ANDREA
Si eres tú lo único hermoso en mi vida,el faro que tal vez me dé una salida,me aferraré a ti, sin temor ni herida,pues sólo tú le das existencia a mi vaga vida.
Mis pies se despegan del suelo mientras el frío viento azota mi cuerpo, empujándome hacia el oscuro océano. El agua me envuelve con fuerza, sumergiéndome y ahogándome por unos instantes.
El océano, tan oscuro y desafiante, me dificulta la vista mientras busco desesperadamente a Brusela.
La observo en el fondo, atrapada por la oscuridad que la envuelve y absorbe lentamente, como si manos salieran de lo profundo del océano para arrastrarla hacia sus profundidades.
Nado como puedo hacia el fondo, intentando desesperadamente agarrar su mano, pero no lo logro. Nos alejamos cada vez más de la superficie, el oxígeno se agota y el frío penetra mis huesos. Me desespero al no poder salvar a Brusela, que yace inconsciente mientras la oscuridad la envuelve.
Tu puedes hacerlo, no te rindas, solo respira un poco más
No te vayas, luciérnaga.
Nado como puedo, a pesar del frío y la falta de oxígeno. Consigo tomar su mano, mientras me impulso y nado hacia la superficie.
Al alcanzar la superficie, respiro profundamente mientras sostengo a Brusela por la cintura. Navegar se dificulta con su peso, pero necesito salir de aquí.
Contemplo mi entorno, solo debo rodear la piedra para alcanzar la playa; es urgente hacerlo antes de que nos de a la hipotermia por el frío.
Observo a Brusela, su rostro se encuentra pálido absorto de vida, con sus labios morados y agrietados.
- Sobrevive, por favor -susurro débilmente mientras junto nuestras frentes, abrazándola con la esperanza de brindarle calor.
Su respiración es lenta y débil, pero está ahí, y eso es suficiente, porque prefiero tenerla respirando débil a que no lo esté.
Nado con todas mis fuerzas, con la esperanza de que la única luz en la oscuridad de mi vida abra los ojos y me diga que estoy loca, pero al menos que los abra para poder respirar tranquila.
Me quedo sin fuerzas mientras veo la playa no muy lejos, con Brusela frente a mí sostenida por mis brazos. El frío y la lluvia empeoran las cosas, haciendo que las olas nos impulsen con fuerza hacia la playa, facilitando nuestra salida del océano y llegada a la orilla.
Al llegar a la arena, siento alivio al saber que no hemos perdido la vida en el mar. Alejo a Brusela de la orilla y la acuesto sobre la arena mojada.
Verifico su respiración, levanto su barbilla y tapo su nariz. Me acerco y le doy respiración artificial, asegurándome de que su pecho se eleve con cada inhalación.
Que sirvan de algo las clases de primeros auxilios
Al ver que no responde, me desespero; los ojos me arden y algunas lágrimas comienzan a brotar. Desesperada, coloco mis manos en su pecho y lo comprimo, luego vuelvo a hacer respiración boca a boca.
Reacciona, por favor, reacciona
Brusela comienza a toser con desesperación, expulsando agua de su boca. La acomodo en la arena y golpeo suavemente su pecho para ayudarla a expulsar el agua.
Pero rápidamente se aparta de mí, mirándome con enojo y sorpresa. Observa a su alrededor con curiosidad y luego dirige su mirada hacia el acantilado, que se divisa a cierta distancia.
- ¡Estás loca!- exclama furiosa.
- Todos estamos un poco locos, algunos más que otros.
- Pues tú lo estás más que los demás -protesta alterada.
- Puede ser. Si salvarte significa estar demente, entonces sí lo soy- aseguró. Ella frunce el ceño confundida.
- De villana a heroína no te queda - menciona irónicamente.
- De suicida a arrepentida tampoco te queda- ironizo con burla.
- No sé de qué hablas - responde temerosa, evitando mi mirada.
- ¿Me estás intentando engañar a mí o a ti misma? - pregunto - Si quieres engañarte a ti misma, está bien, ciega tus ojos con mentiras, pero no lo hagas conmigo porque no te creeré.
- tú no querías morir - la observo con seguridad mientras nuestras miradas se encuentran - Solo querías que alguien se diera cuenta de tu dolor y te ayudara - finalizo.
- Eso no es verdad- exclama negando mientras su mirada muestra confusión.
- ¿Estás segura? Porque yo creo que no. Si hubieras querido morir, no habrías luchado, pero lo hiciste y te rendiste después, resignándote a ese final. Mírame a los ojos y dime que no - menciono.
El silencio se apodera del lugar, acompañado de algunos sollozos de suyos , mezclándose con la lluvia y las olas del mar.
- Porque si realmente quisieras morir, no me habrías dejado una carta junto con el acertijo. Si de verdad hubieras querido morir, no habrías esperado, lo habrías hecho de una vez. Pero esperaste a ver si yo llegaría- me levanto de la arena y camino hacia ella - No sé qué monstruos te atormentan, quizás sean los mismos que los míos, pero creo que nuestros monstruos podrían entenderse bien - finalizo, ofreciéndole mi mano.
Ella duda por un momento, luego toma mi mano un poco dudosa y se levanta, quedando frente a frente.
- ¿Y si no se llevan bien?- pregunta con la voz entrecortada y pastosa.
- Entonces nos encargaremos de eliminarlos - respondo con determinación.
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Editado: 14.11.2024