—Hola Sr. Flamount— Al escucharla el rostro del castaño se tornó en un enojo disimulado
— ¿Cómo me dijiste?— preguntó en un tono el cual simulaba ser estricto. Creía que quizás ella lo viera con otros ojos, como un padre.
Ya va a empezar de nuevo— pensó la morena rodando los ojos— lo siento ¿papá?.— a pesar de que la palabra esperada fuera una pregunta no le tomo atención y celebró.
Cambiando su semblante a uno feliz la envolvió en un apretado abrazo — ¡Hola hija! ¿Cómo has estado?—
Alejandra no podía evitar creer que para ser una adulto en ocasiones solía comportarse como un niño pequeño— bien.
—Que mala eres Ale, hace tiempo que no venias a verme.— chillo. En definitiva se comportaba como un crío. Lo confirmó la chica.
Avergonzada lo miro y dio pequeñas palmaditas en la espalda — lo siento, pero con las tareas y demás no tengo tiempo libre.
Ambos cambiaron de tema y platicaban tranquilamente, olvidando el tema del olvido. Fue entonces que alguien toco la puerta. Al abrirla, no le sorprendió verla todos estaban conscientes de quién se creía dueña del colegio. Ginger Melella. Sin ser invitada se adentra a la casa, obsequiado una hermosa sonrisa al director, debía ganarse su confianza así daría una paso más a lo que deseaba. Debía tener todo lo que él apreciaba en la palma de su mano para que Kaname se fijará tan sólo un poco en ella. Sin embargo, todo plan fue desechado al ver a la pelinegra.
—¿Tú qué haces aquí?, ¡no puedes estar aquí!— sin duda lo había echado a perder. Flamount la miraba furioso, regresó y abrió la puerta.
— Ella tiene todo el derecho de estar aquí. Porque es mi hija y si no te parece como puedes ver la puerta es demasiado grande.
Alejandra lo miró atónita, él siempre demostraba que a pesar de no ser su hija biológica, la quería como una; haciéndola preguntarse varias cosas ¿de esa manera la habría querido su verdadero padre?, ya que nunca lo conoció.
¿Quién sería? ¿Cómo sería? ¿De donde habría sido? ¿Alguien de la luna? ¿De la Tierra? ¿De algún otro planeta?
No lo sabía, pero de algo si estaba segura, su padre no podría ser alguien del Sol; si lo fuera no estaría atacando a la luna o por ende a su madre.
—Lo siento debo irme, tengo clases—
Al oírla con tono suplicante inicio— ¿no te puedes quedas un poco más?— tenían tiempo sin hablar, ya no era una niña pequeña pero aun necesitaba cuidarla
La chica sonrio y asintió— Creo que puedo llegar un poco tarde—
Continuaron con su charla, bromearon y comieron chilaquiles, siendo él el enchilado en lugar de ella para acabar con un pedazo de pastel.
Al terminar la chica se puso de pie para poder retirarse, pero al ser llamada de nuevo regreso.
—¿Qué pasa?— pregunto confundida una vez frente a él.
—Ten— tendiendole una barra metálica oscura— se me olvido darte esto.
Ella miró sorprendida el objeto que tomaban sus manos— ¿me detuviste solo por este palo?
Al oír aquellas palabras Flamount comenzó a reir, mientras la morena frunció el ceño ¿qué es lo que daba gracia?— Ale no es un palo cualquiera, es un cetro y su nombre es Artemis.
—¿Los cetros tienen nombres?— pregunté observando mejor, tenía pequeñas entalladuras
—No, pero este es especial.
—Así y ¿por qué?— preguntó esta vez con curiosidad e inocencia, ¿que era lo que lo hacía diferente? Se preguntaba
—A pertenecido a toda la dinastía de la Luna.
—No lo quiero— se apresuró a devolverlo, lo cual sólo sorprendió al hombre ¿Como podía negar algo perteneciente a su familia? — yo no pertenezco a ella— respondió al ver su rostro lleno de incredulidad— Ni siquiera nací ahí. No conozco ni siquiera lo que alguna vez fue.
— Pero es quien eres.
—¿Es quien soy?— se estaba frustrando, esa había sido una respuesta estupida— Ese es el problema— miro de pronto al piso—ni siquiera se quien soy.— si ella no sabía quién era ¿Porque debía saberlo él?
—Sabes, por muchos años todos tus ancestros lo utilizaron para gobernar, pero sólo como algo superficial.— la morena lo miró ¿a qué se refería con "algo superficial"?— nadie pudo hallar en él, la verdadera esencia que escondía, ninguno hasta que llegó tu madre y en él encontró un escudo. Un protector.
