Nunca me habían gustado las joyas.
Desde que era una niña, hasta ahora, jamás me habían gustado cosas como collares o pulseras. Ponerme una cadena o un pendiente era algo que me incómoda, podría traerlo unos minutos pero siempre terminaba dejándolos. Un día Hoseok y yo fuimos a una de las fiestas de nuestra ciudad y nos compramos unas cadenas en conjunto, pero como era de esperarse, terminé olvidando que tenía que llevarla siempre, es por eso que nunca más volvimos a gastar en algo como eso.
Pero ahora las cosas eran diferentes.
Pase de tener un collar comprado en una festividad del pueblo, a tener una colección completa de joyas de todo tipo.
No era como si me vanagloriara de ello, pero tenía que admitir que a pesar de que todas las joyas eran costosas, aún así me resultaba incómodo el traerlas puestas. Pero no podía negarme a usarlas, no aún.
– ¿Ya está lista? – preguntó Jimin quien esperaba detrás de la puerta.
Yo me dirigí hasta la puerta y la abrí para caminar junto con Jimin hacia la salida.
– ¿Porqué no traes puestos los tacones? – preguntó Jimin apenas salí.
– Porque son incómodos, no hay una regla que diga que tengo que usar tacones todo el tiempo – dije para dejar salir un bufido molesto. No tenía porque acostumbrarme a los tacones si de todas formas iba a salir de este lugar tarde o temprano.
– Para ti si la hay, eres la futura señora Jeon, ¿te es tan difícil entenderlo? – reprochó Jimin mientras caminábamos hacia el portón donde Jungkook nos estaba esperando. Desde ese día en el que le había dicho que dejara de hablarme con tanta formalidad Jimin había perdido toda clase de respeto hacia mí.
– No me trates como una idiota, y es mejor que no confíes tanto en que seré la señora Jeon porque no será así, mira esto – dije enseñando mi dedo anular – no hay un anillo en el.
– Aún – refutó Jimin.
La discusión se detuvo ahí porque ya habíamos llegado a nuestro destino.
Jungkook se encontraba parado frente a un auto lujoso color negro que logré identificar, pues era el que había usado la primera vez que lo vi en mi casa. Él traía puesto un traje color azul marino que se ceñía perfectamente a su cuerpo y una corbata color roja, su postura era la de alguien que era heredero de una gran empresa y sus aires de grandeza eran lo que lo hacían ver más atrayente. Sería mentir si dijera que Jungkook era una persona fea, pues era claro que no lo era, su cabello algo largo y con algunos rulos lo hacían ver rebelde, pero su postura firme lo hacían ver elegante y alguien inalcanzable, su belleza era sublime y su cuerpo era perfecto en todos los sentidos. Pero había una gran diferencia entre apreciar su apariencia y querer casarme con él.
– Él es Kim Namjoon estará contigo en todo momento, él te llevara a tu revisión médica – dijo Jungkook. Tanto el chico llamado Namjoon y yo nos saludamos con una leve reverencia.
– Si quieres preguntar algo de lo que hablamos anoche, Kim Namjoon es el indicado – susurró Jimin a manera de que solo yo pudiera escucharlo. Jungkook se encontraba hablando con Kim Namjoon y es por esa razón que no había prestado atención a lo que estábamos diciendo.
– Gracias – susurré por lo bajo.
– Entra al auto – me ordenó Jungkook una vez que él había abierto la puerta del auto para que entrara.
– ¿Jimin no vendrá? – pregunté al ver que Jimin se mantenía en su lugar y no venía a subirse al auto conmigo. No es como si me hubiera vuelto mejor amiga de él de una noche a una mañana, pero estaba acostumbrada a tenerlo junto a mi desde el primer día que llegue a esta casa, era lo más cercano a un “conocido” en este lugar.
– No me mires de esa manera o Jungkook va a matarme – pronunció Jimin entre dientes, pero pude entenderlo con claridad. Y ante la mirada disgustada de Jungkook hacia Jimin, decidí entrar obedientemente al carro con un pequeño mohín en mis labios.
– Yo pasaré a buscarte después de tu revisión, solo iré atender unos asuntos en la empresa así que debes esperarme en el hospital – ordenó y no tuve de otra que acatar su orden para entrar al auto y verlo entrar al suyo para luego ambos tomar rumbos diferentes.
Había entendido perfectamente a lo que Jimin había querido decir con que Namjoon era la persona indicada, pues suponía que él era la mano derecha de Jungkook y había estado con él en todo momento. Pero el problema principal que me impedía preguntarle algo, era ese aspecto serio y fiel que lo acompañaba, estaba totalmente segura que él no me diría ni una palabra, y su atmósfera imponente que lo rodeaba era casi igual a la de Jeon Jungkook, así que no me atrevía a preguntarle algo como lo hacía con Jimin. Y en estos momentos ya no sabía si saber las razones de Jungkook realmente me importaban, lo más importante ahora era encontrar la manera en la que pudiera contactarme con Hoseok. Eso era lo único importante en estos momentos.
Llegamos al hospital en cuestión de minutos, no pude darme el tiempo de observar a mi alrededor pues las ventanas del auto estaban polarizadas y me impedían ver el exterior.
Namjoon bajó primero y me abrió la puerta del auto para que bajara. Al bajar pude notar el gran contraste entre mi pequeña ciudad y Seúl, el hospital al que me habían traído era mil veces más grande al que yo normalmente iba, supuse que este lugar era costoso y que los tratamientos aquí eran más efectivos de los que yo usaba anteriormente. Esa era la razón por las que mis padres habían aceptado la propuesta de Jeon Jungkook, esta había sido la solución que ellos habían encontrado para tratar de cuidar de mí.
– Póngase esto – dijo Namjoon sacando una pequeña caja color negra que traía en uno de los bolsillos de su pantalón.
– El joven Jungkook dijo que éste será un reemplazo del original, solo es para que sea tratada como la prometido del amo – dijo para después darme el anillo que contenía el interior de la caja. Esta vez no me rehúse a usarlo, estaba siendo paciente estos días al comprender que la rebeldía no me traería nada bueno.
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Editado: 30.01.2021