James
Llevo días esperando volver a encontrarme a esa lobita, ella y yo tenemos algo pendiente. No he parado de buscarla en los alrededores, no tardo en rodear la zona donde nos vimos la última vez, pero no tuve suerte.
Es raro, no dejo de pensar en ella no se realmente porque hago esto, que interés es el que me mueve, quizás sólo es el depredador en mí que desea cazar a una pequeña y escurridiza presa.
Lo cierto es que no he podido olvidar esos ojos y esa boquita, lo bien que se sintió tocarla aunque sea por un instante, incluso sonrío como idiota al recordar como la descarada me dio una patada en los bajos.
Eso dolió
Sin embargo con su tamaño, fuerza y destreza no habría podido conmigo, esos detalles me los he guardado para mí solito, no quiero inmiscuir a mi primo y tampoco preocuparlo pues mi lobo interior está inquieto desde hace días.
Era tan pequeña y delicada, pero también aguerrida, no ha podido olvidarla y me siento como un adicto, sediento de ella, de verla, una parte de mí no quiere atraparla
Lo necesita
Una voz interna me grita que no la deje escapar, esa lobita es mi presa, solo mía y por ello la busco incansablemente. Ethan e Ian me acompañan pero los mandé al otro extremo del bosque, sé que no estoy equivocado ella se fue en ésta dirección.
No importa lo que pase, debo atraparte pequeña lobita, mi lobo necesita tenerte entre sus manos para estar calmado.
Al pasar las horas me empiezo a impacientar, la nieve empieza a caer y la tormenta será una de las peores según escuché. Pienso en esa pequeña lobita gris, dejó su mochila el otro día, no sé cuántas veces la olfatee para buscar su rastro pero me fue imposible.
El frío y el hambre harán lo suyo, estoy seguro que tarde o temprano va a dar un paso en falso y será la oportunidad de oro que estoy esperando.
No quiero pensar que esa muñequita está confabulada con vampiros, me niego a creerlo, pero tampoco tengo pruebas que apoyen mis teorías.
Quizás hoy tampoco tenga tanta suerte, pero me equivoco al escuchar pasos lejanos que vienen a mí. Guardo silencio como el depredador que soy y me oculto tras un árbol; la tormenta ya empezó a hacer estragos en la naturaleza y juega a mi favor porque pude encontrarla, al parecer ella no se ha dado cuenta de mi presencia; algo que al parecer Ethan aprovecha al máximo, mi falta de esencia.
Chiquillo mocoso.
Al encontrarse en forma humana sus pasos son más lentos, sigilosos, no deja de ver a su alrededor buscando no haya nadie cerca, pero no se ha dado cuenta que ya la tengo en la mira.
Sonrío victorioso, esperarla todo éste tiempo valió la pena, pues la pequeña loba viene a mí por sí sola.
Eso nena acércate un poco más
Avanza unos cuantos pasos, está en mi radar, intento moverme sin que lo note pero piso una rama, el sonido de la maldita quebrándose la pone alerta; no me ha visto, pero sabe que estoy cerca, intenta correr pero es demasiado tarde, ya está en mi terreno.
Empezamos a jugar el mismo juego de aquella noche, ella corre yo la persigo, pero no es igual de veloz logro atraparla y rodearla con mis brazos, ésta vez está de espaldas no pienso dejar me patee de nuevo en los huevos.
Pequeña descarada
Intenta escapar pero su fuerza no se compara a la mía, aunque me gusta su intento de darme pelea.
Eso es lobita
Empezamos a luchar, es una batalla cuerpo a cuerpo que me pone en un estado de excitación inimaginable, si hay algo que disfruto es ganarme a la presa.
No estoy seguro cuanto tiempo forcejea conmigo hasta que se da cuenta que es inútil que está atrapada por mí, jadea por el esfuerzo.
- Te tengo lobita - digo sonriente por atraparla - No sabes cuánto tiempo me hiciste esperar -
Le digo que no intente escapar al oído y observo complacido como se estremece.
Realmente no recuerdo nada más porque al escucharla llorar mi corazón se detiene, no soy un tipo que disfrute de hacer sufrir a nadie y menos a una mujer en cuanto a mi raza hablamos, los vampiros son otro asunto.
Le pido que me vea a los ojos aunque no lo hace mantiene la vista baja, en una pose sumisa aunque no se la razón a pesar de ser una omega el maltrato a los lobos de inferior rango ha sido prohibido por el consejo desde hace más de 200 años. Quiero decirle algo pero las palabras no me salen pero antes que lo haga llegan Ethan seguido de su beta.
- Es ella James - Ethan me pregunta aunque no le estoy poniendo del todo atención. No puedo dejar de verla, está nerviosa, temerosa, no se ve como un enemigo sino como una criatura solitaria e indefensa que necesita mucha protección, mi lobo quiere cuidarla, ignoro ése sentimiento que aflora en mi interior, no es momento para ello.
Lo mejor es interrogarla en otro lugar, estoy de acuerdo que con la tormenta empezando es más sensato irnos. Caminamos en dirección a la manada en silencio el único ruido son nuestras pisadas.
Ella no dice nada está siempre con la cabeza gacha pero a medida que estamos llegando nos sorprende escuchar gritos.
- ¡¡Nos atacan!!- dicen algunos de los nuestros.
Esas simples palabras desatan el infierno en nosotros tres, olvido a la prisionera u corremos en dirección a nuestra manada.
Vemos gente correr de un lado al otro, el caos se ha desatado en nuestras tierras, gritos de lucha, llantos, lamentos, gruñidos, cosas explotando, todo en una sinfonía horrenda que nos ahoga.
La realidad nos golpea al ver nuestras cabañas en llamas ahora sabemos dr donde proviene todo el estruendo.
No es nada fácil ver lo que está sucediendo a nuestro alrededor; estamos siendo atacados y la tormenta está empezando a tomar fuerza.
Hay vampiros y lobos de otra manada causando destrucción en nuestro hogar, la ira me ciega, lo veo todo rojo y el crujir de mis huesos anuncia el cambio.
Pronto me encuentro en cuatro patas, en mi forma bestial. Los enemigos arrasan con todo a su paso. Nos habíamos confiado creyendo estúpidamente que primero debíamos sobrevivir al frío y no a nuestros enemigos, ellos parecían tener ventajas sobre nosotros.
Me uno a la línea de defensa de los guerreros quienes pelean para proteger a niños y mujeres, quienes en caso de ataques siempre se refugiarán dentro de la mansión del alfa.