¿Esencia? ¿Escudo? ¿Protector? ¿Arma? ¿Que diablos es entonces? Sus pensamientos salieron a flote, hasta que.
—Perteneció a la primera Luna, fue cuando la oscuridad desapareció de ella, dejándola ver como la Blanca y brillante que ahora conocemos. — con cada palabra entendía menos, a ella no le interesaba en lo absoluto el tema de la Luna, hasta donde ella sabía por eso su madre se había marchado. ¿Porque debía importarle? Si no tenía nada que ver con ella o con lo que la rodeaba en esos momentos.
Flamount la vio divagar en sus pensamientos— tal vez no fue buena idea después de todo— tomó sus manos y lo colocó de nuevo en ellas y para sorpresa de ambos, aquel largo objeto tomó el tamaño de bolsillo.
—Es sorprendente— chillo con orgullo y emoción— serás la mejor reina cuando acabe esta guerra o quizás serás tú quien la termine.
—Estas loco— negó mientras reía— jamás lo haría— ni siquiera tenía los suficientes poderes, no era como su madre, ¿Porque pedirle algo así?
—Quita esa cara de preocupación, tú como tu madre eres hija de la luna; cuando el universo era oscuridad el Sol y la luna fueron quien lo iluminaron, son los más poderosos. Ahora, vete porque no quiero que te atrases más.— dijo con delicadeza mientras la sacaba de su casa.
No podía asimilar nada de lo que había ocurrido. ¿Porque no pudo ser sólo una visita tranquila? Realmente tuvo que haber sacado todo eso sin sentido?
Suspiró con pesadez, sin embargo, en algo tenía razón ya no me podía atrasar más de lo que estaba, así que caminó con rapidez hacia su clase, guardando el Artemis.
—Llegas tarde— se escuchó aquella voz quien se hallaba parado en la entrada con los brazos cruzados.
—¿No has entrado a clases por esperarme?
—Estaba preocupado. ¿dónde estabas?— preguntó caminando a su lado.
—Con Flamount, Mamoru— ella quería al chico de verdad lo hacía, pero algunas veces él era demasiado sobreprotector con ella.
—A veces suele ser un poco caprichoso.
—Ni que lo digas— sonrió negando.
Al entrar una silueta se abalanzó sobre el chico— MAMORU LLEGASTE — abrazo con fuerza.
—Tranquila Lana— trato de quitársela de encima sin éxito, no podía lastimarla, y miró a la pelinegra tratando de pedir ayuda la cual se le negó, ignorándolo tratando de disimular su diversión con esa escena.
Al sentarse a un lado de la ventana pudo notar la presencia de dos alumnas, al parecer de la clase del Sol, escondidas entre las plantas y arbustos. Negó suspirando cansada.
Salió del aula dirigiéndose al jardín para poder encararlas— ¿Que hacen? Ustedes deberían estar en su dormitorio.
—Nosotras lo lamentamos, mucho— dijo una cabizbaja.
— Pero los admiramos y queremos conocerlos mejor.— se apresuró a decir temerosa la otra.
—Saben que está prohibido, pueden ser expulsadas. Vayanse por favor.— les dijo un poco estresada tocando el puente de su nariz. No podía entender de lo que eran capaces sólo para poder verlos. Si tan sólo supieran el peligro.
Ambas se miraron decepcionadas poniéndose de pie para marcharse siendo interrumpidas por alguien.
—Esperen!—
Al ver quien era las miradas decepcionantes de las chicas cambiaron a unas de emoción, Alejandra maldijo en su interinos, ya sabía quién era y para su mala suerte no se había equivocado. Al darse la vuelta se encontró con los rostros de Aldo y León. Siendo el primero con una sonrisa mientras el segundo negaba.
—No deberías ser tan grosera Ale, ellas se han tomado el tiempo de venir por nosotros. ¿Y tus modales?—dijo maliciosamente el primero.
La furia se reflejaba en los ojos de la morena. ¿Que es lo que tenía pensado? ¿A que queria jugar?— Sabes que está prohibido, así que deja que se vayan.
—Vaya, que ruda eres, Ale—chan— dijo mientras hacía un puchero de niño bueno, la chica lo miro atónita— espera, ¡como me llamo!— se pregunto ella con molestia.
—vengan señoritas.— tendió su mano para que ambas se acercaran.
—Nos volverás a meter en problemas Aldo— negaba su primo.
Ambas chicas se dirigieron a él, aunque la peli negra tratara de impedirlo, ellas aún seguían su camino como si estuvieran hipnotizara. Apresuradamente camino y tomando vuelo con su mano la estampo contra la mejilla del vampiro.
