Lux

Capítulo 4

Me encontraba en la biblioteca de la Universidad cuando recibí un mensaje de Alec diciéndome que Doc., le había curado las heridas que tenía y que ya se encontraba mejor.

Con Alec las cosas siempre eran así, el chico tenía una tendencia a meterse en problemas y yo siempre iba ayudarle, para mí era como un hermano pequeño que necesitaba ser salvado.

Cuando le conocí él tenía catorce años y me intento robar, lo normal sería suplicar en que no me hiciera daño y darle lo que me pidiera, pero en su lugar le invité a comer y bueno, todo acabó en una amistad un tanto rara. Desde entonces siempre le he ayudado en lo que podía ―eso incluye ayudarle cuando se mete en problemas―.

Mis compañeros se preocuparon un poco cuando llegué el domingo pasadas las 10:00h de la mañana a casa, ya que me olvidé escribirles un mensaje diciéndoles donde me encontraba y cuando me preguntaron les dije una verdad a medias, no podía decirles que se había vuelto a meter en una pelea, así que simplemente les dije que se había emborrachado y que necesitaba que le llevara a casa. Sé que no me creyeron, pero les agradecí cuando no siguieron insistiendo.

― Que coincidencia encontrarnos aquí. ―escuché decir mientras alguien se sentaba en frente de mí―

Seguro que era una coincidencia…

― Tengo que hacer un trabajo, te gradecería que no me molestaras.

Me levanté y fui en busca de un libro que necesitaba para acabar con el trabajo de Literatura que me habían mandado, no quería que por haberme ayudado en la fiesta pensara que le debía algo, creo que con agradecerle había sido suficiente.

Nunca he entendido porque siempre están en la estantería más alta los libros que uno necesita. Tal vez saltando un poco podría cogerlo…

― Pidiendo ayuda todo se consigue más fácil.

Al oír su voz tan cerca de mí me aparté bruscamente a un lado, con tal mala suerte que acabé resbalando y cayendo al suelo.

«Lo siento Peyton, no pretendía asustarte. ―hizo el amago de acercarse a mí, pero yo me aleje―

― No te acerques. ―le dije aún desde el suelo― Puede sonar extraño lo que voy a decirte, pero no me gusta el contacto masculino.

― ¿Eres lesbiana?

Genial.

― ¿Enserio es en lo primero qué has pensado? ―dije un tanto incrédula―

― Bueno, si me dices que no te gusta que algún chico te toque, pues sí.

― No, Aiden. No soy lesbiana. Y haré esto más sencillo para los dos, si invades mi espacio personal lo que sucederá es lo que acabas de ver y posiblemente me ponga más nerviosa de lo habitual y empiece a tener un ataque de pánico, tú acabaras huyendo despavorido y definitivamente no querrás tener una amistad con una chica tan rara como yo. Así que esta es la respuesta a la pregunta que me hiciste en la fiesta.

Esperé una respuesta por su parte o tal vez simplemente se iría y dejaría de intentar hablarme, eso sería lo mejor para ambos.

― La primera vez que nos vimos, no te molesto tenerme cerca.

Iba a contestarle que eso era totalmente mentira, porque en ningún momento me toco, pero él siguió hablando.

«No hablo del sábado. Hace dos años nos conocimos en una fiesta y bailaste conmigo, aunque al parecer no lo recuerdas.

Me desconcertó un poco que me recordara de una fiesta de hace tanto tiempo, quiero decir, yo no le recordaba, y la verdad es que no es alguien que pase desapercibido y menos si baile con él, aunque la única razón de que no le recordara debería de ser eso.

Él hablaba de ese día…del día del accidente.

― No suelo hablar de esto con alguien que apenas conozco, pero si hablas del día que se celebró la fiesta de graduación de los de último curso, cuando volvía a casa tuve un accidente, mi mente aún no me deja recordar del todo aquella noche. La yo de ese entonces y la yo de ahora no somos la misma.

Vi como fruncía el ceño de modo pensativo, supongo que estaba intentando procesar la información que le había dado.

No es algo que suela pregonar a los cuatro vientos, mucha gente sabe lo que me ocurrió, básicamente todo el instituto se enteró en ese entonces, pero no todos saben que no tengo mis recuerdos claros y mucho menos que le tengo miedo al contacto masculino por ese día.

No es normal que tema a los hombres porque uno me atropello, aunque el psicólogo que me atendió en aquel entonces dijo que sí.

― Ibas con un vestido de color granate con la espalda al descubierto, tenías el cabello recogido en un moño descuidado, porque recuerdo que en más de una ocasión vi como colocabas algún que otro mechón de cabello rebelde detrás de tu oreja, todos los chicos de la fiesta te observan, pero tú solo mirabas a tu novio, pensé que era un suertudo de mierda. ―soltó una pequeña risa antes de continuar― Por eso cuando me pediste bailar contigo me sorprendí un poco, pero en tu cara se veía lo enfadada que estabas, supuse que algo había hecho mal y yo no iba a desperdiciar mi oportunidad.

«No puedes culparme, cualquiera hubiera aprovechado la cagada que cometió tu novio. ―rodeé los ojos, ese idiota sí que la cago bien esa noche― Puede que tu no lo recuerdes, pero en el poco rato que estuviste conmigo te hice reír, pero antes de que pudiera pedirte tu número te marchaste.



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En el texto hay: amigos, familia, recuerdos del pasado

Editado: 06.06.2018

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