Luna de hielo.

20.La Inmundicia.


 

 Liselot abrazó a Manfred contra su pecho al verlo despierto, Patchú entró con su silbato en la mano y con una expresión de desesperación, estaba a punto de llorar, cuando de pronto todo se detuvo, se miraron fijamente por un rato como si esperaran que algo pasara de un momento a otro. 

—¿Qué pasó? —preguntó Manfred despertando.

—Shhh, no hables Fred —susurró en su oído— hay algo afuera, no hagas ruido.

—Me duele la cabeza —susurró él aún aturdido— ¿qué fue lo que me pasó?

—Boss trató de matarte cuando estaban de cacería —respondió en lo que las cosas parecieron calmarse un poco.

—Amigo —dijo Patchú al acercarse a él para abrazarlo.

—Gracias por todo amigo —acarició el cabello del pequeño. 

  Los ruidos se hicieron presentes de nuevo junto con nuevos gritos desgarradores haciendo que Patchú y Liselot se abrazaran a él, Manfred estaba aturdido, no podía creer que Boss hubiera querido hacerle daño, trataba de buscarle lógica al asunto, pero no la conseguía.

—Ya pasó —murmuró él débilmente— vamos a dormir.

—Esta bien, ¿quieres dormir con nosotros Patchú? —ofreció Liselot aunque conocía la respuesta.

—No, Lili, chao —dijo el pequeño al irse.

—¿Crees que Boss sigue vivo? —preguntó ella.

—Es lo más probable —dijo dando un suspiro cargado de cansancio—, los sonidos venían del Oeste, la casa de la playa está al Norte de aquí. —abrió los brazos y ella se acurrucó en su pecho— ¿De verdad estás segura de lo que me dijiste hace un momento?

—Lo estoy ¿Qué es lo último que recuerdas?

—No estoy muy seguro, estábamos cazando y de pronto me dijo que había visto un cerdo meterse a una madriguera, insistió en que le dolía la espalda y que yo debía ir por él, estaba de rodillas buscando al cerdo pero estaba vacío fue cuando sentí un golpe fuerte en la cabeza y acabo de despertar aquí.

—¿No recuerdas cómo me encontraste? —dijo alejándose para verlo a la cara.

—¿Lo hice? —Manfred correspondió al gesto notablemente sorprendido.

—¡Demonios Fred! Ahora tengo más miedo. Te advertí que no fueras —dijo estallando en lágrimas.

—Ya, princesa, cálmate —ella se recostó en su pecho nuevamente— no me pasó nada.

—¿Cómo dices que no te paso nada si casi mueres en mis brazos? —dijo secándose las lágrimas mientras recibía caricias por parte de él.

—¿En tus brazos?  —quedó pensativo un momento— entonces habría sido una buena muerte.

—¿De qué demonios hablas imbécil? —le dió un leve golpe en el pecho— si te pasa algo yo no me lo perdonaría.

—¿Y tú por qué? —preguntó frunciendo el ceño.

—Por haberte dejado ir —dijo mientras dibujaba círculos con su dedo índice sobre el pecho de él.

—Princesa —dijo esbozando una media sonrisa— si hubiera muerto hoy habría muerto feliz —ella lo interrogó con la mirada— porque lo último que vi fue tu sonrisa —dijo rozando el mentón de ella con sus dedos—, porque probé lo dulce de tus labios y sé que me quieres.

—Te besaría —dijo con las mejillas sonrosadas— pero te duele la cabeza —dijo con tono burlón mientras se mordía el labio inferior para provocarlo. 

—Eso no es impedimento —dijo cayendo en la provocación de ella; se acercó y la beso dulcemente— creo que ya no me duele nada —dijo después de separarse—, pero no quiero parar.

  Manfred volvió a besarla, ella se arrodilló frente a él y sujeto su cuello con delicadeza mientras el beso duraba, poco a poco fue haciendo que ella quedase acostada mientras que el  chico sólo se dedicaba a besarla y acariciar todo su cuerpo.

—Debes descansar —susurró ella cuando se separaron en busca de aire. 

—No quiero —dijo él con tono mimado— quiero besarte toda la noche.

—Quizás después Fred —le acarició el cabello mientras lo miraba fijamente— pero ahora debes dormir un poco.

—Está bien —dijo al darse por vencido.

  Se recostaron y él puso su rostro en el pecho de ella, Liselot entornó los ojos con una sonrisa y le dejó tranquilo, estuvo pensando durante un momento acerca de Boss y de lo peligroso que se había vuelto repentinamente, ¿por qué haría algo tan horrible? No quiso pensar demasiado en el tema y se quedó dormida.

  Patchú entró a la tienda de ellos cuando era de mañana y despertó a Manfred quien lo siguió hasta la parte de afuera de la tienda.

—¿Qué pasa amigo? —dijo luego de levantarse sin despertar a Liselot.

—Yo quer ir ver —susurró y le hizo señas para que salieran.

—¿Ver qué? —preguntó cuando consiguieron salir sin despertarla.

—Ruido —señaló en dirección al ruido de la noche anterior.

—¿Quieres ir a ver qué fue lo que pasó anoche?

—Si, amigo, ven —dijo rogándole con la mirada.

—Bien, pero debo hablar con Lili —dijo Manfred.

—No, ella ven —aclaró mientras miraba hacia el refugio de donde habían salido.

—¿Ella también? —dijo extrañado ante la propuesta del niño.

—Si —dijo con obviedad aparente en la voz.

—Tienes razón, no puedo dejarla sola. Voy por ella.

  Manfred entró a la tienda, y acariciaba los hombros de ella hasta que ella abrió los ojos con algo de pereza, quería fulminarlo con la mirada pero aunque quisiera no podría hacerlo. 

—¿Qué es lo que quieres? —trató de sonar molesta pero simplemente no pudo.

—Patchú quiere ir a investigar qué fue lo qué pasó anoche y quiere que vayas con nosotros —dijo avergonzado porque sabía que a ella le molestaba que se le interrumpiera mientras dormía.

—Dame un minuto y estoy lista —dijo levantándose y cubriéndose con la sábana— ¿puedes traerme algunas frutas? Hoy amanecí con un hambre voraz.

—Está bien —trago grueso cuando ciertos pensamientos turbios pasaron por su mente— no tardaré..... Santo cielo —pensó cuando notó que Liselot no tenía más que una bata transparente que dejaba ver toda su escultural figura— ¿Dormiste así?

—Si, es que anoche hacía mucho calor —dijo con tono inocente.

—Ya vuelvo —dijo mientras salía de la tienda y tragó grueso.



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Editado: 25.10.2022

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