Estaba sentada en el tronco de un árbol dentro del bosque, a unos metros de la carretera, Bentameleon y yo habíamos decidió internarnos un poco entre los arboles antes de que los humanos responsables de la seguridad aparecieran, cosa que ocurrió como a las dos horas. Realmente Dios me mando a un lugar tranquilo, el área esta tan abandonada que tomo mucho tiempo para que por fin alguien reportara un accidente tan grotesco como el que había en la via. Supongo que me mando aquí previendo que yo tendría un plan y este lugar tan alejado me privaría de poder cumplirlo. Pero se equivocó, esta tranquilidad es justo lo que necesito para la ejecución perfecta del plan.
-Betameleon- dije algo aburrida- ¿el humano ya despertó?- pude oír como Bentameleon que estaba detrás de mí revoloteaba con sus diminutas y asquerosas alas- no mi señora, pero debería hacerlo dentro de poco, el hecho de que allá mezclado su sangre con la daga le salvo la vida sin duda alguna.
Al terminar Benta su frase me voltee sobre mi cuerpo para verlos a ambos, el humano estaba tendido en el suelo con posición de crucifixión, ya que a bentameleon le pareció gracioso ponerlo así, sus heridas habían desaparecido, y ahora solo quedaba su asqueroso cuerpo humano.
Sinceramente nunca había estado tan cerca de alguna de estas creaciones fallidas, pese a que ya los había visto antes en el pozo del infierno mientras aprendía sobre ellos. Este humano es de pelo castaño claro, su tono de piel es blanco y debe medir al menos 1,70 aunque no puedo afirmarlo con seguridad, es delgado y sus rasgos faciales no son para nada duros, debe ser un debilucho de seguro, pero servirá para su propósito.
-Bentameleon- solté de nuevo haciendo que me volteara a ver el pequeño demonio que tenía enfrente- ¿fue fácil conseguir lo que te pedí?- Bentameleon se quedó callado por unos segundos y después sonrió con esos dientes puntiagudos amarillos y podridos suyos- claro mi señora, fue más fácil de lo que pensábamos conseguir las sietes semillas de los pecados capitales, sobre todo porque no había ningún arcángel revoloteando por allí-
-Es cierto- razone- no vi a ninguno de mis hermanos, usualmente Miguel esta con papa cuando los visito, pero esta vez no había rastro de su engreído rostro, ¿seguro que no viste a ninguno?- no lo había pensado pero la idea que no estuvieran en sus islas me preocupa ¿dónde estaban?- no mi señora, ni uno de ellos, tan solo tuve que pasar a los guardias angelicales con ayuda de un humano al que le pedí el cuerpo amablemente y lo demás fue pan comido-
-Bien, al menos tienes los pecados, pensaremos después donde pueden estar mis hermanos- Bentameleon asintió y se voltio para darme la espalda, su parte trasera se abrió como la boca de un enorme sabueso mounstro y de su espina dorsal fue escupida una bolsa de cuero con un lazo de plumas de ángel alrededor.
Justo por esto Bentameleon era el único que podía venir conmigo, cualquiera de los otros hubiera sido detectado por la cúpula celestial y papa habría sabido que algo estaba mal, pero Bentameleon era conocido como el demonio amable, era el único que pedía permiso a los humanos para entrar en su cuerpo o alma, así se camuflajeaba.
Gracias a esa habilidad pudimos obtener la bolsa de los pecados, con la cual tendré el poder de cada uno de los siete pecados capitales al menos una vez, lo que me da una ventaja sobre todos los seres humanos, tan grande que podre lograr mi cometido en seis meses como acorde con papa.
-Mi señora, puedo preguntar ¿Por qué eligió traerse los pecados y no algún arma celestial?- mire fijamente al demonio y le conteste- porque mi padre no puede detectar la energía de los pecados en la tierra- Bentameleon ladeo la cabeza confundido- te explico inútil, un arma celestial posee propiedades de ángeles o demonios, pese a que negocie con mi padre que no podía usar su omnipotencia el aún puede sentir dichas energías, en cambio con la tierra tan corrompida una alteración en la energía de los pecados es imperceptible- Bentameleon asintió complacido con la explicación- inteligente como siempre mi señora-
-Ahora el único problema es que debemos desatar la bolsa con algo divino como una daga o un cuchillo bendecido, sino, no podremos usar los pecados como poderes, y mi ventaja sobre los humanos se perderá-
Bentameleon iba a decir algo, cuando de repente el humano despertó abruptamente balanceándose hacia adelante y gritando-¡no me mates!
Mire a la cara al mini demonio y ambos soltamos una carcajada- parece- dije- que esclavice al peor de los humanos- Benta me miro divertido- definitivamente-
El humano miro hacia arriba confundido, y de un movimiento se incorporó hacia adelante quedando sentado- ¿Quién...?, ¿Quiénes son ustedes?- pregunto- mi nombre es Bentameleon- respondió el pequeño demonio colocando su diminuto brazo garra sobre su pecho para parecer formal- y soy un demonio de las profundidades del infierno, y ella es lucy o lucifer, la reina del infierno.
El hombre volteo a verme y clavo sus ojos azules tan asquerosos como el mismo cielo en mí- ¿lucifer?- dijo con vos temblorosa- eso es imposible- clave mis ojos sobre los suyos con la misma intensidad que lo hacia él- estás viendo un demonio salido de la biblia o el libro en el que creas volar, ¿pero es imposible que yo sea lucifer?-
-Pues déjame decirte que si lo soy- me levante del tronco donde estaba y me agache al frente de el a unos pocos centímetros de su cara- soy lucifer, el diablo, el maligno, o como quiera que me conozcan en la religión que prácticas y yo-
-No creo en religiones- el humano me interrumpió, y por un breve momento pude notar que sus ojos cambiaron de intensidad, a una muy familiar que no pude reconocer, pero que sin embargo hiso que me estremeciera para bien y para mal.
-Si vuelves a interrumpirme- le dije y torne mis ojos rojos los cuales había ocultado tras unos azules más humanos- te saco las tripas y me las como mientras me ves- el humano palideció y enterró su cabeza en sus manos, lo que fuera que había visto y sentido en sus ojos se esfumo mientras hacía dicho movimiento.