Luka, tengo algo que decirte

UNO

Habían salvado a todo París.

Y al mundo entero.

Después de la batalla final, cuando estuvieron a punto de perder contra las fuerzas malignas de los akumas, la ciudad entera se llenó de fiestas y celebración.

Ladybug, Chat Noir y el resto de los héroes fueron felicitados uno por uno. Jamás había tanta dicha en tan preciosa lugar.

Aun así, la que debería estar más feliz que cualquiera por librarse de la gran responsabilidad de ser una súper heroína, sentía que algo le hacía falta.

"¿Y ahora qué hago?", se preguntaba con cada apretón de mano.

Ser Ladybug había sido su misión por largo tiempo. Salvar a los akumatizados, destruir a Hawk Moth, confrontrar al extraño archienemigo salido de las sombras, recuperar la paz a los ciudadanos, hacer el bien. Fueron objetivos altruistas, satisfactorios; Tikki le había asegurado que mientras hiciera lo correcto, no importaría lo que sucediera, al final todo estaría bien.

"¿Pero por qué no me siento así?"

Podía hacer lo que sea, tenía todas las oportunidades a su favor: ¿ser diseñadora de moda? Estaba hecho. ¿La guardiana de una orden secreta para proteger a los miraculous? Listo. ¿Detener al mayor súper villano de todos? Fácil. ¿Hablar de sus sentimientos a Adrien? Pues...

—¡Hey! ¡Marinette! —la llamó Alya con las manos en la boca para hacerse oír entre el ajetreo. La fiesta por librar a todo París se estaba llevando a cabo en la plaza central, con grandes puestos de comida gratis, luces de colores por todos lados y linternas de papel maché. Había tanta gente que a Marinette le sorprendió haber podido escuchar a su amiga desde tan lejos.

Alya alzaba un brazo para que la pudiera ubicar junto con Nino, quien daba un gran bocado a su pan graseado. Marinette se les acercó.

—¿Qué pasa?

Alya le habló al oído con aire conspirativo.

—He oído que alguien muy especial te está esperando cerca del gran río.

Marinette parpadeó, y sintió que cómo se le sonrojaron las mejillas.

—Ah, eso...

Nino le dió otro mordisco a su graseado antes de hablar:

—Adrien me dijo que le dijera a Alya que te dijera a ti que él estaría allí antes de los juegos artificiales —se limpió un poco de migas de la boca—. Así que que por eso le dije a Alya que te dijera...

—Ya entendió, Nino —rio Alya llevando una mano a su hombro—. Es obvio que todos sabemos a qué se refería —miró a su amiga con mucho ánimo, apretando las manos en puños—. ¿Estás lista?

Marinette dudó.

—Yo... Bueno...

—Hace tiempo que tú le confesaste tus sentimientos, todos sabemos que desde ese día él ha cambiado mucho su actitud hacia ti. Se nota que le gustas, ¿crees que por fin te pida ser su novia?

—Eh...

—Es más que obvio —interrumpió Nino—. Conozco a ese chico, solo esperó el momento perfecto para decírtelo.

—¡Ya quiero verlos juntos! —chilló Alya con los brazos en alto—. No tienes idea de lo mucho que he esperado este momento, me tenía cansada tanta indecisión, por no decir su ceguera. Era fácil adivinar que tú eras Ladybug
y ahora que sabe que son la misma persona, ¿te pide un lapso para pensarlo? Sí, claro.

Nino soltó una carcajada.

—No ha sido el único que tardó en darse cuenta de eso, Alya... ¡Ay! —se sobó el hombro donde ésta le dió un golpe—. ¿Por qué hiciste eso? Ambos sabemos que tengo razón.

Alya le sacó la lengua.

—La verdad... —tartamudeó Marinette, llevando un brazo detrás de su cabeza—. No estoy segura de que sea eso de lo que quiera hablar en realidad.

Alya la miró con el ceño fruncido.

—¿Ah no? ¿Por qué piensas eso?

—Sí, Adrien me ha confesado él mismo que quiere algo contigo —aseguró Nino, Alya lo mandó a callar con el dedo—. Digo... ¡qué ricos panes con graseado!

Esto tomó a Marinette por sorpresa.

—¿En serio ha dicho eso?

Alya fulminó a Nino con la mirada, él se encogió de hombros, avergonzado por gritar algo que no le constaba decir.

—Solo digo que no te preocupes por ser rechazada —respondió éste, haciendo un intento de reanimar la situación.

—Exacto —corraboró Alya—. Ahora nada ni nadie les podrá impedir decir lo que sienten y ser correspondidos. ¿No fue eso lo que tanto querías?

Marinette bajó la vista, sin atreverse a responder.


...

 

La grande luna acompañaba la velada con su plateado resplandor. La torre de París, decorada con miles de luces de navidad, listones de colores y enormes carteles de los poderosos héroes destacaba en el paisaje. Todos los habitantes no podían evitar admirar la vista más de una vez, algunos agarrados de la mano y otros con sonrisas tristes, pues aquello significaba que, aunque ya no debían de temer por ser akumatizados, debían decir adiós a la heroína más fuerte de todas.

Pues la misión de Ladybug en París había concluído.

Marinette también se quedó absorta disfrutando del espectáculo de luces, acompañada de una música fiestera, risas y aplausos. El alcalde no paraba de ir de aquí para allá disparando órdenes, con Chloe detrás de él verificando que todos no dejaran de alabar sus atributos y su contribución a la batalla.

Al verla, Marinette puso los ojos en blanco, pero con una tenue sonrisa porque a pesar de su pasado, su relación con aquella chica había cambiado a algo mejor: una amistad fuerte en la que se aceptaban la una a la otra.

—¿Cuándo te acercarás a ella para pedirle perdón? —preguntó su kwami desde su monedero.

—Aun no es el momento, Tikki —respondió—. Creo que lo mejor será no tocar el tema y hacer como si nada hubiera ocurrido.

—Marinette, tú sabes que Chloe hizo mucho para que consiguieras la victoria contra Hawk Moth. Sin ella, tú nunca...

—Ya sé, ya sé... —contestó de mala gana—. Sabes que aún me cuesta admitir mis errores a menos de que tú logres convencerme de ellos. Pero... —miró a las orillas del río, localizando una silueta que para ella era fácil de reconocer, sentada en una banca solitaria—. Ahora no puedo.



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En el texto hay: romance juvenil, miraculous ladybug, lukanette

Editado: 16.01.2023

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