"Un hombre de aproximadamente treinta y un años, ha sido encontrado sin vida en su departamento. En la brutal escena puede verse al hombre crucificado sobre una de las paredes del living, en una cruz de metal con sus cuatro extremidades atravesadas por un objeto punzante en cada una de ellas. Se cree que se trata del asesino del péndulo, el cual es buscado desde hace meses; sin embargo, las autoridades locales aún no pueden dar con él. En la escena fue encontrada una caja que contenía un péndulo con la imagen de un caballo en la cubierta."
—El asesino del péndulo— repite un joven con diversión.
En el centro de una habitación, un joven de unos veinticinco años descansaba sobre un destartalado sillón, su cabello alborotado en un tono magenta vibrante resaltaba en la penumbra. Frente a él, un viejo televisor parpadeaba, proyectando las noticias del día en una pantalla algo desgastada por el paso del tiempo.
Con un gesto despreocupado, el joven lleva una de sus manos hacia su cabello magenta y lo alborota aún más, creando un aspecto desenfadado y rebelde. Sus dedos se deslizan entre los mechones coloridos mientras una sonrisa ligera curvaba sus labios.
Con un movimiento ágil, saca una caja de cigarros de uno de los bolsillos de su pantalón negro. Este estaba adornado con cadenas decorativas que se mecían con cada movimiento, añadiendo un toque de estilo audaz a su atuendo. Toma uno de los cigarros y lo posa entre sus labios con una elegancia casual, como si fuera un gesto tan natural como respirar.
Un sonido repentino rompe la tranquilidad de la habitación, un pitido agudo que parecía surgir desde algún rincón del viejo sillón. Con un gesto de desgano, el joven aparta el cigarro por un momento y comienza a buscar el origen del sonido.
Sus manos exploraron los huecos y los pliegues del sillón desgastado, buscando con resignación el desgastado teléfono celular que a menudo se perdía entre los cojines.
El joven estira levemente su negra camisa, revelando su preferencia por ese color sobre cualquier otro. Para él, el negro no era simplemente un color, sino más bien la ausencia de luz que podía reflejar metafóricamente su estado de ánimo y su personalidad. Era una elección consciente que reflejaba su estilo y su actitud hacia la vida.
Luego de lanzar una bocanada de aire desde sus rojizos labios, símbolo de su desinterés por lo que venía a continuación, revisa el dispositivo y encuentra un mensaje a la espera de ser leído. La pantalla ilumina su rostro con una tenue luz azulada mientras enfocaba su atención en el contenido del mensaje.
Abeja reina, lee en el destinatario del mensaje.
—Te has perdido toda la diversión.
Una sonrisa se escapa de sus labios y sin demora, presiona el icono de respuesta y comienza a redactar su mensaje:
—No sabes cuanto deseaba presenciar tu divertido juego, sin embargo, no soy un gran aficionado de ver a las personas morir— responde con ironía.
El joven deja el aparato a un lado, sintiendo cómo la soledad se intensifica en el ambiente. Convivir entre las mismas paredes deterioradas comenzaba a abrumarlo, y su única compañía tangible era el retrato de su madre junto a él en su niñez, sin embargo, el retrato tenía algo inusual: una tercera persona, que llevaba una cruz en el rostro que se aseguraba de cubrirlo por completo.
El sonido repentino del aparato rompe la quietud de la habitación, sacando al joven de sus pensamientos para tomarlo nuevamente entre sus manos.
—La vida es tan corta y tú te amargas demasiado.
Y este deja escapar un suspiro.
—Lo mencionas cada vez que tienes la oportunidad, hasta puedo oírte diciéndolo.
El joven da una última pitada al cigarro, dejando que el humo se disipara en el aire antes de desecharlo en el cesto de la basura.
Abotona su camisa hasta el final, mientras que su cabello magenta seguía desafiando cualquier intento de control al volver a alborotarse apenas segundos después de ser peinado.
Se calza unos elegantes zapatos Pasotti en color azabache, complementando su atuendo con un toque de sofisticación y estilo. Se detiene frente al espejo, observando su reflejo con atención mientras se aseguraba de que todo estuviera en su lugar.
Su cabello magenta contrastaba notablemente con su imagen de chico duro, añadiendo un toque de singularidad y rebeldía a su apariencia. Sin embargo, no era solo el color de su cabello lo que destacaba, sino también sus ojos rasgados y penetrantes que, lejos de suavizar su imagen, añadían un aire de intimidación.
Aunque no lo hacía a propósito, la combinación de su cabello llamativo y sus ojos penetrantes podía dar la impresión de ser alguien imponente o inaccesible. Era una paradoja interesante que reflejaba la complejidad de su personalidad: por un lado, el cabello magenta mostraba su lado más creativo y audaz, mientras que sus ojos expresaban determinación y fuerza.
"Ten un poco de diversión", lee en respuesta de la "Abeja reina".
La "Abeja reina" adjunta una dirección junto al mensaje, así como la foto de un hombre de mediana edad. Esto despertaba la curiosidad del joven. La dirección indicaba un lugar específico donde debía dirigirse, mientras que la foto del hombre de mediana edad probablemente tenía algún significado o conexión con lo que le esperaba en esa dirección.
—¿Qué debo hacer?
Da unos últimos retoques a su apariencia mientras aguarda la respuesta. La curiosidad y la intriga se mezclaban en su mente, preguntándose qué le tenía preparado.
La respuesta tiene un tono enigmático y provocador, instándolo a seguir adelante sin revelar demasiado. Era como un desafío que despertaba su interés y lo empujaba a aceptar el misterio como parte de la diversión.
—Si te lo digo pierde la diversión, sin embargo, tal vez alivie un poco tu amargura.