17. Desearía saberlo todo.
<<Edwin Stoker>>
Recuerdo a la perfección una frase que escuche durante mi mortalidad, “La calma antes de la tormenta”. Creí que entenderla era sencillo, sin embargo, tal vez hasta hoy la comprendo del todo.
La calma te ahoga en sus aguas turbulentas, no puedes ver más allá de tu alrededor, algo pesado ata tus pies evitando que flotes, solo te queda la desesperación mientras te hundes lentamente.
Eso es lo que siento en este momento.
He dedicado estos últimos días a entrenar en cualquier aspecto que me sea posible, resulta que el castillo también cuenta con un salón de armas, hay todo tipo de cosas interesantes para causar daño.
A pesar de estar tan enfocado en prepararme para la batalla la presencia de mi clan no me ha favorecido, por el contrario, han sido motivo de distracciones, aunque en realidad no me molesta.
No sé qué es más divertido, Marian intentando usar armas o Lowell tratando de parecer un profesional del combate. De lo que estoy seguro es que ambos son un desastre, por individual y en compañía.
—Tal vez no me estaría yendo tan mal sí dejaran de reírse de mí y me ayudaran ¿No lo creen? — replica Marian de mala forma
—¿Cuál es esa frase que dices todo el tiempo? — Lowell pregunta —. ¡Ah, sí! La mejor forma de aprender es cometiendo errores.
—Sí, pero no estamos en condiciones de cometer errores, esto es importante.
—Lo que yo hago es más importante.
—¿Qué? ¿Dar manotazos al aire como si te atacaran los mosquitos?
—¡Eso no es lo que hago!
—Bueno, eso parece.
—Así, pues... al menos yo sí puedo sostener con firmeza una espada.
Su pequeña discusión continua en aumento.
—Se comportan como niños. — Gaston expresa con disgusto
Es parecido a los viejos tiempos, antes de que Lowell se integrara al clan Linale y Marian eran las protagonistas de este tipo de momentos, todo amistoso, por supuesto.
Ahora las cosas son diferentes para todos, la confianza en Gaston se rompió, Lin tiene asuntos más importantes que atender y yo estoy por tomar mi propio camino. Será algo difícil de explicar.
—Sí Linale estuviera aquí ya les habría dado una paliza.
Las palabras de Marian llaman mi atención.
—A propósito ¿Dónde está? — pregunta Lowell
—Ella ahora tiene un entrenador personal. — responde la mujer de cabello rubio de forma sínica
Me río al escucharla.
—Apuesto que debe estar aprendiendo mejores cosas que nosotros. — a completo la oración de la mujer
Todos los presentes se ríen, a excepción de alguien.
Una acción involuntaria que hago algunas veces es mirar a Gaston cuando se menciona a Lin, se nota que aún está molesto por la forma en la que se dieron las cosas con ella y Benetem.
Pero realmente no sé qué le duela, sí perder un amor o solo sea su orgullo el que se rompió.
Continuamos con el entrenamiento un par de horas más, nos estamos esforzando en mejorar nuestras habilidades. En este tiempo un pensamiento ha estado rondando mi mente, debería ser honesto con el líder del clan, pero debo admitir que me aterra.
Nunca he temido a la honestidad, siempre he preferido ser alguien directo, sin embargo, en esta ocasión se trata de algo más que solo decir la verdad.
El clan es todo lo que he conocido.
Unos minutos antes del amanecer mis compañeros abandonan la sala en búsqueda de su descanso, aprovecho esto para hablar en privado con Gaston.
—Estuve pensando algunas cosas. — insinúo
—¿Cómo qué?
—Lo que sucederá después de acabar con Relish.
—Aja… — responde sin interés
—Linale se quedará en el castillo con el rey.
—Ya lo suponía. — habla con disgusto
—Tal vez yo me quede con ella. — dejo caer la bomba
—¿Por qué harías eso?
—Bueno, ella es mi familia…
—¡Y nosotros tu clan! — la ira comienza a crecer en él
—Hay cosas más importantes.
—Tú eres mi convertido, estás atado a mí. No olvides las reglas.
—Creo que tengo un permiso especial para no seguir “las reglas”.
—Es eso ¿Cierto? Prefieres ser la mascota de Benetem.
Siempre ha sido así de estúpido, solo que antes no nos dimos cuenta de ello.
—No, Gaston, yo prefiero mi libertad.
—Es lo que te da el clan.
—Hacer todo por ti no es libertad.
La realidad de todos estos años no es agradable, o al menos para mí no lo es.
—¡Les he dado una mejor vida de la que les pudo haber dado cualquier otro vampiro!
—¿Crees que eso te exime, Gaston? ¿Tanto te pesa admitir que te equivocaste?
—Yo no soy nada comparado con otros líderes.
—En eso tienes razón, no eres nada, Gaston.
Lo único que he hecho desde que me volví vampiro es seguir órdenes. Gaston que explico que todos tienen un don distinto y como el mío era la estrategia yo me encargue de crear todos los planes desde mil seiscientos sesenta y uno.
A mí no se me permitió experimentar el mundo de la misma forma que lo hace Lowell, él comete errores y cuestiona cada mínimo detalle, mientras que yo tenía una amenaza de muerte si hacia alguna de estas cosas.
Eso no cambio cuando se integró Marian al clan, todo permaneció de la misma forma, ella fue tratada igual que yo. Lo único diferente fue que las responsabilidades nos las repartíamos entre los dos; cazar, cuidar al clan, encontrar guaridas apropiadas, socializar ligeramente con los mortales, cubrir nuestros pasos por las aldeas humanas, etc.