Bree
Esto no puede estar pasando, cuantas sorpresas más van a venir, desde que encontré a Cassy, su desaparición, el que los chicos me encontraran y ahora esto.
Ese chico Ethan alfa de la manada de James acaba de decir que soy suya. Estoy familiarizada con el término, viví en una manada, mi padre y mi hermano son licántropos y según Damon me explicó la compañera de vida de un lobo es la persona más importante para ellos, los lobos se vuelven más posesivos al encontrarla pues la necesitan casi como respirar. No me lo creo, nunca ni en mis más locos sueños pensé ser compañera de uno y menos un alfa.
– Ven conmigo Bree. – dice en voz baja mientras me ofrece su mano. Su mirada azul es limpia, no le temo, al contrario deseo su cercanía.
Es la reacción de todos lo que me hace dudar, juro que no sé qué hacer, los presentes me miran, Cassy quiere decir algo pero James la toma de los hombros para detenerla.
El alfa toma mis manos y le da un beso sonrojándome porque nunca nadie había hecho algo así. Me lleva consigo hacia el exterior obedezco en silencio y camino junto a Ethan fuera de la biblioteca.
Tengo muchas dudas, después de lo que Cassy me dijo no creí que éste sería el resultado de la noche. Lo sigo en silencio, el abre una puerta y paso sin detenerme a ver el lugar seguida de él. Tengo miedo de decir algo que nos ponga en peligro a Cassy y a mí, el clic que hace la puerta al cerrarse hace que me sobresalte.
Es cuando caigo en cuenta que estoy en una hermosa habitación, con amplios ventanales, la cama es enorme, tiene un par de mesitas de madera a cada lado, un diván, una puerta que imagino será el baño.
Las paredes son blancas, los muebles de madera le dan un toque elegante.
El lugar es tan amplio que hay un par de sillas a un costado de la ventana y una mesita, me recuerda a esos muebles para tomar té que aparecen en mis libros.
No soy una experta en el tema de las decoraciones o la mobiliaria pero esta habitación es enorme, podrían vivir aquí varias personas. Para alguien como yo que vivió en una cueva esto es un palacio, cinco veces más grande que la habitación que tengo en la cabaña.
– ¿Quieres sentarte Bree? – cuando me habla lo hace despacio, como si no quisiera asustarme.
En toma asiento en el diván a los pies de la cama, lo cual me pone nerviosa, pero a la vez no le temo, no veo es sus ojos maldad, soy yo quien no sabe qué hacer, que decir o cómo actuar, pero obedezco y me siento un poco alejada.
– Para que me trajiste aquí. – miro alrededor, sin duda quien sea dueño de éste lugar es muy afortunado.
– Para conocerte y saber más de ti. – me dice luego me sonríe. – Aquí nadie vendrá a interrumpirnos. –
– Ya lo sabes todo. – respondí detallando su cara.
– Solo sé lo que la pelinegra dijo, quiero escuchar tu historia de tus labios. –
Justo cuando dijo lo último se me quedó mirando y no pude evitar tragar seco.
Nunca había pensado que podía ser la mate de alguien, ni siquiera había tenido tiempo para que me empezarán a gustar los chicos.
Vi un escritorio con unos libros sobre él y sonreí sin querer. Al igual que lo hice cuando ví la biblioteca. Tantos libros, tantas historias, tantas cosas por aprender y descubrir.
– Veo que te gusta, pensé en traerte aquí desde que te vi esta noche con un libro en tus manos. – Admite el alfa, ahora entiendo que el que nos haya citado en ése lugar fue premeditado, se siente bonito que prestara atención a esos detalles.
– Bueno es que estoy aprendiendo a leer Ian prometió enseñarme. – respondo un poco más confiada.
– ¿No sabes leer? – se miraba asombrado fue cuando decidí ponerme de pie y empezar a explicar cosas de mi vida.
Al menos eso me permite moverme con facilidad y sincerarme al respecto, Ethan se queda sentado esperando, dándome tiempo y animándome a expresarme con total libertad.
– Si sé leer aunque no lo hago muy bien, déjame empezar: Mi madre murió al darme a luz, nunca la conocí y a mi padre muy pocas veces lo vi, yo no le importaba, no había nadie que se preocupara por mi educación solo mi hermano que trataba de cuidarme aunque también era un niño, nunca fui a la escuela porque no les gustaba a otros niños estar cerca de mí, mi olor a "humana" les desagradaba. Pues en nuestra manada no eran tan permisivos para permitir mezclar las razas.
En ocasiones no comía, estaba al cuidado de una pareja que no me quería, sus hijos me molestaban, mi hermanito me sacó de ahí a vivir con él en casa de mi padre, nunca llegó a verme. Nos permitía vivir bajo su techo pero era todo lo que nos ofrecía.
La comida, ropa, y poca educación nos la procuramos nosotros mismos. No me daba cuenta de ello, en ese entonces creí que sólo estaba muy ocupado, pero un día mi padre.... – Me detengo, como debo decirlo, Cassy me prohibió decirle la verdad pero y si se da cuenta.
– ¿Tu padre? ¿Que hizo tu padre? – A pesar de que su rostro se mantiene impasible, se le nota en sus ojos que está molesto, lo trata de disimular pero no lo logra, al menos no me engaña a mí.
– Me prometió con un tipo a cambio de sus favores. – revelo a medias la triste verdad de como mi padre me vendió a un vampiro.
– No puede ser. – Ethan lleva sus manos a la cabeza, se levanta molesto y temo que vaya a estallar. Doy unos pasos para alejarme de él, Me arrepiento no sé si hice bien en decirle todo.
Creo que nota lo atribulada que estoy. Me da la espalda para que no vea lo tenso que esta. Le toma algo de tiempo respira varias veces y cuando se calma vuelve a sentarse.
– Sigue por favor necesito escuchar todo. – Froto mis manos con nerviosismo, debo continuar mi historia, creando de ella una versión distinta, una mentira que debo hacerle creer y me es difícil.
– Lamento si te asusté Bree, sé que es duro recordarlo pero quiero saber de tu pasado, no volveremos a hablar de él de nuevo lo prometo, solo déjalo salir.
Me da tristeza que piense que ese pasado me afecta, porque no lo hace, lloré lo suficiente en la cueva, lo que me duele es no ver a mi Damon, no saber que fue de él.