Capítulo 19

Narrado en tercera persona.

En dos manadas enemigas habían personas sufriendo el conflicto, Damon era la mayor víctima de su padre y toda luna sangrienta.
Nunca fue visto como un sucesor por sus habitantes y la hibrida esa, otra decepción, sin embargo el lobo había hecho lo mejor que podía y eso había sido suficiente para Bree.
El alfa Drack le detestaba, aunque la mala sangre venía de familia, su padre a su vez había sido un miserable y la cadena parecía interminable, sin embargo Damon era la excepción en la regla, tenía un lado amable y puro que no habían podido contaminar, no importaba cuan cruel había sido, cuantos desprecios había recibido su hijo no era una máquina asesina como él, en ocasiones sentía decepción y otras veces algo parecido al orgullo era difícil explicar qué clase de sentimientos embargaban al alfa.

Lo cierto es que vivian en una especie de dictadura nadie tenía la posibilidad de negarse a luchar en sus guerras o de abandonar sus tierras, muchos no tenían opción y otros simplemente aceptaban a su líder tal y como era.

Muchos no entendían como odiando tanto a su hijo no lo había matado pero ignoraban que la vida de Damon tenía un solo dueño, alguien quien lo mantenía con vida aunque no podía evitar los abusos en contra del joven.

Klaus por su parte miraba aburrido desde su habitación en la casa del alfa como era la vida de miserable en esa manada, el olor a perro mojado lo fastidiaba y al vivir ahí el hedor era insoportable contaba los minutos para que oscureciera y poder ver a la bruja, una criatura diferente que a pesar de saber su naturaleza no le mostraba temor.
Hermosa y atrevida era la cosita rubia que estaba en sus pensamientos, descubrió su presencia por casualidad un día que salió a cazar. Tenía sed y siendo vampiro no encontraría su alimento con los lobos, no le apetecía y de pensar morderlos se le revolvían las entrañas.

Ellos podían beber sin asesinar, lo hacían para evitar llamar la atención, ir por el mundo dejando cadáveres por todos lados no era muy precavido.
Eran tan rápidos que podían beber la sangre de su víctimas y desaparecer antes que ésta se diera cuenta, ésta podría sentirse desorientada, experimentar mareos y dolor en la zona de la mordida sin marcas aparentes llevaban esta práctica durante siglos solo unos pocos disfrutaba dañando a la víctima y dejando huellas de su ataque lo cual estaba prohibido por la orden vampírica de los siete.

Fue así que mientras buscaba su alimento vio en la oscuridad una silueta de mujer moverse, su olor a humana le hizo creer que era la presa del día y la siguió sigiloso y hambriento.
Pero no era el único que la había percibido, otros dos vampiros se adelantaron y atacaron a su presa pero se topó con la mayor de las sorpresas cuando la humana con un libro en manos los quemó en segundos. La capucha que llevaba la caperucita ocultaba su rostro pero su larga cabellera rubia y su olor la delataban.
Era joven aunque Klaus no supo que tanto, sin embargo la siguió observando cada vez que podía. El vampiro tenía sus órdenes y cuando el alfa impaciente le pidió su apoyo no tuvo remedio más que ceder por el bien de todos. No le afectaba la muerte de ningún lobo, no sentía apego a ninguna vida pero verla llorar a su alfa en la oscuridad lo conmovió y siguió mirando hasta que un día se mostró ante ella, quedo maravillado con la cosita rubia que se trasformaba en fiera salvaje cada vez que se enfurecía y por eso adoraba provocarla; sin darse cuenta reveló información valiosa solo para que ella no lo juzgara incorrectamente. 
Se sorprendió a sí mismo el que le importara lo que alguien más pensara de él.

Y ahí estaba siendo conocedor de los siguientes pasos de ambas manadas, pero callaba todo esperando pronto su enemigo revelara su rostro.

En un lugar lejano el verdadero villano de toda la historia seguía moviéndose entre las sombras sin ser detectado, ya había envenenado la mente de Drack y también la de otros alfas incluso del consejo mismo y hasta el momento nadie lo había descubierto, pero no contaba con el hecho que su pasado le había alcanzado y quien menos esperó seria la persona en exponerlo.

En luna hechizada una serie de eventos empezaban a desencadenarse que conllevaría sin duda a la tragedia, todo con la llegada de una loba alemana preciosa y dulce que había llegado sin saber a desentrañar el misterio que muchos deseaban descubrir y que otros ignoraban.

Jessie era una mujer lobo con un pasado doloroso uno que quemaba a pesar de los años, todo empezó en Alemania había encontrado a su mate cuando apenas tenía catorce años, era una niña muy feliz y su mate otro chico lobo que estaba de visita en la ciudad. Era un hombre de veinticuatro años hijo del alfa Dominick de las tierras de la manada Silver y a pesar que los separaban una década estaban dispuestos a todo por darse una oportunidad. 
Su mate entendía que era una niña, y ella aún no lo percibía como tal, pues los lobos al cumplir los dieciséis es que reconocen el aroma de su pareja, uno especial y particular que no posee nadie más y es así que los diferencian.

Se conoce que los alfas son más territoriales y posesivos que un lobo común y el lobo desde que la encontró no tenía ojos para nadie más, la quería a su lado de inmediato pero sabía que con ella las cosas irían despacio, esperaría a que se convirtiera en mujer, además Jessie estaba estudiando por ello el lobo iba a su manada cada día y al caer la noche volvía a la ciudad a un apartamento de soltero para estar cerca de ella.

Jessie vivía con su familia en la ciudad, en medio de humanos, no los creía amenaza alguna pues le ganaban en fuerza y agilidad pero había que admitir que cada día avanzaban más en la tecnología dejando atrás el misticismo que los acompañó por siglos. Sus padres grandes admiradores de la modernidad deseaban darle la mejor educación lo cual los había hecho alejarse de la manada por años. Querían que ella conociera lo mejor de ambos mundos antes de volver a casa, a la misma manada a la que su compañero gobernaría algún día.