Ludum

4

Con un vaso de vidrio entre manos lleno de un líquido amarillento al que suelen conocer como whisky, Sese no podía quitar la mirada del hombre, interrogándose quién podría llegar a ser.

El hombre, vestido con un impecable traje negro, lo observa con una sonrisa enigmática. Sus ojos penetrantes no dejan de estudiar cada movimiento de Sese, cada gesto, como si estuviera evaluando algo mucho más profundo que su apariencia.

—¿Eres hijo de alguien poderoso, chico? — oye la voz del hombre— No cualquier joven tiene dinero de sobra y decide gastarlo en un casino.

Sese forma una sonrisa de costado, sabía que el hombre no se tragaba la historia de que solo era un simple chico que había ido a divertirse al casino.

—Tal vez —responde Sese, manteniendo la ambigüedad—. O tal vez simplemente tengo suerte en los juegos de azar.

Víctor arquea una ceja, claramente no satisfecho con la respuesta vaga de Sese.

—La suerte solo te lleva hasta cierto punto —replicó—. Y tú pareces alguien que sabe exactamente lo que está haciendo aquí.

Sese toma otro sorbo de su whisky, evaluando la situación para proseguir.

—¿Y qué hay de usted? —pregunta, devolviendo la pregunta—. No parece alguien que viene aquí solo para divertirse. ¿Qué lo trae a este casino?

Víctor sonrió, inclinándose ligeramente hacia adelante.

—Negocios. Siempre negocios, chico.

Sese extiende una de sus manos hacia el hombre, con gesto firme y seguro.

—Sese —dijo, su voz calma pero cargada de intención—Sese Rost, encantado de conocerlo.

Víctor tomó la mano de Sese con una sonrisa que no alcanzaba a sus ojos, una señal de respeto profesional, pero también de cautela.

—Vito Beggini —respondió—. El placer es mío.

Sese observa a Vito con atención, notando los pequeños detalles: el modo en que sus ojos nunca se apartaban del objetivo, la seguridad en su postura, la facilidad con la que manejaba la situación. Era evidente que no era un hombre a subestimar.

Posteriormente, se acomoda en su asiento, apoyando un codo en la mesa mientras giraba el vaso de whisky en su mano.

—Voy a ser completamente honesto si me lo permite.

Vito levanta una ceja, intrigado. Se recuesta sobre su silla, cruzando los brazos sobre el pecho.

—Adelante, chico. Me gustan las conversaciones francas.

Sese toma un sorbo de su bebida antes de continuar, evaluando sus palabras con cuidado.

—Después de la muerte de mi madre, quedé como único heredero —dijo con voz baja pero firme—. Mi padre, a quien detesto profundamente, fue el causante de su muerte.

Vito permanece en silencio, observando a Sese con atención.

—Ingresé a la academia de policía con un solo objetivo: encerrar a mi padre. Pero las cosas no fueron como esperaba. Mi padre estaba respaldado por un grupo importante de la mafia. No pude lograr mi objetivo y, finalmente, me rendí— una pequeña pausa irrumpe la conversación—Qué ingenuo fui al pensar que un simple agente podía acabar con ella— una risa de desgano se escapa de los labios de Sese— Y aquí estoy, derrochando todo el dinero que con gran esfuerzo mi madre juntó. Supongo que desde donde desea que esté, me observa con decepción.

—La mafia— repite el hombre— Es como lanzarte voluntariamente a una muerte segura.

—No tengo nada que perder y ha sido el motivo de mi existencia.

El hombre asintió con cierta vacilación.

—Tienes agallas, chico, pero no te conviene meterte con los peces gordos.

Vito lleva una de sus manos hacia uno de sus bolsillos interiores de su extravagante traje y extrae de él lo que parece ser una tarjeta de presentación. Con un movimiento elegante, extiende la tarjeta hacia Sese, invitándolo a tomarla con un gesto amistoso.

Sese observa la tarjeta con curiosidad mientras la tomaba entre sus dedos. Estaba impresa en un papel de alta calidad, con un diseño sencillo, pero elegante, que llevaba el nombre "Vito Beggini, contador público" junto con un número de contacto y una dirección de correo electrónico.

¿Por qué Aika le pediría ir tras un contador público?

—Si alguna vez necesitas algún consejo sobre el juego o simplemente quieres charlar o hacer algo más fructuoso que derrochar desinteresadamente tu dinero, no dudes en contactarme.— ofrece en un tono tranquilo, pero lleno de autoridad.

Vito finaliza la bebida que traía en manos con un último sorbo, saboreando el aroma y el sabor del whisky antes de dejar el vaso vacío sobre la barra del bar. Con un gesto de agradecimiento al barman, se levanta con elegancia de su asiento y se despide de Sese con un leve movimiento de cabeza.

Con un gesto de despedida hacia Sese, Vito se adentra en la multitud del casino, desapareciendo entre los jugadores y los espectadores que llenaban el lugar. Su figura distinguida se mezcla con la atmósfera vibrante y animada del casino.

Varios tragos después, Sese se retira del casino.

Sale del casino, respirando el aire fresco de la noche.

—La abeja ordenó que te lleve de regreso a casa— oye la voz familiar de un hombre con una voz profunda y firme que se encontraba de pie junto al vehículo en el que había venido Sese, frente a la salida del casino.

Con el alcohol afectado su percepción, Sese luchaba por reconocer al hombre de gran tamaño que le hablaba.

Sese avanza hacia el hombre, finalmente reconociéndolo a Daban, uno de los hombres que trabajaban para la "abeja reina". A medida que se acercaban más, los rasgos familiares de Daban se hicieron evidentes a pesar del efecto del alcohol en la percepción de Sese.

—Daban, eres tú, lo siento, mi vista se encuentra actualmente nublada.

Avanza un paso hacia el hombre en un intento de no caer.

Daban asiente con una leve sonrisa.

—Si tan solo me oyeras, no tendrías la vista nublada.

Daban rodeó uno de los brazos de Sese alrededor de su cuello, ofreciéndole apoyo mientras avanzaban hacia el vehículo. Con cuidado, ayudó a Sese a llegar al asiento del copiloto, asegurándose de que estuviera cómodo antes.



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En el texto hay: novelanegra, mafia, policiaca

Editado: 11.06.2024

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