—Deben regresar a casa, no deben estar aquí —les digo a ambos padres.
—Esto no es posible —dice la mujer.
No he averiguado su nombre, cada vez que me acerco a la casa, solo me concentro en mi pequeña compañera, todo lo demás deja de existir.
—Regresen, mañana iré a verlos, aquí no es seguro para ustedes.
No dicen nada mas, solo asienten con la cabeza y regresan, los sigo desde atrás, para asegurarme que lleven seguros.
Cuando regreso a mi hogar, no puedo evitar sentir mucha felicidad, lo que hice fue muy peligroso, pero pude estar cerca de mi pequeña Luna, como tanto había estado deseando. No veo el día en que al fin este en mis brazos, cuando eso suceda no la dejare ir, la protegeré con mi vida.
—Hijo ¿Podemos hablar?
Mi madre me estaba esperando en la puerta de la casa.
—Ahora no madre, ire por un baño antes —me transformo a humano y tomo mi pantalón que deje para cuando regresará. Cuando termino de ponérmelo, mi madre me detiene.
—No se que haces en el bosque, pero no puede continuar.
Giro a verla enfadado.
—¿Acaso no puede tener algo de privacidad? cumplo con mi responsabilidades ¿Que mas desean de mi?
—Jamas antes habías hablado de esa forma respecto a la manada.
—Todos tenemos en derecho a cambiar —giro para ir adentro de la casa.
—Hijo —me llama.
—Se que estas preocupada, pero estoy bien, mejor que nunca ¿No puedes estar feliz por mi?
—¿Por que la ocultas?
Sabia que mi mamá sospechaba sobre mi secreto, por no creí que se atreviera a mencionarlo.
—No se de que hablas madre.
—No se por que tomaste esa decisión, pero debes confiar que la manada la protegerá a toda costa, sin importar que, nunca lo olvides —besa mi mejilla y se va.
Si la manda se entera, si me protegen y a ella, guardando el secreto, todos correrán un gran peligro por mi egoísmo, la ley dice que si la pareja de cualquier lobo o loba es menor de edad, debe informarle al consejo y ellos tomaran la decisión de que hacer al respecto, el cual, el resultado es siempre que el o la menor viva lejos, con pocas visitas al año, hasta su mayoría de edad. No puedo permitir eso, no quiero. Si la ley no se cumple, el castigo o sentencia puede acabar con la manada, no hay excepciones, nadie se salva, aunque seas un alfa.
Voy a mi cuarto y después de una larga ducha, regreso a mi despacho para terminar unos informes. Cuando estaba por terminar escucho unos gritos provenientes del pasillo que se acercaban.
—No puede solo pasar —escucho decir a Steven enfadado.
—¡Déjame pasar! —grita el hombre.
Me levanto enfadado, por que están gritando en mi hogar, generando un revuelo innecesario. no termino de llegar a la puerta, cuando esta, es abierta de un golpe.
—Ahí estas —me señala el hombre.
Camina hasta mi, furioso y con altanería.
—¿Puedo ayudarlo? —le digo enfadado.
—¡Papa! —grita Jasmin entrando— ¿Que estas haciendo? —le dice cuando llega a su lado.
—Con que aquí estas, mira lo que tengo que hacer para ver a mi propia hija —su tono y rostro de enfado no se ha esfumado, todo lo contrario, es aun peor.
—Lo siento.
—No es forma de llegar a mi hogar, sin importar quien sea usted.
Me observa analizandome.
—Admito que no fue el modo correcto —Su expresion no cambia, al parecen lo que Jasmin me ha dicho de el, todo es mas que cierto— pero esta niña malcriada, se esconde de mi.
—No soy una niña papá.
—Regresaras a casa de inmediato.
—No.
—Su hija es bienvenida a aqui.
—Ella pertenece con su especie, con... ustedes —dice lo último de forma despectiva.