—Oh oh, alejate Ale— preocupado León la apartó, intentando de controlar a su furioso primo. Se apartó unos cuantos pasos más de lo que ya lo había hecho.
Aldo respiraba con dificultad, dejando ver su enojo— CÓMO TE HAS ATREVIDO A PEGARME— exclamó arrojada cristales de hielo, los cuales rozaron con el brazo de la pelinegra, ocasionando una pequeña herida y sangre al instante.
Los ojos de ambos vampiros cambiaron de su color natural a uno rojo carmesí, al ver lo sucedido ocasionó que ambas chicas se asustaran desmayándose.
—Aldo de verdad cálmate— decía León con un tono nervioso, el olor de sangre también lo estaba tentaba, pero no podía y lo sabía aunque le costase debía usar todo su autocontrol.
—QUÍTATE LEÓN— gritó mientras lo apartaba con brusquedad y en un abrir y cerrar de ojos ya se encontraba frente a ella.
— Hiciste mal en golpearme, mira lo que te he hecho— decía seductoramente mientras tocaba la sangre de su brazo y llevaba la yema de su dedo con la sangre a la boca— vaya O+, es muy peculiar este tipo, pero aun así es impresionante el sabor.
—HANABU SABES QUE ESTÁ PROHIBIDO— esa voz, esa voz era de Kaname quien llegan a junto a los demás prefectos.
—Llevense a esas dos estudiantes, hay que pasar el reporte al Director— ordenó, Neftali y Ryuu cargaron a las chicas sin do seguidos por sus demás compañeros a excepción de Ginger quien se quedo a su lado, esperando a que ambos se marcharán.
—Tú también te puedes ir— Aldo rió mientras tomaba el brazo de la morena con fuerza y lamia con cuidado la sangre que salía de su herida.
Kaname que no podía creer su cinismo lo miró enfurecido tomando del bolso una pequeña pistola apuntando a la cabeza de este.
Disparo desviando la dirección de la pistola cayendo la bala casi rozando el rostro del vampiro, sorprendiendo a todos los presentes— SUELTALA, porque la próxima vez, te juro que la bala será dirigida a ti. Maldito Chupa Sangre.
Aldo lo miró con furia contenida sin apartarse de Ale, Kaname camino a su dirección. Ambos se veían enojados, una vez frente a ellos tomó a Alejandra y la jalo para comenzar a caminar. Alejándose de los demás incluso dejando sola a Ginger quien sólo miro con odio y de la misma manera se fue.
Sus paso eran silenciosos, la joven no sabía a dónde iban con exactitud ninguno dijo nada, sólo se detuvieron en el centro del patio a lado de una gran fuente de mármol.
Él se veía realmente enojado, se giró a verla— ¿¡como puedes permitirlo!?— Soltó de golpe, ella solo callo, al no escuchar una explicación por parte de ella prosiguió — ¿Te gusta?—
Aquella pregunta no se la esperaba, ni siquiera tenía sentido eso pregunta, no era como si a él le importase, o por lo menos eso era lo que creía. Kaname no recibió respuesta de nuevo, sólo una mueca de sorpresa.
—Perdóname Ale, solo que no entiendo.— dijo en un suspiro.
—No entiendes ¿Qué?— enarco una ceja al preguntar.
—En qué momento dejaste de hablar conmigo.—
No sabia como explicar lo que sentía, era ¿dolor? ¿enojo? Cómo era posible que él le dijera eso cuando él mismo fue quien se alejó. ¿Ahora se hacía la víctima.
—Deberías contestarte tu mismo— hablo lo más fría que pudo, dando la vuelta y alejándose de él.
Kaname sólo la miró alejarse, ¿será que ella algún día pueda perdonarlo? Él la había dejada y aunque siempre estuviera pendiente de ella no era lo mismo, porque ella no lo sabía no lo sentía junto a ella. Ambos crearon una pared sobre el otro. ¿Podía solucionarlo?
Cada paso que daba dolía, pero no era dolor físico. Era un gran dolor interno como un apretón en el pecho. Ella Lo quería y gracias a ese cariño había perdido a alguien más, cambio algo por nada. Lo había perdido una vez y había llorado, ¿Y ahora? ¿Volvería a llorar? ¿Lo habría perdido nuevamente?.
—No— se contestó a sí misma— para perder algo se necesita ser tuyo.—
Deje de hablarle, cuando él se alejó y Mamoru llegó.— pensó al sentir como una lágrima rodaba por su mejilla recordando aquella pregunta.
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Editado: 08.11.2019