Octubre de 2014
Me desperté sobresaltada al rememorar el recuerdo de aquella noche, era lo único que recordaba del accidente y no era algo grato de soñar.
Quería despejarme así que me levanté y decidí ir a por un vaso de agua. El pasillo estaba completamente oscuro así que pensé que mis compañeros seguían de fiesta, aunque claro, escuchar gemidos provenientes del salón también puede significar que alguno de los dos se haya traído la fiesta a casa.
― Oh, venga. Tienes habitación propia Alex, llévala hasta ella.
― Joder. ―vi como daba un pequeño respingo al oírme― Lo siento Tinkerbell. Te prometo que llegaré…en algún momento.
Me respondió intentado ponerse de pie, pero su acompañante ―que aún la tenía encima― no le ponía la tarea fácil mientras devoraba su cuello y soltaba alguna que otra risilla, esta chica era una succionadora en potencia.
― Muñeca, espera un poco. ―le dijo mientras la chica intentaba desabrocharle los pantalones y me dirigía una mirada desconcertada―
Supongo que a la chica no le importaba tener público.
Negué con la cabeza y me dirigí al mesón a servirme el vaso de agua a por el que había venido, diría que me iba para darles algo de privacidad, pero la verdad es que desde la cocina tenía una perfecta visión de la sala, por algo ambas partes estaban conectadas.
Nuestro piso no era demasiado grande, pero era lo bastante cómodo para que pudiéramos convivir tres personas sin ningún problema.
Me apoyé en la isla de cocina y seguí mirando el espectáculo que se desarrollaba delante de mí, Alex al fin había conseguido ponerse en pie con su chica succionadora encima, estoy segura que esta noche la iba a disfrutar bastante.
Me buscó con la mirada y cuando me encontró me dedico una sonrisa ladeada y dijo:
― Buenas noches, Tinkerbell.
― Te diría lo mismo, pero dudo mucho que vayas a dormir, así que diré que disfrutes de tu noche. ―le dije con una sonrisa en mis labios―
― Eso espero. ―me giño un ojo y fue rumbo a su dormitorio―
Me serví otro vaso de agua para llevármelo a la habitación y cuando me dirigía hacia allí escuché como la puerta de la entrada se abría de golpe haciéndome sobresaltar y por poco regar el agua, volví sobre mis pasos para comprobar que no fuera ningún ladrón, pero por la puerta apareció mi compañera y amiga, Kyra, devorándole la boca a un chico.
Otra vez no.
― Segundo asalto. ―dije suspirando―
Solo esperaba que no ensuciaran el sofá, yo me sentaba ahí.
El ruido de unas ollas caerse fue mi despertador, supongo que una no puede despertarse con el sol del mediodía, el cantar de los pájaros o porque tu perro quiera pasear y te viene a despertar a lametazos ―lo último sería un tanto imposible dado que no teníamos perro―.
Me pasé las manos por la cara para despejarme y retiré los mechones de cabello que se habían salido de la coleta improvisada que me había hecho antes de dormir.
Vayamos a ver que desastre han ocasionado en la cocina los ligues de esos dos, porque estaba más que segura que serían ellos y no mis amigos, Alex y Kyra eran demasiado vagos para despertarse temprano después de una noche de juerga y sexo loco.
― Sírveme un café a mi también. ―le pedí al chico que estaba preparando el desayuno―
Al principio pensé que se iba a negar, pero cuando se dio la vuelta y posó la mirada en mí, al cabo de unos segundos una sonrisa coqueta surcó sus labios, supongo que eso significaba que me daba el visto bueno.
― Claro, preciosa.
Esperaba que no pensará que hablándome bonito iba a conseguir algo conmigo, porque aparte de que por el momento no estaba interesada en nada con ningún chico ―ni siquiera un polvo de una noche―, se había acosado con mi mejor amiga y con eso se había ganado ir a mi lista de jamás de los jamases.
― Gracias. ―le dediqué una sonrisa―
Me deshice de la coleta mal hecha que aún tenía y dejé caer mi cabello sobre mis hombros, de reojo vi como seguía mis movimientos mientras me pasaba las manos por el cuello, era tan fácil engatusar a un chico, con una sonrisa y movimientos seductores lo tenías a tu merced. Me senté en el taburete y esperé pacientemente a que me pusiera delante mi café recién preparado.
― Y cuál es el nombre de la señorita a la que le estoy sirviendo un café. ―preguntó poniendo la taza delante mí―