18. Un amanecer.
En el pasado cuando algo me mantenía ansiosa salía al exterior a observar el cielo nocturno, extrañamente la luna siempre me dio paz, solo me perdía en su brillo. Odio admitir que tengo miedo de lo que viene y sé que nos hemos preparado mucho para esto, aun así, el pánico inunda mi mente.
—Deberías dejar de sobre pensar todo — habla Benetem mientras se acerca a mí —. Tu miedo se siente a metros de ti.
—Es inevitable, supongo.
—¿Qué es lo que te preocupa?
—Morir.
—¿No crees que eso es para humanos?
—Lo es. — me río falsamente
—Pero eso no es lo que realmente te inquieta… ¿De qué se trata?
—A veces odio que compartamos sentimientos.
—Ya te acostumbraras.
Había olvidado lo difícil que es exteriorizar las emociones, me hace sentir indefensa y eso lo odio.
—No es que tenga miedo a la muerte es… — las palabras me pesan —. Tengo miedo de perderte, perder esto que tenemos.
—Linale…
—No, ¡ya se! sueno ridícula.
—¡Linale! Yo pienso lo mismo.
Sus palabras me sorprenden.
—Esto que sucede entre nosotros es algo nuevo para mí, en todos los sentidos existentes y si hay algo que no deseo, es perderte.
—¿Te puedo confesar algo, Benetem?
—Adelante.
—He vivido cien años como vampiro, veinte como humana y hasta hace unas semanas conocí la dicha, contigo. A pesar del momento tan horrible que estamos viviendo, yo soy feliz.
El rey se acerca a mí acariciando mis mejillas con sus manos antes de responder.
—Te amo, luminii.
—¿Luminii?
Benetem sonríe y se marcha del balcón en el que nos encontrábamos sin decir más palabras.
Creo recordar haber escuchado eso en el pasado.
«Estaba por cumplir siete años mientras enfrentaba una mala racha, nada de lo que intentaba hacer me salía bien. Desde una edad temprana ya me agobiaba la vida.
Mi escape siempre fue la naturaleza, ella me despejaba la mente.
El día después de mi séptimo cumpleaños abandone mi lección de piano durante el atardecer, enfurecida me acerque a las orillas del bosque para descargar mi ira en aquel sitio, pero no estaba sola.
El ruido de pasos sobre las hojas secas llamo mi atención al instante, estaba oscuro y mi visión se limitaba a unos pocos metros. Sin darme cuenta un hombre apareció detrás de mí, no lo observe con atención, estaba más preocupada por huir del lugar que de cualquier otra cosa. Sin embargo, él se mantuvo un par de metros lejos de mí en todo momento.
—¿De dónde proviene tanta ira? — pregunto
Sé que se refería al por qué destroce flores y arroje piedras.
—No puedo tocar el piano. — respondí
—No es excusa para perder el control, niña.
—Mi nombre es Linale Sanginali.
—Un gusto, Linale.
—¿Tú quién eres?
—Algún día lo sabrás.
No fue hasta ese momento en el que me di cuenta de la situación extraña en la que me encontraba, hablaba con un desconocido en el bosque, mi madre me asesinaría.
El hombre noto mi preocupación, así que solo dijo una cosa más antes de marcharse.
—Piensas que te vas a equivocar, y estas tan concentrada en ello que terminas haciéndolo. Cuando estés frente al piano despeja tu mente, cierra los ojos y deja que tus dedos recorran el camino que ya conocen.
Yo solo asentí con la cabeza pretendiendo que comprendí todo lo que dijo.
Antes de alejarse por completo se detuvo a darme una última frase.
—Eres luminii.
—¿Qué es luminii? — no controle mi curiosidad
—Luz de luna.
Inconscientemente sus palabras permanecieron en mí por el resto de mi vida.
En los momentos en los que peor me sentía, salía al jardín a recibir el aire frio y observar la luna, me perdía en el brillo de aquel astro nocturno, era como obtener una recarga de energía positiva, esa fue la misma sensación que tuve al escuchar las palabras de Benetem.
No sé si su plan siempre fue causar ese tipo de efectos en mí y ni siquiera estoy segura de que él conozca la respuesta a esa duda».
Esta pequeña memoria apareció en mis recuerdos después de volver a escuchar la palabra “luminii”, algunas cosas simplemente recobran sentido con el tiempo.
Y hablando de tiempo…
Los últimos nueve días transcurrieron en un abrir y cerrar de ojos. El castillo y Crimson han tenido demasiado movimiento, los habitantes se preparan para ayudar al rey Tepes en caso de ser requeridos.
Benetem decidió no presionar a nadie para unirse a la batalla, pero dejo la invitación abierta para cualquiera que desee hacerse presente.
En vísperas del encuentro, la noche se vuelve larga y el ambiente pesado. Todos no hemos reunido en el salón de conferencias esperando que pasen las horas.
Marian camina de un lado a otro por el lugar, el olor de su nerviosismo me asfixia.
—¡Por favor, ya detente! — habla Edwin en voz alta
—Lo siento, pero que todos ustedes permanezcan en silencio me pone de nervios.
—¿Acaso esperas que nos pongamos a conversar amenamente? — expresa Gaston con sarcasmo
—¿¡Tú escuchaste que yo dijera eso!? No — se acerca a él con molestia —, mejor continua en silencio observando a Linale como un maldito psicópata, así como lo hacías hace cinco minutos.
La mayoría de los presentes en la habitación se sintieron incomodos con ese comentario, mientras que a otros les divirtió, es fácil imaginar quien contuvo la risa.
Las emociones de mi compañera están volátiles, paso del miedo al enfado en cuestión de segundos… yo hubiera respondido de la misma forma, incluso lo habría hecho peor.