita sea la luna por escuchar mis ruegos –murmuró sin aliento–. Por fin te he encontrado.

—¿Es ella? –los ojos de Heeseung se abrieron hasta más no poder de lo sorprendido que quedó.

—¿Ella? ¿Ella qué? –Daphne se alerta al ver a su amiga siendo apresada por aquel vampiro que no dejaba de verla de forma extraña.

Sunghoon quitó el pañuelo que cubría la mitad de su rostro y bajó la capa alborotando levemente su cabello. Claire soltó una exclamación en el momento que Hoon le sonrió, y toda su sangre se agolpó en su rostro de golpe.

Retiro lo dicho. Esta es la criatura más hermosa de todas.

Una tos fingida explotó la burbuja en la que estaban estos dos, y se volvieron a ver a Hee, quien había oído lo pensado por la rubia. Daphne parpadeó un par de veces aturdida, confundida con la escena.

—Aquí está la medicina. –el boticario le entregó la botella y esta se la arrebató de las manos, pagándole sin mirar la cantidad.

—Gracias y adiós –sacudió su cabeza para espabilarse–. Andando, rubia.

La mayor se disponía a llevarse a su amiga del brazo, pero a Sunghoon no le gustó para nada cómo separaban a su latido de él, por lo que su instinto posesivo salió a flote. Lo siguiente pasó en cámara lenta.

Sunghoon se le va encima a Daphne, pero la chica reacciona antes de que siquiera llegara a tocarla, repele el agarre y toma su cuchillo para clavárselo en el cuello. Pero Hee es más rápido y detiene los movimientos de Daphne, ganándose una mirada asesina por parte de esta.

Sunghoon tragó duro al ver el cuchillo casi rozar su cuello.

—Déjalo. –ordenó Hee con suavidad.

—Él me atacó. –puntualiza Daphne.

—Daphne… ya basta. Vámonos. –exigió la rubia halando a su compañera.

—Ya la oíste –el vampiro vuelve a hablar–. Tienes la medicina, váyanse.

—Heeseung…

—Silencio, Sunghoon. –suelta en un tono bastante serio.

Ninguno de los dos rompía el contacto, y pese a que el corazón de Hee golpeaba con frenesís él no iba permitir que hirieran a uno de sus hermanos. Aun tratándose de su alma gemela la asesinaría si tocaba a su familia.

—Con su permiso, príncipe Heeseung. –dice por fin la castaña antes de marcharse, provocando un huracán en el interior de Hee.

Aquel sonido ha sido la melodía más hermosa que haya oído, pronunciado por los labios del instrumento más insufrible de todos.