Al final habíamos decidido ir a comer fuera ya que ninguno tenía intenciones de cocinar. Así que nos encontrábamos esperando a que el camarero viniera con nuestros pedidos mientras Kyra y yo nos reíamos de Alex porque al muy idiota se le olvidó que la chica con la que llegó anoche aún estaba en su dormitorio cuando fue a vestirse.
Solo a él podían pasarle estas cosas.
― No sé porque se enfadó. ―nos dijo sobándose la mejilla por la cachetada que recibió de su acompañante cuando le dijo que ella no estaba invitada a comer―
― Yo tengo una idea.
― Que eres idiota. ―respondió Kyra―
― Eh. Ella sabía a lo que iba: acostarnos, dormir la borrachera y luego cada uno por su lado, en ningún momento hablamos de comer juntos.
― Podrías tener más tacto o simplemente haberle mentido y decir que habías quedado con tu madre. ―le di una idea―
― No. Sinceridad, ante todo.
Y ese era Alex McOwen. A simple vista podría parecer un ligón, un graciosillo que no se toma la vida enserio, pero como dicen: las apariencias engañan. Es la persona más leal y sincera que he conocido en todos estos años, y creerme son muchos. Conocí a Alex cuando íbamos al instituto, él era un tanto idiota ―más que ahora― por ese entonces y recibió un puñetazo de mi parte, pensé que me gritaría o que tal vez me la devolvería, pero él simplemente se rió y dijo:
Tú y yo seremos buenos amigos.
Luego de eso tuve que llevarle a la enfermería porque se desmayó y yo entré en pánico pensando que lo había matado, no podían culparme, le sangraba mucho la nariz.
Y aunque sí sea un ligón en potencia, era de esos chicos a los que no le gustaba jugar con las mujeres, les decía lo que quería, cuando y como, no se iba por las ramas. Y respecto a su sinceridad…lo era hasta el punto de que pronto seria inmune de todas las cachetadas que ha recibido.
― Si no fueras un puto, me gustarías y todo.
― Si quisiera podría tener una relación estable, pero me encantan las mujeres y los tríos, no olvidemos los tríos. ―dijo robándole una patata a Kyra del plato cuando el camarero se lo sirvió―
Él siempre ha dicho que la vida es demasiado corta para no experimentar, esa es su excusa para ser, como dice Kyra, un puto, pero un puto sincero.
― Estate quieto.
Kyra estaba intentando clavarle el tenedor en la mano para que dejara de robarle comida, esperaba que no acertará, no quería pasarme el fin de semana en el hospital.
« Por cierto Peyton, esta noche hay fiesta.
― Ya me lo dijo Alex.
― Hoy Tinkerbell ligará más que tú Kyra, no sientas envidia, recuerda que es tu mejor amiga. ―mi amiga le dirigió una mirada antes de pegarle una patada por debajo de la mesa y sonreír con maldad―
― Auch. Que bestia eres.
― Jódete.
― Más vale que no me llames así en la fiesta. Media universidad me ha preguntado porque me dices así y como comprenderás no les diré el motivo. ―le dije antes de que empezaran a insultarse―
Él simplemente me mostró esa sonrisa matadora que derrite a cualquiera como respuesta: No iba a dejar de hacerlo.
El resto de la comida nos la pasamos conversando de cosas banales, mientras de vez en cuando ambos se soltaban alguna que otra pulla para sacarse de quicio mutuamente.
Ya había anochecido cuando llegamos a la fiesta que se organizaba en la residencia de las chicas y se notaba que llevaba en marcha varias horas ya que te encontrabas gente borracha tirada en el césped de la entrada, parejas enrollándose como si no hubiera un mañana y gente en bañador, con el frío que estaba haciendo debían de tener mucho alcohol en su sistema para ser tan valientes o estúpidos, ―dependiendo de cómo se mire― de estar así.
Nosotros llevábamos una hora en la fiesta y luego de estar durante diez minutos juntos los había perdido de vista, pero no era de esas chicas que se aburrían si estaban solas o se ponía nerviosa al no encontrar a sus amigos, sabía cómo eran y sobretodo, que estábamos en la misma fiesta, no se iban a ir sin avisarme o viceversa. Además, los había visto a ambos. Mientras ellos estaban con sus amigos ―o ligando―, yo había encontrado a los míos y por el momento estaba cómoda charlando y bebiendo con las chicas.
Muchas veces me preguntaban porque no estaba con ambos, pero siempre decía lo mismo: No soy su madre. Y no, no hemos discutido.
Esa última frase nunca podía faltar, porque si no la decía lo preguntaban, ni que fuera obligación que tuviéramos que estar juntos cada vez que salíamos de fiesta, cada uno tenía sus propias amistades y no por ello íbamos a dejarnos de lado.
― Vamos a bailar Peyton.
Charlotte me cogió de la mano y me arrastró a la improvisada pista donde todos estaban bailando. Normalmente me ponía nerviosa cuando tenía que bailar entre tanta gente, no era porque no supiera o se me diera de pena, simplemente no me gustaba sentir el roce de los chicos que estaban a mi alrededor, puede parecer raro, pero era algo que no podía evitar, solo con Alex era permisiva al momento de tocarme y el motivo era porque le conocía de hace años y estaba acostumbrada a su presencia, pero cuando se trataba de otros chicos…la cosa cambiaba.