Luna de Fresia

XXI. Lucha de gigantes.

Lina avanzaba rápidamente, internándose en las profundidades del mar hasta divisar a lo lejos, frente a ella una esfera de energía. Se acerca y logra ver a Daniel en el interior, sonriente. Observa a su alrededor, y solo ve destrucción, a los pies de Daniel el gran árbol de luz que entregaba un débil luminosidad.

-Por fin llegaste. –dijo Daniel sonriente.

Lina lo mira esperanzada, pero algo pasaba con aquella sonrisa. Aquel que estaba frente a ella no era precisamente el Daniel que ella esperaba, era alguien más.

-Te estaba esperando.- dijo acercándose a ella.

Lina retrocedió estupefacta, había esperado tanto encontrar a Daniel, que no podía creer que él estuviera allí. Daniel le sonrió, no era la misma sonrisa, era algo malvada y Lina pudo descubrir que era lo que sucedía.

-Tú no eres Daniel. –dijo molesta.

-Pero que dices. Soy yo. –respondió Daniel sonriente.

-No. Eres tú, maldito.- añadió Lina enfurecida.

 Daniel lanzó una siniestra carcajada que erizó la piel de Lina, haciendo oscurecer todo a su alrededor. Sus ojos se tornaron de un rojo intenso, una energía tenebrosa comenzó a brotar de su cuerpo. Lina se alejó unos cuantos metros y pensando en que el cuerpo de Daniel no resistiría a una nueva posesión, le suplicó que lo liberase. 

-Déjalo ir. Te lo suplico.- dijo implorando.

-No lo dejaré. Esta ha sido una de mis mejores marionetas. –respondió mirando la energía que brotaba de su cuerpo.

-¿Cómo?- preguntó Lina no comprendiendo a qué se refería con eso de marionetas.

-¿Creíste que era el destino? Todo fue gracias a mí.

-No. Eso no es cierto.

-Claro. El fallecimiento de la pequeña Ana, la enfermedad, tu encuentro con esta familia, y la adopción. Todas fueron piezas que yo moví. ¿O lo olvidaste? Siempre estuve ahí.

Lina recordó que en cada momento de su vida, aquel hombre siempre había estado presente, lamentándose que haber sido solo una pieza de aquel rompecabezas.

-No lo lamentes. Estas hecha para esto. Por eso fuiste creada. Debes sentirte satisfecha.- dijo sintiéndose orgulloso.  

-¿Cómo podría sentirme así?- añadió molesta.

-Eres el único ser en este mundo que tiene un propósito. Nadie sabe que lo trae a este mundo pero tú sí.

-¿Y cuál es?- preguntó recordando toda la información que había encontrado antes.

-Fuiste creada por mí, y para mí. Tú eres la clave para que yo me apodere de todo el poder.

-¡No!- gritó. -No te dejaré hacerlo.

-Claro que si lo harás.- respondió riendo a carcajadas.

Lina lo miró asombrado. “¿Por qué estaba tan seguro de eso?” se preguntaba sin comprender bien cuáles eran las intenciones reales del oscuro. No pasaron más de un par de segundos cuando vio como Daniel se retorcía en movimientos anormales.

-¿Qué estás haciendo?- gritó Lina desesperada.

-Tú me ayudarás a obtener el poder.- respondió el oscuro, mirando desde una posición bastante tenebrosa.

-Dije que no lo haría. Jamás. 

-Tengo este hermoso cuerpo. – dice contorneándose.  

-Eres un maldito. –respondió Lina comprendiendo que usaría a Daniel a su favor.

-Ya lo sabes. Me entregas la energía de luz y yo te entrego a Daniel sano y salvo.

-Lo haré. Pero dejalo ir antes.  

-Las cosas no son tan simples. No confío en ti. Harás la trasferencia y luego te lo llevaras, si es que logran sobrevivir.

-¿A qué te refieres?

-Cuando me transfieras la energía serás una simple humana, y estamos en el fondo de mar. No hay mucho que pensar no crees. –dijo riendo. – ¿Qué dices? ¿Estás dispuesta?

-Solo quiero que lo dejes ir.- respondió llorando amargamente.

-¡Qué bello es el amor! –añadió el oscuro irónicamente.

Luego de unos cuantos movimientos extraños, una sombra oscura salió del cuerpo de Daniel, dispersándose alrededor del él, se posicionó a un costado sosteniéndolo hasta que se distinguió perfectamente la imagen de aquel hombre elegante. Con el brazo estirado sostenía el cuerpo de Daniel desde el cuello, mientras que en la otra mano, apretaba firmemente su extraño bastón.

-Aquí está tu amado.- dijo al fin el oscuro.

Daniel estaba inconsciente, sus brazos, cabeza y piernas caían como si fuera un simple muñeco, inerte sin vida. Lina desesperada al ver el estado del muchacho, solo pensaba en entregarle el poder al oscuro y terminar de una vez por todas con su desgracia.

-Dime ¿qué debo hacer?- preguntó bañada en llanto.

-Solo debes tocar el bastón y transferirme el poder. – respondió el oscuro sonriente.

Lina se acercó con temor, extendió su mano derecha, mientras la izquierda aprisionaba su pecho con fuerza. Tocó levemente con la punta de los dedos el bastón que extendía hacia ella el oscuro. Al entrar en contacto, la extraña luna de la empuñadura comenzó a teñirse de color rojo.  Respiró profundo, y poco a poco comenzó a entregarle la energía haciéndola pasar desde su pecho al bastón, mientras la luna, que este tenía en la empuñadura, parpadeaba iluminándose.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.