Narrador omnisciente
El alfa Ethan los tenía donde quería encerrados como las ratas que eran, sin importar que sucediera él ya había ganado la guerra.
Le daba profundo placer devolverle el golpe a quienes le hicieron daño, el derramamiento de sangre era necesario solo faltaba el final, la muerte de Drack y su hijo por su propia mano.
Con las defensas enemigas destruidas se dio el lujo de esperar a que los chicos se unieran, ansioso de terminar su venganza en nombre de sus padres y aquellos que fueron abatidos ése día.
Tyler fue el primero en llegar, necesitaba saber si Jessie estaba ahí adentro. Cada segundo contaba y el necesitaba encontrarla y ponerla a salvo a como diera lugar.
Ian fue el segundo con su ejército de lobos, todos en su forma cuadrúpeda estaban cansados pero aún fuertes y en pie de lucha.
No había señales de James y los suyos pero Ethan no tenía preocupación por su primo, sabía que estaba bien, era un luchador nato.
Avanzaron hasta las puertas de la fortaleza de Drack era tan absurdo que se escondiera detrás de ellas, no había muro que ellos no pudieran derribar con una bruja que controlaba el elemento del fuego.
Selene estaba en silencio a su derecha siempre al lado del alfa, había dejado solo a Owen aquella vez y terminó asesinado, ella no volvería a fallarle a su alfa, si hubiese estado cerca las cosas habrían sido tan distintas aquella vez.
Ethan no iba a morir en esa batalla pero no significa que no iba a perder algo importante por el contrario todo lo que él amaba iba a sufrir.
Conservaría la vida pero perdería su corazón, su alma y su amor.
Estaba segura que los dioses eran crueles, mostrándole todo tal y como pasaría, sin poder para cambiarlo. Ahora recordaba las palabras de Klaus; ella y él eran espectadores no eran tan distintos al final de cuentas.
Ethan avanzó hacia la entrada con los chicos detrás de él, su odio estaba tan latente, no podía ver nada más que al objetivo y no podía pensar en otra cosa más que matar a Drack y a su hijo.
La venganza era todo cuanto deseaba, recuperar a la novia de Tyler y destruir a los cazadores que seguro estaban dentro.
La fortaleza de Drack estaba a orillas de un acantilado, así que no podrían huir a menos que saltaran lo cual sería la muerte inmediata.
Más de 500 metros de altura y un suelo rocoso al final era una manera rápida de acabar con sus existencias.
Todos sus guerreros detrás de él habían saldado las cuentas, habían vengado a sus seres queridos: padres, hijos, esposos o hermanos, ahora le tocaba al alfa.
Destruir la puerta fue tan sencillo, Selene era la mejor de las brujas, la madera ardió bajo sus llamas y los gritos de miedo en el interior anunciaban el final de muchos y el inicio se la tragedia.
La puerta se quemaba con rapidez y sus ojos miraban como el fuego la consumió hasta convertirse en nada.
Los tres chicos entraron a la fortaleza cada uno con un objetivo distinto, Tyler solo deseaba encontrar a la loba, Ian buscaba a los cazadores e Ethan se quedó a acabar a los líderes de luna sangrienta, si al menos hubieran permanecido juntos no lamentarían despues los hechos que sucedieron a continuación.
El lobo negro diviso a un puñado de hombres frente a él y entre ellos reconoció de inmediato al hombre que mató a su padre.
Sus oídos empezaron a zumbar, el rencor le hizo gruñir, sintió repulsión al verlo, eran los recuerdos dolorosos de como ése hombre había asesinado a su padre que lo cegaban ahora.
Para Ethan no había nadie más a su alrededor más que el hombre frente a él, todo desapareció para el alfa sus amigos, sus soldados, Selene e incluso sus demás enemigos, sus ojos solo lo miraban a él con todo el odio posible.
Había soñado este momento por mucho tiempo, las miles de formas en que lo harían sufrir, su muerte, la sangre de sus enemigos en sus manos y aquí estaban.
Hoy era el día, los hombres avanzaron al paso de Ethan, era el momento que cobrará el pacto de sangre, el Alfa Drack y sus hijos debían morir a manos de su líder, ellos sólo estaban ahí para verlo.
El alfa joven arremetió sin dudarlo contra los lobos que defendían la fortaleza, sus hombres se encargaron de ellos pero él miraba todo rojo, solo estaba ese hombre en la mira.
Cuatro lobos intentaron medirse con el alfa, fueron rápidamente derribados por el mismo y exterminados por los aliados.
Damon sabía que su momento había llegado al ver la saña con la que los guerreros fueron asesinados, ese día moriría así que lo primero que hizo fue arrodillarse ante el alfa, no por miedo, sino para implorar piedad por aquellos que estaban adentro.
Ethan se quedó quieto maquinando en su mente como acabar al hombre frente a él, matarlo en forma de lobo era sencilla, morderlo hasta separar su asquerosa cabeza del cuerpo sería una muerte muy simple.
No
Él debía morir de la misma manera que mató a su padre, debía morir bajo el filo de una espada.
Se transformó en humano entonces, lo mataría tal cual como ese hombre a su padre, lo atravesaría con una hoja filosa y lo miraría a los ojos mientras lo hacía.
– Le pido por favor piedad para los que están dentro. – fueron las palabras de Damon pero Ethan río, estaba al borde de la locura enceguecido por el odio.
¿Tenía el descaro de pedir piedad?
Seguro lo hacía por su padre, pensó con odio en Drack mientras miraba a uno de sus hombres traer la espada que mataría al enemigo.
Su rencor era tan grande que no escuchaba los gritos de una híbrida que había llegado en ese preciso instante.
– Hoy no tendrás piedad de mi sino justicia por tus actos. – dijo a la vez que levantaba la mano con el objeto filoso cual verdugo ante un sentenciado.
Damon no levantaba la cabeza para que pelear, lo merecía y no pensaba defenderse ni excusarse por sus actos pasados.
Pensó en su hermana, le pedía perdón por faltar a su promesa de que se reunirían un día.