Por favor no olviden de dejar su voto y comentario
★★★
Narra Lukyan
Golpeo una y otra vez el saco frente a mí. Quizás si no estuviera tan lejos de casa no estaría haciendo precisamente esto, pero es lo único que me quita un poco la furia y la tensión que tengo en el cuerpo.
A no ser que esté torturando a alguien, pero hasta ahora nadie ha sido lo suficiente estúpido como para hacerme enojar.
—Jefe, ya debe de subir. —Me detengo y con la respiración agitada lo observo—. Los invitados están llegando y su padre anda como loco buscándolo.
—Jodida mierda —siseo entre dientes y paso por su lado, no antes de tomar la toalla que me tiende. Con furia me limpio el sudor de mi rostro y solo escucho sus pasos seguirme, me enojo aún más porque Maxim nunca está demasiado tiempo en silencio y eso solo significa una cosa—. Ésto te hace gracia, ¿No?
Lo miro por sobre mi hombro y aunque él baja un poco su cabeza, sé que está aguantando la risa.
Hijo de puta.
—Claro que no, jefe. Yo no podría burlarme de usted. —Sus ojos se encuentran con los míos y aunque no hay ninguna sonrisa en sus labios, claro que en sus ojos está la burla.
—No me jodas, Maxim, porque hoy no estoy de humor para tus estupideces. —Lo apunto con rabia—. Si no quieres terminar con una bala en tu frente, no me jodas —le repito.
—No podría hacerlo, jefe, no se preocupe.
Ruedo los ojos con fastidio y sigo mi camino.
Arrugó mi nariz con desagrado al ver flores por todas partes, fácilmente podría perder mis ojos ante tanta decoración y lo odio. Muchas personas se mueven de allá para acá, pero ninguno es tan estúpido como para cruzarse en mi camino.
—No le digas dónde estoy —le espeto cuando llegamos a la habitación.
—Pero él lo seguirá buscando y de igual manera lo va a encontrar.
—Has lo que te digo y ya —siseo y cierro la puerta de un portazo.
Presiono los labios y me obligo a calmarme para no destruir todo a mi alrededor cuando veo el traje negro y planchado, sobre la cama.
¿Qué carajos iba hacer yo con una esposa?
Éstos últimos días desconocía a mi padre ya que él nunca antes me había planteado la idea del matrimonio y por eso tampoco me preocupé. En mi planes no estaba casarme y mucho menos formar una familia, eso no va conmigo.
Pero aquí estoy, a una hora de casarme con una mujer que no soporto, porque sí, Vittoria es como una piedra en mi zapato. Conozco a la chica desde pequeños y siempre me ha detestado, así como también yo la detesto porque Vitoria es tan… tan altanera, que me enoja, ella nunca se calla y yo necesito silencio en mi vida, no una persona que habla hasta por los codos.
Salgo de la ducha y entre gruñidos me comienzo a vestir. Tiro de la ropa con rabia, como si esta tuviera la culpa de todo.
Me giro dispuesto a gritarle a la persona que abre la puerta, pero solo aprieto la mandíbula y vuelvo a lo que estaba haciendo al darme cuenta que es mi padre. Lo observo unos segundos, él ya está completamente listo y una sonrisa, que me gustaría borrarle de un golpe, adorna sus labios.
Viejo de mierda.
—Ya deberías estar abajo recibiendo los invitados —reprocha.
—Pues yo no los invité —digo con desdén—, si quieres hazlo tú, después de todo, ya lo tienes organizado.
Lo escucho suspirar y yo solo quiero que se calle, porque sé que me dará uno de sus tontos discursos, donde la mafia siempre irá primero y donde yo debo de hacer todo por el bien de ella.
—Lo hago por tu bien, Lukyan.
Río irónico.
—¿Por mi bien? Porque te digo que casarme no me hace nada de bien. —Paso por su lado para poder tomar mi reloj—. Ni mucho menos feliz.
—Estas siendo más irritante que de costumbre.
—¿Será por qué me voy a casar obligado? —pregunto irónico.
—¡Ya basta, Lukyan! —chista y sé que está molesto, pero me importa una mierda porque yo también lo estoy—. Quizás ahora no lo entiendes, pero a su tiempo lo harás.
Aprieto mi mandíbula con fuerza.
—Espero nunca entenderlo —siseo.
Lo escucho suspirar y sé que se está aguantando las ganas de gritarme, porque si lo hace yo tampoco me quedaré callado y la maldita boda se irá al carajo.
—Quiero hablar contigo después de la boda. Es algo importante.
Frunzo el ceño.
—¿Y por qué no ahora?
Niega.
—He dicho que después de la boda —sisea—, y ya date prisa. Deja de ser un niñato, porque te doy cinco minutos para que bajes, o te vendré a buscar yo mismo. —Cierra la puerta.
Me doy una larga mirada en el espejo y me doy cuenta de lo ridículo que me veo. Maldito mi padre, maldita Vittoria, y todos los que hicieron ésto.
—¿Son muchos?
Salgo de la habitación con Maxim pisando mis talones.
—Más de cien invitaciones, y sin contar a los reporteros.
Suelto un gruñido.
Se suponía que la boda sería familiar, pero después de que se filtró la noticia, mi padre decidió que tenía que hacerse pública. No solo somos mafiosos, también tenemos una reputación ante la sociedad que tenemos que mantener, y por eso los malditos reporteros se encuentran aquí.
Hoy tendríamos que aparentar ser personas normales y eso estaba difícil, porque siento que en cualquier momento sacaré mi arma y le dispararé a alguien.
—Maldita mierda. Quiero que esté día termine.
—Pero cuando lo haga, ya serás un hombre casado.
—Te dije que no me jodas. —Lo apunto.
Él levanta las manos.
—Solo estoy diciendo lo obvio, jefe. —Se excusa, pero solo está fingiendo, porque en realidad toda la situación lo divierte.
Llego hasta la puertas que dan al jardín encontrándome con mi padre, él me da una palmadas en el hombro antes de que las puertas se abran.
Allá vamos.
★★★
Narra Vittoria
Debería estar feliz, debería sonreír y debería amar este día con todo mi corazón, pero eso no pasa, porque odio éste día más que cualquier cosa.