Luna y sangre

CAPÍTULO 3

Camino junto a Thomas y los cinco hombres, los cuales no apartan sus intimidantes ojos sobre mi. Todos tienen el cabello totalmente oscuro, piel tostada y cuerpos bastante fuertes y grandes. 

No sé hacia dónde me llevan, ni qué harán conmigo, pero lo que más me atormenta de todo esto, es imaginarme como lo pueden estar pasando mis padres, familiares, amigas etc.

No tuve el placer de despedirme de ellos. No pude decirles lo mucho que los amo. No pude pedirles que no sufrieran por mi, que pronto acabará y volveré a estar a su lado.

— Camina.— noto un empujón. No me di cuenta que paré de andar.

Respiro hondo cuando veo como paramos frente a una gran puerta de madera con unas figuras raras en ella. Retrocedo chocando con un cuerpo masculino. Thomas.

Mis nervios han aumentado, mis manos tiemblan a la vez que mis piernas.

Uno de los hombres da dos toques con sus nudillos y luego de esperar unos segundos, la inmensa puerta se abre dejándome ver el interior.

Parece el interior de un lujoso castillo. El techo está muy muy alto, y de el caen unas grandes lamparas perfectas, decoradas de lo que parece ser oro. Las paredes tienen unos grandes ventanales, los cuales dejan entrar la luz del radiante sol. Miles de cuadros de todo tipo; naturaleza, fauna, retratos etc, hacen ver el lugar de una forma más hermosa. En el centro, hay una gran mesa alargada con abundante comida en ella.

Mis ojos siguen buscando algo mas, hasta que se fijan en el final de todo el lugar. Unos pequeños pero alargados escalones van dejando en una mayor altura un trono con alguien sentado en el.

Uno de los hombres me incita a caminar hacia él con un simple toque en el hombro.

Miedo.

Su pelo es de un tono grisáceo oscuro. Sus labios son gruesos y rosados. Nariz perfilada y cejas cortas, pero gruesas. Su cuerpo tiene una musculatura bastante grande, dándome a entender que él es el que manda.

— Tu debes ser Zía.— su rostro es totalmente serio, no hay ni una pizca de amabilidad.

No soy capaz de apartar mi mirada de sus intimidantes ojos azules por miedo a su reacción.

Me siento enana ante tal situación, pero mas que nada, ante ellos. Todo esto parece sacado de una película, y a pesar de que me encantan las películas y sobre todo, de este tipo, me da miedo estar en una de ellas, sabiendo que en cualquier momento puedo acabar muerta.

Se escucha un estruendo. La puerta se ha abierto. Voces y sollozos comienzan a inundar todo el lugar. Me giro pudiendo ver a todos los chicos y chicas que vi cuando llegue a este lugar.

Caminan uno detrás de otros con cuerdas atadas a sus manos. El orden de la fila es, chico, chica, chico, chica, y luego de acabar en la última chica, mi temor aumenta. Maggy no está.

Me quedo paraliza volviendo a inspeccionarlos, y luego de hacerlo tres veces más, verifico que ella no se encuentra entre ninguno.

Los colocan a mi lado, haciendo una larga fila vertical, dirigiendo nuestras miradas hacia el hombre en su gran trono.

— Mi nombre es Daymon, y soy el líder de los híbridos.

Mi ceño se frunce al escuchar sus palabras. ¿Híbridos? Vale... Creo que esto debe tratarse de un sueño.

— Thomas.— susurro para que solo él me pueda escuchar. Me ignora.— Thomas.— me mira de reojo unos segundos para luego volver la mirada a su líder.

Imbécil.

— Los híbridos somos una mezcla entre hombres lobo y vampiros, llegando así a tener el triple de su fuerza, siendo más rápidos, más inteligentes, pero mucho menos que ellos, por eso, decidimos elegir detenidamente a jóvenes capaces de estar en nuestro bando.— sus piernas se flexionan para levantarse del gran trono.

— ¡Estan locos!— el grito de una chica me asusta. Soy incapaz de verla ya que los anteriores a ellos tapan mi visión.— Prefiero morir a convertirme en un animal que chupa sangre y mata por placer.— gruñe dejando a todos en un pleno silencio.

— Hace siglos. Los hombres lobo y vampiros eran enemigos que solo se preocupaban por matarse unos a otros. La ira y el rencor les hizo estar tan ciegos, que no pudieron darse cuenta de nuestra existencia.— baja los escalones con cuidado y con suma cautela.— Cuando se percataron de nosotros, no pensaron. Por sus cabezas solo pasaba una idea, un fin. Hombres lobo y vampiros formarían una alianza para matar a todos los híbridos existentes en todo el mundo, incluidos niños, mujeres embarazadas, gente mayor que solo se preocupaba por vivir un día más. La masacre fue tan grande, que solo pudimos sobrevivir algunos. Entre ellos, yo.— para justo frente a mi.— Ese día me hice una promesa a mi mismo. No importaba lo mucho que costara, pero todos ellos lo pagarían, y no con dinero. Con sangre.— avanza colocándose unos segundos frente a cada uno de los presentes.— No nos dieron siquiera el placer de demostrarles que no eramos sus enemigos. Si ellos querían, podríamos ser sus aliados, sus amigos, su familia...

— Nosotros no tenemos la culpa de lo que ocurrió.— susurra otra chica.— Por favor, dejanos ir. Ésta no es nuestra guerra. Ésta no es nuestra batalla.— solloza frente a Daymon.



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Editado: 09.03.2018

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