Lúgubre "Vivir entre el dolor del pasado"

18. Estar Bien

BRUSELA

Hoy es uno de esos días en los que debería sentirme alegre. Al fin y al cabo, el cumpleaños de la gente siempre es motivo de felicidad y festividad para los demás, por la alegría de cumplir un año más... Pero, ¿qué pasa si no quiero cumplir un año más? Si quiero terminar mi tiempo y no soplar una vela que, en vez de alegría, me causa melancolía.

Dicen que al soplar una vela y pedir un deseo y se va a cumplir si no se lo dices a nadie. Yo no se lo dije nunca a nadie y pedí el mismo deseo todos los años, pero nunca se cumplio. Después, al crecer, me di cuenta de que era solo una estupidez más, una mentira más de las que te dicen a diario, como en Navidad ,que Santa Claus entra por una chimenea, tiene barba, viste de rojo, o la del hada de los dientes, que cuando se te cae un diente y lo pones debajo de la almohada, un hada va a intercambiarlo por dinero... estupideces contadas con tal de hacer tener una infancia buena a un niño.

Qué pasaría si te dijera que me enteré de todo esto no porque mis padres me lo hicieron saber, sino porque lo oí en las anécdotas alegres de los demás niños, mientras yo solo escuchaba insultos, regaños y reclamos. Ni siquiera se acordaban del día que me dieron la vida. Aunque mucho no me ha servido.

Creo que la vida se compadeció de mí porque ya sabía las diferencias que iba a pasar. Porque ni siquiera querían nacer,el estúpido doctor me sacó por cesárea.

Inútil

Hoy es un día que debería sentirme feliz, cumplo un año y culmino otro.

Desgraciadamente

Es una fecha que nunca le he tomado importancia porque nadie lo hizo por mí. De pequeña para mí era un día igual de corriente que los demás. En aquella pocilga en la que vivía, de pequeña, buscaba entre los cajones viejos una vela a punto de acabar, me cantaba cumpleaños mí misma en la oscuridad de aquella habitación tan fría y soplaba la vela con todas mis esperanzas puestas en ella, deseando que todos aquellos sueños se cumplieran.

Mis deseo serán sinceros. Creo que aquella niña era demasiado inocente, pero aquellos monstruos la maltrataron, convirtiéndola en un ser que se ve con repudio en el espejo. Mientras crecía, aquella niña no pedía cosas materiales, no pedía juguetes, no pedía maquillaje, no pedía muñecas... solo pedía a sus padres y una vida feliz, y todo lo que aquellos niños que escuchaba en la calle hablaban felizmente, mientras que ella nunca había tenido nada de eso.

Mientras otros hablaban de cómo sus padres los llevaban al jardín de infantes, les compraban juguetes, organizaban grandes fiestas en Navidad y en sus cumpleaños, y tenían muchos amigos, yo no tenía nada. Realmente, nada en absoluto.

Pero como el sufrimiento era lo único que conocía, pensaba que era algo normal, que todos lo vivían. El dolor se convirtió en algo tan matutino, una costumbre, como lo es cepillarte después de comer todos los días. Para mí, era tan normal el sufrimiento, que era como un sentimiento positivo en aquella mente tan inocente, pero al salir y ver por un pequeño momento algo a lo cual no estaba acostumbrada, descubrí que yo estaba en el infierno, mientras que al abrir esa puerta me encontraba un pedacito de cielo. Me di cuenta de que lo que yo vivía, en verdad, no era una vida, y que me había acostumbrado a algo que no era moral, y lo peor es que no era por culpa mía, sino por los demás.

¿Soy una muñequita?

Me pregunté de pequeña al sentir que solo era una marioneta, un simple juguete que movían los hilos, para hacer lo que quisieran en mí, sin yo replicar, creyendo que era un acto de suma normalidad.

No tengo motivos por los cuales respirar, ni menos soplar una vela pidiendo un deseo inútil y culminar un año más para empezar otro. No tengo la intención de iniciar otro, sabiendo que el destino me llevará a los mismos caminos de los que ha sido los mismos años atrás.

Hoy es una fecha igual de normal para mí que las demás, con la única diferencia: estoy un paso más en un ciclo de veces de la vida, y perdiendo el ciclo de la juventud.

Diecinueve años

No se cumplen todos los días y creo que por eso la gente lo celebra con mucha alegría. No entiendo el por qué celebrar otro año más de vida y creo que no lo entiendo porque simplemente nunca lo he vivido, porque no sé qué es un cumpleaños, ni que los demás te canten alrededor de un pastel, ni que te aplaudan después de que tú soplas una vela. No sé lo que significa que te hagan una sorpresa con globos y regalos, y creo que por eso soy indiferente a la situación.

Más sin embargo no creo que tenga que sentirme mal por aquello, no tengo razón de querer estarlo.

Y muchos dirán que diecinueve años no son nada. El tiempo pasa volando y en ese tiempo no sucede nada, pero yo siento que aquellos años, en vez de ser simples diecinueve, han sido como largos cuarenta, en los cuales a veces pienso que he vivido hasta una década, y desearía decir que todo eso que he vivido ha sido feliz, pero no, es todo lo contrario.

Pero en algo sí tienen razón, me hizo fuerte de alguna manera. Lo que algunos lloran, como la muerte de un familiar, o que no les regalen algo en su cumpleaños, para mí es algo tan insignificante como una gota de agua en el inmenso océano.

No me siento orgullosa de mi pasado, no porque yo haya hecho cosas malas, sino porque, por culpa de los demás, me pasaron cosas malas a mí, de las cuales me acostumbré, porque el dolor se ha convertido en mi mejor amigo.

Pero nadie se ha detenido a preguntarme si yo quería eso.si yo quería ser fuerte por culpa de esos momentos de mi vida.

Al fin y al cabo, solo era una niña que deseaba tener una infancia bonita. Pero no puedo retroceder mi vida como si fuera una simple película y cambiar las partes que simplemente no me gustaron. Tengo que cargar con el peso de lo que fue y es mi asquerosa vida.

Veintiuno de abril




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