Cap. 4
El día pasado había sido increíble en la reunión con la familia de Verónica y ella estuvo feliz de que su mamá tratara de conocer mejor a Rafael. El día de navidad los chicos salieron a pasar el rato mientras iban caminando, compraron regalos para intercambiar entre ellos. Rafael se puso nostálgico al ver un niño pequeño haciendo berrinches y haciendo enojar a su madre. Rafael aclaró un poco su voz y se dirigió con sinceridad a Verónica. - Creo que no te he contado sobre mi mamá, ¿verdad?, sostuvo su mano.
- No, nunca me hablas sobre ella…
- Pues solo tengo los recuerdos que enterré y no quiero recordar, pero ya es hora que deje atrás. Verónica se puso atenta para no interrumpirlo.
-Escucho si tú quieres hablar.
- Esta mañana de Navidad se parece a ese día que le grité en la cara que estaba harto de ella por su miedo de que yo me convirtiera en mi padre, ese momento desagradable sigue en mi mente. -Pero porque ¿peleaste con tu mamá ese día? ¿Y sobre todo en Navidad?
- Mi padre era muy diferente a mí, él era distante y amargado por sus miedos que nunca quiso compartir para que nosotros le pudiéramos ayudar, al final discutí con ella y ella salió por la puerta que azotó, dejando atrás de ella caer la guirnalda que estaba puesta. El tiempo pasó y nunca regresó-, se quedó un rato en silencio para después continuar. - Ella murió en un accidente de automóvil y yo me fui a vivir a la casa de Carlos porque papá no supe de él tampoco...
- Yo no quería hacerte recordar eso…
- No te preocupes, yo tengo que dejar esta carga, que esta fecha me hace recordarla a ella, solo espero que mi mamá donde este pueda perdonarme y me gustaría hacerle saber que yo la respete mucho. Miró el cielo despejado. Estaba agradecida que él abriera su confianza, pero nunca pensó que esta época le recordara algo horrible a Rafael y después de esa plática Verónica se aferró a él en un abrazo reconfortante. La noche de navidad fue increíble porque las calles estaban relucientes y familias festejaban esta bella época cada quien a su manera. En la casa de Verónica la fiesta no faltó, ahí mismo se hallaba Carlos y Fátima que animan con música. La cena estaba servida, pero Verónica percibió que Rafael se encontraba afuera en el patio, sintió un escalofrío al pensar que diría para animarlo.
- ¿Estás bien?...
Le hizo una seña para que se sentara a su lado. - Estoy bien gracias por preguntar mi Vero, solo es que cuando revisé mis cosas pude hallar una caja vieja y ahí mismo encontré la última tarjeta de Navidad que mamá hizo esa Navidad. - ¿Quieres abrirla?
- Sí, pero quédate aquí no quiero leerla solo. Se sentó a su lado y recargó su cabeza en su hombro, para escucharlo leer.
-Querido hijo, sé que siempre he estado ahí contigo, pero sabes que un día no siempre estaremos juntos, tal vez un día crezcas y te vayas de casa o yo me vaya de este plano terrenal. Pero tengo que recordarte que siempre te amaré y estoy agradecida de tener un hijo que pude cargar en mis brazos. Cuando eras un bebé yo no podía dejar de admirarte, espero que al leer esto no estés aguantando las lágrimas, debes en cuando es bueno llorar y expresar tus sentimientos, querido hijo mío.
Yo no sé si fui una gran madre y espero mejorar. Pero espero que en esta Navidad tus deseos se cumplan y sobre todo no te rindas cuando te propongas algo, más siempre ten fe que tú eres mi luz blanca, esa luz que ilumina mi vida. Te amo Rafael a pesar de todo, y nunca olvides que nunca dejes que el miedo te detenga, ¡Porque tú eres un guerrero de la vida!
Posdata: Una cosa más esperemos que tu carro de juguete llegue hoy pero no esperes al lado del árbol como la Navidad pasada. No queremos que Santa se vaya y olvide esparcir la magia de la Navidad esta noche.
- Mi madre siempre le gustaba poner detalles en sus cartas navideñas y creo que en esta también lo hizo, miró el cielo estrellado que iluminaba esta noche y desvió su mirada de la tarjeta que sostenía en sus manos. - Sabes que nunca me habías contado que querías un carro, lo abrazo delicadamente. - Eso era un carro de colección que vi en una tienda.
- Te sientes un poco mejor ¿Al leer su carta?
- Si mucho mejor, pero solo queda una frase que me gustaría decirle: miro el césped. - ¡Mira Rafael, una estrella fugaz! Verónica cerró sus ojos y pidió un deseo. Levantó la mirada rápido y la miró algo confundido, pero Rafael no pudo evitar cerrar sus ojos para decir lo que no, pudo hablar con su madre en vida. Pudo ver una imagen de ella con su suéter preferido y en su mano sostenía un café caliente, con amor en su mirada pudo notar su sonrisa. Su madre veía los focos de color blanco que en la taza amarilla se reflejaron y pudo notar como ella le acariciaba su cabeza. -Rafael…detrás de sus ojos de él pudo notar como unas gotas pequeñas se escurrían por su rostro. - Verónica, mamá me perdonó, lo puedo ver en su sonrisa y sentir dentro de mí...Dijo con voz entrecortada. -Si lo creo, lo abrazo y Rafael correspondió su abrazo y él escondiendo su rostro.